La Historia del Automóvil está plagada de anécdotas. Como la del primer nombre de uno de los deportivos más legendarios. Y es que el Porsche 911 empezó llamándose 901. Después de varias semanas de producción, la firma alemana se vio obligada a cambiar la denominación, ya que los números con tres cifras y un cero en medio estaban registrados por Peugeot.
Así, el 901 se convirtió en el famoso Nueveonce. Curiosamente, el Porsche no disponía de ningún ejemplar completo con la insignia 901 que enseñar al público. Esto cambió en 2014, cuando un equipo de televisión alemán se encontraba explorando y valorando una gran colección de objetos antiguos olvidados en un granero.
De repente, ante la asombrada mirada del equipo, estaban dos modelos 911 de los años 60. Se pusieron en contacto con el Museo Porsche, que identificó a uno de ellos con el número de chasis 300.057. Se trataba de un hallazgo emocionante: era uno de los pocos modelos fabricados antes de que se cambiara el nombre. El propio Museo Porsche decidió comprar ambas unidades, y comenzó entonces un trabajo de restauración con vistas a devolver a la vida a uno de los coches clásicos más importantes producidos por la marca.
No ha sido una tarea fácil, pues la unidad del Porsche 901 no tuvo mantenimiento en vida, por lo que los especialistas tuvieron que reparar el motor, la transmisión, revisar la electricidad y el interior y cambiar neumáticos. Todo ello con un minucioso trabajo en la carrocería, que estaba oxidada. Los expertos utilizaron piezas originales de otros modelos de la época.
El resultado se llama: «911 (901 Nº. 57), Una leyenda despega». Es la exposición especial que se ha preparado para mostrar al público este 901-911. La muestra del Museo Porsche estará hasta el 8 de abril de 2018, pudiéndose contemplar el coupé rojo fabricado en octubre de 1964.
