Porsche Cayenne Cabrio: ¿el descapotable más exclusivo del mundo?

Este mes de agosto se cumplen 20 años del lanzamiento del Cayenne, un modelo vital para impulsar a Porsche a lo que es hoy en día. Su éxito de ventas sorprendió incluso a la propia marca, pese al recelo que provocó inicialmente. Al final, muchos fueron los ‘porschistas’ que agradecieron poder tener un coche para tirar del remolque o llevar a la familia.
Lo que no sabíamos es que la marca afincada en Stuttgart se planteó desde el principio distintas alternativas a la clásica carrocería de cinco puertas. Poco después del lanzamiento de la primera generación, en diciembre de 2002, se estuvieron considerando tres variantes adicionales: una coupé, otra alargada en 20 centímetros (con tres filas de asientos) y, lo más sorprendente, una descapotable.

Lo normal hubiese sido dar continuidad a las dos primeras (solo llegó el coupé, ya en la tercera generación, en 2019) y descartar la tercera… pero lo cierto es que el Cayenne Cabrio no se descartó de inmediato. De hecho, se construyó una unidad, que actualmente está guardada en el museo de Porsche.
Un Cayenne poco funcional
Sin embargo, no se trata de una unidad para circular por carretera, sino de una maqueta que únicamente se puede conducir en zonas cerradas al tráfico. ¿El motivo? Los diseñadores quitaron el techo, pero no añadieron los refuerzos de rigidez necesarios para proporcionar una conducción segura y estable. De hecho, nunca se planificaron pruebas de conducción, ya que esta unidad se hizo simplemente para evaluar algunos criterios.
Uno de los principales hacía referencia al diseño de la parte trasera. En este sentido, se diseñaron dos secciones diferentes: una, con el piloto posterior izquierdo en una posición más baja, y otra con dicho piloto situado más elevado. También evaluaron si era posible incorporar una capota de lona elegante y de alta calidad que, además, se pueda plegar rápidamente.

Si el coche hubiera llegado a la producción, obviamente se habría optado por un único diseño trasero y los problemas técnicos se habrían resuelto. Ya entonces se concibió un mecanismo de techo blando que ahora es familiar: el capó del maletero de este Cayenne prototipo iba enganchado tanto en la parte delantera como trasera, lo que permitía abrirlo en ambas direcciones.
La capota se desplazaría sobre el arco de seguridad fijo y estaría alojada en la parte trasera, donde la tapa del maletero se abriría en la dirección opuesta, y dicha capota se plegaría en forma de Z. Se trata de una solución semejante a la del Porsche 911 Targa, desde el modelo de la generación 991. Sin embargo, el mecanismo nunca pasó de la etapa de simulación por ordenador para el Cayenne descapotable y no acabó de construirse por completo.

Porsche no siguió adelante con la alternativa del descapotable. Las previsiones sobre rentabilidad no eran especialmente halagüeñas y había dudas de si el coche iba a resultar tan atractivo como debería ser un Porsche. “Un SUV descapotable es un desafío tanto desde el punto de vista estético como formal”, explica Michael Mauer, que aún no era responsable de diseño en 2002, analizando el concepto hoy. “Un SUV siempre tiene una carrocería grande y pesada. Si combinas esto con una mitad superior del vehículo pequeña y luego cortas el techo, obtienes formas muy extrañas”.