Su mejor carta de presentación es su motor 2.0 Turbo con inyección directa de gasolina, una potencia de 280 CV y un par máximo de 400 Nm. Al margen de conocer más detalles de aceleración y consumos, ya podemos decir que el nuevo OPC será capaz de llegar a los 250 km/h, una cifra que lo sitúa a la altura de un Mégane RS o un León Cupra -ambos tienen 265 CV-.
Como no puede ser de otra forma, todo el chasis ha sido modificado para ofrecer un buen rendimiento, sobre todo en curva, y por ese motivo se ha utilizado el bucle norte del circuito de Nürburgring para ponerlo a punto. Todo se sustenta en la suspensión delantera HiperStrut del GTC -tiene un brazo más que una de tipo McPherson- y en el conocido sistema de control de chasis adaptativo FlexRide, capaz de modificar el comportamiento de la suspensión, la dirección y la respuesta del acelerador pulsando los botones ‘Sport’ y ‘OPC’. Además, el OPC monta un diferencial autoblocante en el eje delantero para dar mayor estabilidad y mejorar el comportamiento, aunque no adelantan si es mecánico o electrónico -este silencio nos hace pensar que es electrónico-. Por último, un sistema de frenos Brembo se encarga del poder de deceleración.
Estéticamente, el OPC también cuenta con algunos detalles distintivos, como unos nuevos paragolpes delanteros y traseros, una mirada más felina, faldones laterales, spoiler trasero y dos salidas de escape de forma trapezoidal. Por dentro, está dotado de asientos de competición, volante deportivo OPC forrado en cuero y una instrumentación específica.
