Este modelo es el Renault más rápido de la historia gracias a la preparación del motor 2.0 turbo, que pasa de los 250 CV del RS -normal- a 265 CV en esta variante Trophy gracias a un aumento del soplado del turbo en 0,2 bares y a una ligera mejora en la admisión.
La incorporación de serie de las especificaciones del Chasis Cup -en el RS cuesta 2.695 € hacen de este modelo un compacto con un comportamiento muy deportivo. Entre las modificaciones que incluye esta especificación, destaca la suspensión de tarado más duro -aunque no se hace insufrible si lo utilices por carreteras bacheadas-, unos discos de freno rayados, un diferencial mecánico y unos asientos tipo bacquet firmados por Recaro. Además, se agradece la incorporación de unos neumáticos Bridgestone Potenza RE 050A en llanta de 19–, que ofrecen un gran compromiso entre agarre y durabilidad. Dentro del trazado, lo primero que me ha sorprendido es la fuerza con la que empuja el motor a partir de las 3.000 rpm y hasta las 6.000 rpm. A partir de ese momento, compensa pasar a una marcha superior para aprovechar el gran medio régimen. El sonido que llega al habitáculo es muy sugerente y deportivo, pero lo justo para no resultar molesto. Este Mégane acelera muy bien -hace el 0 a 100 km/h en 6 seg.- y gracias al diferencial mecánico, la tracción es soberbia incluso abusando del acelerador en mitad de una curva. El coche se muestra muy ágil y, al mismo tiempo, noble de reacciones tanto en curvas rápidas como en los cambios de apoyo más radicales. Al contrario que en otros Mégane, la trasera permanece inamovible, ayudando a redondear las curvas con eficacia. La dirección se muestra precisa y transmite el peso adecuado en cada circunstancia, aunque podría resulta un poco más informativa cuando llegamos al límite de adherencia del neumático. En este circuito hay todo tipo de curvas: con cambios de rasante en mitad, peraltadas y contra peraltadas, cuesta arriba, cuesta abajo… pero, en general, casi todas son rapidísimas -en este coche, las marchas que más utilizamos son la tercera y la cuarta-. El coche apenas balancea y el tren delantero entra con precisión a cualquier orden dada por el conductor desde el volante. Simplemente hay que tener claro donde dirigir el morro, girar el volante y mirar lejos al final de la curva mientras gradúas con el acelerador la adherencia disponible. La tracción es magnífica gracias al diferencial mecánico… Su funcionamiento es muy bueno ya que, cuando interviene, no pega molestos tirones en la dirección que puedan llegar a afectar a la trazada. A la izquierda del volante hay un botón que, al pulsarlo una vez, activa el modo sport del ESP. Esto hace que este sistema se muestre más permisivo, interviniendo sólo cuando realmente es necesario, sin por ello restar eficacia de forma radical. El cambio de marchas es manual de seis velocidades. Los desarrollos están bien escogidos y los recorridos de palanca no son demasiado largos. Sin embargo, a la hora de manejarlo rápido, falta cierta precisión en la inserción de marchas y se echa de menos un tacto algo más durito. Los frenos son de lo mejor del coche, ya que brindan una potencia de frenada muy buena. Además, el tacto de pedal es el adecuado para graduar con precisión la distancia de frenado y poder entrar a las curvas -atacando- y no de forma conservado. En cuanto a la resistencia, aguantan sin problemas un trato duro incluso en circuito -aunque este en particular no sea demasiado exigente con ellos-. Otro aspecto destacable de este coche es la correcta postura de conducción y unos asiento Recaro que sujetan el cuerpo con rabia incluso a la altura de los hombros. Pero es que, además, ofrecen la comodidad suficiente como afrontar un viaje sin agobiar. Cuando acabamos la vuelta, las sensaciones que transmite este coche son muy buenas. De hecho, permite ir rápido sin estresar en exceso al conductor de turno, ya que sus reacciones son muy predecibles e intuitivas.