Las ventas de los modelos SUV suben como la espuma. Y en Opel tienen una completa gama de modelos que ofrecer a sus clientes. Tres opciones que arrancan, de menor a mayor tamaño, con el Mokka X, continúa con el Crossland X y se culmina con el protagonista de esta prueba, el Grandland X.
Un modelo que se ha propuesto subir el ánimo de la marca alemana. Y es que en poco más de medio año en el mercado ya acumula más de 70.000 pedidos en toda Europa. Por eso el fabricante del rayo ha querido completar su oferta tanto de motores como de equipamiento. Hasta ahora la oferta diésel se reducía a un propulsor de 1.6 litros y 120 caballos. Propulsor que será reemplazado en la próxima primavera por otro de 1.500 centímetros cúbicos que se podrá elegir con potencias de 100 o 130 caballos. Aunque la novedad más inmediata, y que hemos probado por las carreteras del País Vasco, es la llegada de un potente motor de dos litros y 177 caballos.
En cuanto a la oferta de gasolina, el Grandland X dispone ya en la gama de un pequeño motor turbo tricilíndrico de 1.2 litros y 130 caballos. No obstante recibirá un nuevo tope de gama con este tipo de combustible de 1.600 centímetros cúbicos sobrealimentado que rendirá 180 caballos y que llegará después del verano.
Pero aquí no acaba la oferta del Opel Grandland X. Eso sí, habrá que esperar al año que viene para poder conocer el Grandland X PHEV. Un híbrido enchufable que, como novedad, dispondrá además de tracción a las cuatro ruedas. Puesto que toda la gama Grandland X es de tracción delantera.
Otra de las novedades que pudimos conocer fue la llegada de una nueva transmisión automática de 8 velocidades, que irá en combinación con los motores más potentes, tanto en diésel como en gasolina. Una caja de cambios de baja fricción que mejora la velocidad a la que se producen los cambios y potencia la suavidad de manejo. Mientras, en el resto de propulsores tendremos la opción de elegir entre cajas de cambio manuales de seis marchas o automáticas con idéntico número de relaciones.
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Estéticamente el nuevo acabado tope de gama, denominado Ultimate, incorpora unas enormes llantas de 19 pulgadas que combinan el acabado en aluminio con el negro mate, unos raíles de techo cromados y la posibilidad de tener una terminación bicolor con el techo y las carcasas de los retrovisores en negro diamante.
Interior de calidad
Aunque ya conocíamos el interior de Grandland X, en esta ocasión hemos comprobado lo bien que le sienta el nuevo traje premium del acabado Ultimate. Por dentro no te sientes en un coche lujoso pero sí te encuentras envuelto en un ambiente de calidad. Los plásticos que recubren el salpicadero y la consola central son blandos y de tacto agradable, mientras que en la puertas son algo más sobrios pero con la misma sensación de durabilidad.
La posición de conducción está bien lograda y cuenta con la ventaja de incorporar, en el acabado Ultimate, los asientos ergonómicos homologados AGR, que ofrecen una sujección y comodidad muy alta. Además están rematados en piel y disponen de calefacción tanto en las plazas delanteras como en las traseras.
A nivel tecnologócio incorpora una pantalla en el centro del salpicadero de ocho pulgadas con el sistema Navi 5.0 IntelliLink, que nos ofrece compatibilidad tanto con Apple CarPlay como con Android Auto. También dispone de cargador inalámbrico para smartphones o de un sistema de sonido premium Denon. Como opción podremos incorporar un enorme techo panorámico de cristal -700 euros- que ayudará a aumentar la sensación de amplitud interior.
Así va en marcha
Su comportamiento dinámico me convenció desde el principio. Y digo desde el principio porque se trata de un automóvil agradable y fácil de conducir que te hace sentir a gusto desde el primer kilómetro. Su manejo es sencillo y encuentras los mandos donde te gustaría que estuvieran.
Probamos el motor diésel de dos litros y 177 caballos, que empuja con decisión desde apenas las 2.000 vueltas, momento en el que alcanza su cifra óptima de par, 400 Nm. Un empuje firme y progresivo que consigue mover los 1.575 kilos de peso del Grandland X con suficiente soltura. Y eso que la orografía de la ruta contaba con multitud de tramos en subida.
La transmisión automática, de doble embrague y 8 marchas, funciona a la perfección logrando unos cambios muy suaves que apenas se notan y que ayudan a conseguir un espléndio confort de marcha. Por supuesto dispone de un pasillo para su uso manual, aunque carece de levas tras el volante.
Por otra parte, la suspensión cumple a la perfección su cometido de estabilidad, comodidad y seguridad. Eso sí, siempre bajo unos parámetros de un alto compromiso con el confort dejando a un lado la búsqueda de sensaciones deportivas. De hecho a ritmos ligeros, nunca elevados, la carrocería no se balancea en exceso y mantiene la compustura incluso en carreteras de montaña repletas de curvas.
El consumo que homologa es de 4,8 litros cada cien kilómetros. Pero en nuestros dos días de pruebas con más de 200 kilómetros recorridos sobre todo tipo de terreno y con dos ocupantes y sus maletas, no conseguimos bajar, sin tener demasiado cuidado con el acelerador, de los 6,8 litros.
Como ayudas a la conducción el acabado Ultimate incorpora elmentos como la alerta de colisión frontal con detección de peatones y frenada automática, el detector de señales de tráfico, los grupos ópticos led, con función adaptativa en el caso de los delanteros, o un avanzado sistema de ayuda al aparcamiento con cámara de visión 360.
¿Cuánto costará?
El precio de la versión Ultimate con motor diéel de 177 caballos será, en nuestro país, de 39.800 euros y estará en los concesionarios a partir del próximo mes de julio. Aunque si queremos disfrutar del mismo nivel de equipamiento pero no necesitamos una mecánica diésel tan potente podremos decantarnos por la variante de gasolina de 130 caballos, que cuesta 31.350 euros y que ya está disponible en los concesionarios del fabricante alemán.
