Y es que en estos días Madrid ha alcanzado el grado de contaminación en el aire por el tráfico rodado fijado para restringir el tráfico. Por ello, Antonio Miguel Carmona, candidato del PSOE al ayuntamiento de Madrid prometía que si gana en mayo aprobaría una «supresión o limitación de los vehículos diésel en la ciudad con el horizonte en 2020, en línea con lo decidido por el Ayuntamiento de París». La alcaldesa de la capital francesa Anne Hidalgo, se mostró partidaria hace poco de limitar el uso de estos coches en su ciudad, de acuerdo con las medidas que el primer ministro, Manuel Valls, anunció el pasado diciembre.
En Madrid el problema mayor es precisamente el provocado por los motores diesel: de los contaminantes regulados por la Unión Europea, Madrid sólo supera el límite de dióxido de nitrógeno, un gas emitido casi exclusivamente por estos motores. La alcaldesa de Madrid, Ana Botella, ha adoptado medidas para combatir este asunto tales como el encarecimiento en un 20% de los parquímetros para los coches más contaminantes (en vigor desde julio), pero según Jaime Lissavetzky, líder de la oposición por el PSOE, estas son insuficientes. También en el mes de julio se trabajó en un protocolo para casos de alta contaminación. Con él se restringiría el uso de los coches privados según su matrícula, se regula la prohibición de aparcar fuera del barrio de residencia y se limita la velocidad en las autovías bajo control del ayuntamiento a 70 Km/h. Pero estas medidas no se aprobarán hasta, como pronto, febrero. En cuanto a las medidas tomadas en París se consideran, por parte del ayuntamiento, difícilmente implantables en Madrid por el envejecimiento del parque: la edad media de los coches que circulaban por la capita era de 5,7 años y ahora es de 9,3, con un 70% de ellos con mecánicas de gasoil.
