Los controles antidroga son una novedad en las carreteras. Hasta el momento, la Dirección General de Tráfico sólo los había utilizado para contribuir a un estudio europeo sobre la proporción de conductores que circula bajo los efectos de estas sustancias, y el resultado fue alarmante: Un 19,4 % tras ser escogidos aleatoriamente. Esto y su evidente influencia sobre el número de accidentes -es entre dos y siete veces más probable sufrir uno- ha provocado que ahora sea una prioridad perseguir a los que salen a la carretera habiéndolas consumido.
Una de las razones por las que hasta ahora no se realizaba con asiduidad era el coste de la prueba comparada con la de alcoholemia. Pero la partida para que la DGT los practique es, con un millón de euros, la mayor de todas las que se le han concedido, y por eso ha advertido que piensa hacerlas de «una manera mucho más exhaustiva y frecuente«.
El procedimiento que se va a adoptar ya desde esta misma semana es el siguiente: Si el conductor da negativo en el test de alcoholemia, se le realizará el test antidroga, que consiste en recogerles una muestra de saliva. Si da positivo, no podrá continuar y se le realizará una segunda prueba para enviarla a laboratorio y contrastarla con la primera. Si se demuestra que conducía bajo la influencia de drogas, se enfrentará a una multa de 500 euros y la retirada de seis puntos del carnet. Además, de acuerdo a un protocolo de la DGT, se podrá ir por la vía penal si los agentes lo creen conveniente -en el caso del alcohol, en vez de por el criterio de los agentes, la vía penal se abre cuando el conductor supera la tasa de 0,60 miligramos por litro de aire espirado-. El conductor podrá en tal caso recibir una pena de 3 a 6 meses de prisión, multa de seis a doce meses o trabajos comunitarios de 31 a 90 días.
