En 1970, Rover consiguió unir de forma magistral dos conceptos: el de todoterreno y el del lujo propio de los más refinados turismos británicos.
Durante 25 años, diferentes mecánicas de gasóleo y gasolina dieron vida al Range, hasta que en 1990 cesó su producción.
A finales del 92 se empezó a hablar de un nuevo Range, durante el 93 las revistas especializadas mostraron imágenes del nuevo vehículo provisto de diferentes camuflajes y en el 94 salió al mercado la segunda generación del Range, que terminó adoptando el prefijo «New» («nuevo» en inglés).
Los propulsores elegidos para mover el vehículo fueron un 4.6 de gasolina y el BMW turbodiésel de 2,5 litros analizado en estas páginas.
Sobre un sólido chasis tipo «escalera», la carrocería de este Range ocupa un voluminoso espacio que, sin embargo, no le permite disponer de una tercera fila de asientos.
El interior, bien rematado y definido, incorpora materiales de calidad, de forma que es el diseño el que muestra los años en lugar del desgaste y deterioro. Ahora bien, justo es decir que los vehículos de este tipo pocas veces son sometidos a tratos duros y extremos.
Entre su extensísimo equipamiento, cabe hacer mención a los problemas que presentó el aire acondicionado en algunas unidades.
El propulsor de seis cilindros es una pequeña joya mecánica. A pesar de su escasa cilindrada, dos litros y medio, ofrece 136 CV y 27,6 kgm.
Hay que destacar su gran capacidad para subir de vueltas, estirándose hasta las 5.000 revoluciones. Pero lo mejor es la ausencia de ruidos y vibraciones propios de un propulsor diésel. A la hora de repostar, es cumplidor: 15 litros tirando de más de dos toneladas no es ninguna deshonra.
El peso, sin duda, es el mayor problema del vehículo y, a pesar del buen rendimiento del motor, se echa en falta un poco más de cilindrada, con más par en baja y potencia en alta.
La parte del vehículo que más acusa el paso del tiempo y los kilómetros es el cambio; especialmente la tránsfer, y de forma puntual los grupos.
Desde luego, la transmisión no está a la altura del resto del conjunto.
La dirección, sin ser rápida, resulta agradable, especialmente en ciudad, donde sus casi cinco metros obligan a volantear para callejear con fluidez. Los frenos, provistos de discos de generoso tamaño, aguantan más de lo que puede ser previsible en un vehículo que cargado supera los 2.500 kilos.
La suspensión, de tipo neumático, presenta algunos fallos tanto en el compresor como en el sistema de válvulas, especialmente en las primeras unidades. Ahora bien, su comportamiento es realmente bueno. En asfalto, corrige en gran medida el clásico balanceo de los Range equipados con muelles.
Conviene recordar que algunos vehículos de la primera generación disponían de este singular sistema de suspensión. En campo sorprende su eficacia en pistas y caminos, permitiendo un elevado ritmo de marcha. En este sentido, destaca el propulsor, que tira con brío a pesar de su escasa cilindrada.
Algunas unidades han tenido problemas en la culata, originados por un calentamiento excesivo debido a un uso abusivo del acelerador.
También sufrió algunos problemas electrónicos, que poco a poco se fueron solucionando con el transcurso de los años.
Bajo unas pautas de uso normales, tendremos todoterreno para muchos kilómetros, aunque si pasamos por el taller, la factura será acorde con el precio inicial del vehículo.
Por asfalto, este todoterreno ofrece un confort muy refinado, con viajes cómodos a pesar del kilometraje y con unos consumos ajustados a sus prestaciones… pese al peso.
A la hora de salir al campo, su suspensión, que cuenta con varios reglajes, se adapta perfectamente al terreno. Sus ejes rígidos son una garantía, gracias a su altura constante sobre el terreno.
Potencia no le falta, pero peso tampoco. Es en este aspecto y en su tamaño donde encontraremos las limitaciones, pero sin duda a un nivel muy alto.
Si podemos pagar más por un vehículo usado, el New Range es una buena opción si se valora el lujo y el confort de marcha, sin renunciar a unas buenas prestaciones y gran capacidad de carga.
Por dentro y por fuera
El salpicadero y todos los mandos que agrupa, así como el elevado puesto de conducción, permiten una posición relajada y cómoda al volante durante cientos de kilómetros.
En el interior del New Range no falta de nada, ofreciendo todo tipo de accesorios y reglajes para sus ‘butacones’.
La reductora se conecta apretando un botón ubicado en la parte derecha de la consola central.
Los acabados de esta segunda generación del Range supusieron un paso hacia adelante, hasta alcanzar cotas de auténtico vehículo de lujo.
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Cómo va
La capacidad del maletero (535 litros) es digna del nombre y clase que caracterizan a este vehículo.
Sus características llantas de aleación incluyen el logo de la marca y se muestran bastante resistentes a los impactos.
El parachoques trasero, muy útil en el tráfico urbano, desentona en campo y limita las posibilidades todoterreno.
El motor ofrece un rendimiento muy bueno, pero el peso del vehículo lo penaliza significativamente.
El depósito de combustible requiere una atención especial antes de salir al campo.
El eje trasero se encuentra muy bien guiado por unos robustos brazos longitudinales.
En ambos puentes la suspensión es neumática.
El eje delantero cuenta con homocinéticas protegidas por un fuelle de goma y su trabajo es idóneo en campo y justo en asfalto.
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Las mejoras TT/Recortar el faldón
Si recortamos el faldón, protegemos el cambio e incorporamos unas ruedas apropiadas, lo único que impedirá nuestro avance será el tamaño (si cabe, pasa). Un vehículo, en definitiva, para acceder a los espacios abiertos combinándolo con una buena capacidad de carga.
Ficha técnica
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