A mediados de los años 50, en una España todavía tocada por los efectos de la guerra, con un parque móvil compuesto casi exclusivamente por carros, bicis y motocicletas, ya empezaba a atisbarse el nuevo escenario que crearía la aparición de los llamados vehículos utilitarios.
Es precisamente en esos momentos cuando el joven estudiante de periodismo Enrique Hernández-Luike inicia su labor como editor especializado en Motor. Consciente del ansia informativa que generaba la necesidad de movilidad personal, en 1956 funda la agencia de noticias Motor-Press, que nutre de información especializada a diarios y emisoras de radio, y se hace cargo de la revista Motociclismo, primero como empleado de Manuel Cantó; poco después, en calidad de propietario del título.
Muy pronto vislumbró la necesidad de dedicar una atención específica al incipiente mundo del automóvil y en 1961 lanza Autopista, como complemento a Motociclismo.
El conjunto de estas dos publicaciones iba a convertirse en la piedra angular del grupo editorial del Motor más importante de España, con una frenética actividad que dio vida a numerosas revistas de éxito como Automóvil, La Moto, Automecánica, Coche Actual, Moto Verde… y de grandes ediciones especiales como El Año Automóvil y El Año de la Moto, auténticos anales históricos que reunían todo lo que había acontecido en el mundo del automóvil y la motocicleta desde todos los puntos de vista imaginables: novedades, tecnología, mercado, deporte; además de la edición de libros y la creación de revistas corporativas para instituciones y empresas como el Real Moto Club de España y el RACE.
Y todo a partir de aquellas dos revistas –Motociclismo y Autopista– que nacieron siamesas, compartiendo volumen y con una portada en cada cara de la cubierta.
Periodismo centrado en el usuario
La clave del éxito de aquellas publicaciones primigenias de LUIKE, fue, sobre todo, la creación de una nueva forma de periodismo dirigido a la defensa del usuario y en el que destacaban muy especialmente las pruebas de producto.
Cada vehículo probado era sometido a un exhaustivo análisis de su diseño y detalles tecnológicos y a un exigente «Test dinámico» a través del cual se comprobaba desde el confort de marcha hasta la manejabilidad y el comportamiento, así como las prestaciones y el consumo real –con llenados precisos del depósito de combustible– en distintos escenarios. Siempre, por supuesto, después de una cuidadosa puesta a punto en la que se revisaban niveles, presión de ruedas y, si el coche era de gasolina, hasta aproximación de platinos y avance de encendido.
El periodista, armado con su «kit de pruebas» consistente en manómetro, llave de bujías, galgas, un manojo de pequeñas llaves fijas, destornilladores, alicates, cinta métrica, cronómetro y máquina de fotos, no se limitaba a darse una vuelta para quedarse con unas primeras impresiones…
Con el tiempo, LUIKE contaría con un completo Centro Técnico –en el que no faltaría un sofisticado banco de potencia comprado a Bosch a cambio de publicidad– que daría servicio a todas las revistas del grupo, encargándose de todas la mediciones y resolviendo, entre otras cosas, el habitual pique entre redacciones por ver quién obtenía las mejores prestaciones de un coche.
Con su elenco de revistas ya posicionado en todo lo alto, y tras instaurar el Coche del Año en España, cedido posteriormente al diario ABC, Luike se atrevió a mirar a Europa, convirtiéndose en coorganizador de los premios internacionales Car of the Year y redactor de sus primeras bases de participación y criterios de valoración para los jurados.
La constante búsqueda de alianzas estratégicas con otros grandes grupos –editores franceses, ingleses, italianos– también fue decisiva. Pero el gran detonante fue su asociación en 1978 con el potente grupo alemán Vereinigte Motor Verlage, aventura empresarial conjunta de la que surgió LUIKE Motorpress y nacieron numerosos títulos como Navegar, Autoverde, Autovía, Motor Clásico… El elenco total sumaba más de cuarenta cabeceras, contando con colaboradores de lujo como José Antonio Silva –conocido presentador de televisión, a la sazón piloto comercial y escritor– a los mandos de la revista Avión Revue, y Chico Pérez –uno de los grandes informadores de ciclismo en España– para dar forma a las revistas BiciSport y Bike.
Caminos diferentes
20 años después, sin embargo, LUIKE y Motorpress deciden seguir rumbos diferentes y la empresa española explora nuevos segmentos editoriales de la mano de la Editorial Prensa Ibérica, a quien ayuda a dar forma a su Coche del Año de los Lectores, facilitándole además contenidos de Motor para sus diarios digitales.
Mientras, Javier Herrero, director de la revista Motociclismo durante 30 años gloriosos para el deporte de las dos ruedas, decide dar continuidad a la edición de revistas del Motor, cediendo de nuevo las riendas a Luike pocos años después. En esta época nacen nuevas publicaciones, creadas con visión de oportunidad y enfoque certero: Scooting y FórmulaMoto –con sus respectivos catálogos anuales–, Quad&Jet, TodoTerreno, Tecno y, por supuesto, Autofácil.
¿Autofácil? ¿Otra revista de coches? ¿Una simple guía de precios? Algunos augurios anunciaban un fracaso estrepitoso: ¡No había sitio para una publicación más en ese ya superpoblado segmento! Pero Autofácil no iba a ser una revista más. Antes de finalizar su primer año de vida ya era líder absoluta de ventas. Los augures callaron.
Aquí es donde comienza, de verdad, la historia de una revista que nació con el milenio y que cumple veinte años locos, llenos de continuos avatares. Aunque esto casi ha sido la norma desde que el joven Luike decidiera, hace 65 años, que había futuro en el mundo de la información del Motor.