Hace muchos años, el rodaje de un coche nuevo era fundamental. Incluso se utilizaba un aceite de motor específico para rodaje en algunos casos que, pasados unos kilómetros, se sustituía ya por el aceite definitivo. Hoy, en cambio, lo normal es que, cuando vayamos a recoger nuestro coche nuevo, nos digan que no hace falta realizar rodaje alguno. Y, aunque no tiene nada que ver con esos coches de hace medio siglo, nunca está de más seguir unos consejos mínimos.

En la práctica, nos bastará con ser relativamente cuidadosos y seguir estos consejos durante los primeros 1.000 kilómetros del coche. ¿El objetivo? Asegurarnos de que todo se asiente correctamente y, también, aprovechar para comprobar que todos los sistemas (desde el motor hasta el equipo de audio) desempeñan sus funciones sin mayor problema.
Si nos centramos en el caso del motor, la gran cantidad de elementos metálicos que tiene, muchos de ellos lubricados por aceite, provoca que necesiten un periodo de adaptación para que terminen por acoplarse entre sí a la perfección. Con el paso de los kilómetros, las piezas metálicas que están en contacto van ‘limándose’ mutuamente y van apareciendo ligerísimas holguras -tan pequeñas que se miden en centésimas de milímetro- que reducen los rozamientos internos de los diferentes elementos del motor, aumentando su rendimiento -el propulsor no se ve ‘frenado’- y reduciendo su consumo de carburante -no necesita malgastar energía para superar dichos rozamientos-.
De esta forma, te asegurarás de que el motor pueda desarrollar sin problemas su máximo rendimiento, y eso te permitirá tanto disfrutar de su máxima potencia como obtener un consumo lo más bajo posible, siempre dentro de las posibilidades de tu motor. Y, por supuesto, aumentarás la fiabilidad a largo plazo.
Un mal rodaje, sobre todo si se realiza con excesiva brusquedad, puede aumentar el consumo de aceite y de carburante, puede provocar que el motor haga más ruido por pequeños desajustes a largo plazo y, además, podría reducir la vida útil de las piezas que se vean más afectadas.
La clave para realizar un buen rodaje está, principalmente, en conducir con suavidad y sin brusquedades hasta los 1.000 km. Pisa siempre el acelerador con progresividad, dejando que el número de revoluciones aumente con suavidad y tratando de no utilizar más de la mitad del recorrido del pedal.

En un coche de gasolina, los diesel, intenta cambiar de marcha sin superar por mucho las 3.500-4.000 rpm hasta que el coche tenga sus primeros 500 km; después, cada 500 km debes aumentar esa cifra ‘límite’ en 500 rpm de vez en cuando y siempre que el motor esté a su temperatura normal de funcionamiento -ver manual de usuario-; si no, no superes las 2.500-3.000 rpm.
Lo ideal es mezclar recorridos por autopista a velocidad constante con carreteras secundarias con pendientes poco pronunciadas, con poco tráfico; así podrás ‘jugar’ con el acelerador para lograr que el motor vaya ganando y perdiendo revoluciones constantemente.
Además… Durante los primeros 500 kilómetros, evita viajar muy cargado o afrontar fuertes repechos a una velocidad que exija mucho esfuerzo para el motor.
Hasta los 4.000-5.000 km, no conviene acelerar de golpe ni a fondo de forma muy habitual ni durante más de tres o cuatro segundos; además, sí conviene que el motor suba de vueltas progresivamente… pero sin mantenerlo durante más de cinco segundos en una cifra demasiado alta, que en un gasolina son más de unas 5.000 rpm.
Por último, recuerda respetar especialmente los tiempos de calentamiento del motor cuando esté frío (basta con arrancar y dejarlo a ralentí en torno a medio minuto, lo que tardemos en ponernos el cinturón de seguridad, por ejemplo) y, en el caso de los motores turbo sobre todo, también antes de pararlo después de llevar un buen rato funcionando (mantenerlo a ralentí en torno a un minuto es suficiente). Esto último es recomendable hacerlo durante toda la vida del vehículo.
Recuerda que el motor no es el único que necesita cierto rodaje. Este tipo de conducción suave también ayudará a un correcto rodaje de elementos como la caja de cambios, los frenos y las ruedas, que también necesitan unos cientos de kilómetros para rendir al 100%.
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