
El evento fue bautizado por la marca como «Dine on the Line», y transformó dicha línea en todo un salón de celebraciones, con mesas alargadas para que todos los comensales pudieran disfrutar del banquete y del vino.
Pero el objetivo de Rolls-Royce no era solo tener un detalle con sus contados compradores: La firma británica aprovechó para presentar el nuevo Phantom Series II, que compartió protagonismo con los clásicos de los años 30 que adornaban el lugar de la cena.
La marca había establecido un protocolo que fue seguido rigurosamente: Todos los invitados, sin excepción, llegaron a bordo de sendos Rolls-Royce Phantom con chófer, o bien mediante helicóptero. A las puertas de la fábrica, eran recibidos por responsables de Rolls-Royce y se encontraban con una alfombra roja que, siguiéndola, les conducía hasta el lugar del banquete.