No debemos extendernos demasiado en analizar este prototipo desde el punto de vista estético, ya que es idéntico a un Phantom con motor V12, con algunos retoques para integrar los mandos y la instrumentación del sistema eléctrico. El exterior destaca por una carrocería en color Atlantic Chrome y por el Espíritu del Éxtasis que preside el frontal que, en lugar de ser metálico como en el resto de modelos, está realizado en Makrolon -un laminado plástico a base de resina de policarbonato- con retroiluminación en azul. Por dentro encontramos tintes vegetales, inserciones de aluminio en lugar de madera y el indicador del sistema eléctrico.
394 CV
Para mover esta mole de casi seis metros de largo, Rolls ha optado por dos motores eléctricos de 145 kW -uno en cada eje-, que ofrecen una potencia total combinada equivalente a 394 CV con un par de 800 Nm, disponible desde que arranca el coche. Aunque son sólo 59 CV menos que con el motor V12, las prestaciones sufren un poco más de lo esperado, sobre todo por el peso del enorme paquete de baterías, el más grande utilizado nunca en un turismo. La capacidad de este paquete es de 71 kWh y requiere de 20 horas en un enchufe convencional de 220V para lograr una carga completa, tiempo que se reduce hasta las 8 horas en un enchufe trifásico. Si el V12 alcanza los 240 km/h y acelera de 0 a 100 km/h en 5,9 segundos, el 102EX tiene una punta limitada a 160 km/h, mientras que el 0 a 100 km/h lo cubre en 8 segundos. La autonomía es de unos 200 km.
Volviendo al temas de las baterías, la marca británica ha desarrollado un sistema de recarga sin cables, utilizando una plataforma inalámbrica en el suelo del garaje que recarga el coche mediante inducción magnética, una solución muy cómoda pero presumiblemente cara.
¿Llegará al mercado este Phantom EE? De momento es pronto para decirlo, ya que no estamos más que ante una unidad de ensayo. Algunos clientes VIP y medios de comunicación podrán rodar algunos kilómetros durante este año y, a partir de sus valoraciones, se realizarán modificaciones para alcanzar un modelo eléctrico con el verdadero sello de identidad de Rolls-Royce.