Para llegar a tocarlo, empezamos el rutómetro con nuestro SX4 por el norte, en concreto en la rural localidad de Castellar, a muy pocos kilómetros de la populosa, industrial y muy conocida Manresa. Es curioso cómo esta zona, con una gran densidad de población, aún conserva pequeños espacios naturales que la hacen grande, rica y furtiva de caminos de una belleza no creíble hasta que son dibujados por nuestro 4×4. De Castellar en adelante encontraremos una rica oferta de pistas bien planificadas y mejor aún señalizadas que nos irán mostrando una bonita ruta en una zona que en más de una imagen recuerda a la Toscana. El trazado de su orografía, con sus ricos y poblados bosques de monte bajo y pinares, tienen en este inicio de la primavera una exaltación visual y olfativa más que gratificante para ambos sentidos.
Cruce de caminos
El primer punto del camino que nos marcamos en este recorrido es el santuario de Castellfollit de Boix. El tránsito hasta esta referencia, también geográfica, no es complicado, pues todos los cruces cuentan con postes de señalización que nos indican la distancia a la que nos encontramos de nuestro destino. Una vez conquistada la cota más alta de Castellfollit (701 metros), veremos el Santuario de San Pere (siglo XI), con su templo, rectoría y cementerio. Pero lo más llamativo es la nítida imagen que conquistaremos desde esta atalaya. Ante nuestros ojos aparece el gran macizo de Montserrat.
El bosque de Matastacs
El descenso hacia el valle es largo y empinado, prácticamente perderemos la cota alcanzada y también la referencia visual de la montaña; la espesura del Bosque de Matastacs nos ocultará Montserrat.
Si antes las marcas eran claras, ahora los trazos se vuelven confusos y esquivos, como si la mágica montaña ya no nos atrajera a su seno y ahora se revelara como misteriosa y esquiva al tiempo. Tras trabajar la cartografía, daremos con la salida al mal dibujado laberinto. Después de varios despistes, damos con una zona más abierta donde, esta vez sí, la montaña se muestra generosa en toda su magnificencia.
Nos encontramos en las proximidades de Marganell, ya a pocos kilómetros de nuestro destino. A través de espectaculares torrenteras ascendemos, no sin cierta ansiedad, hacia el Parque Natural de la Montaña de Montserrat. Son muchas las indicaciones que nos adelantan que estamos llegando; pero las esquivamos en un intento de preservar la quietud de sus naturales moradores. Pese a todo, a través de torcidos y no menos empinados caminos, alcanzamos la cota final y, al tiempo, la entrada al Monasterio de Montserrat. La montaña nos recibe pétrea, devota, llena de peregrinaje y, por supuesto, con toda su grandeza.
Afortunadamente, llegar a esta cima no implica el final de nuestra excursión 4×4. Son muchos los lugares que rodean a Montserrat y mucho lo que ver todavía. Así, dos zonas deberemos aprovechar para visitar con la misma devoción que las cumbres rocosas: la tierra del cava del bajo Penedés, donde Sant Sadurní y Villafranca son las capitales; así como la mediterránea y cosmopolita Sitges.
Cava y playa
El ocio y la cultura serán los dos ejes de nuestra estancia en el Bajo Penedés y Sitges. En la primera podremos aprender de todo sobre los vinos, especialmente los espumosos, mientras que en Sitges casi todo gira en torno a sus playas (con esculturas incluidas).
Datos Útiles
Distancia
El recorrido 4×4 descrito no supera los 45 kilómetros y discurre por una zona de bosque mediterráneo que no implica mayor dificultad, pues tanto las pistas como los caminos naturales cuentan con un buen drenaje.
Dificultad
En muy pocas ocasiones hemos tenido que bloquear el diferencial central de nuestro Suzuki SX4. Eso sí, en todo momento hemos circulado con la tracción 4×4 conectada en modo automático para evitar posibles pinchazos.
Duración
Con todas las paradas incluidas y contemplando la velocidad máxima de la legislación catalana sobre circulación 4×4, no tardaremos más de tres horas en completar el recorrido.