Ruta por las hoces del río Riaza, donde los buitres vigilan el pantano

Cuando el norte de Segovia mira a Burgos por la N-I, el paisaje se vuelve mucho más salvaje. Las carreteras V-9321 y V-9322 son un ejercicio de sorpresa y parada. Sin prisas, pero sin sosiego, el paisaje marca el escenario. Por desgracia, a menudo, las prisas de llegar al destino, nos hace olvidar las tierras que quedan a su alrededor.


Aquí hay pueblos cuyo nombre suena por primera vez. La salida hacia Villalvilla de Montejo puede ser el comienzo de esta afortunada excursión que nos lleva por una carretera sinuosa a Villaverde de Montejo. El pueblo se encuentra en una hondonada rodeado de lomas en donde hay bodegas excavadas, igual que en Villalvilla, lo que nos recuerda que ya estamos dentro del territorio de la denominación de origen Ribera del Duero. Luego se llega a Montejo de la Vega de la Serrezuela. El escenario no anima a circular muy deprisa.

La abundancia del topónimo Montejo recuerda la antigua comunidad de villa y tierras de Montejo que se formó en esta zona hace casi mil años en el proceso de repoblación de los territorios al sur del Duero. La Serrezuela, a secas o también Serrezuela de Pradales, es esta pequeña sierra que queda desprendida de la cordillera y por la que circulamos disfrutando de sus rincones.

MOntejo e la Vega

Montejo de la Vega de la Serrezuela mantiene mucho de su esencia histórica, con restos de la muralla y el castillo, además de las bodegas subterráneas y el viejo puente sobre el río Riaza. Este nombre es el que nos tiene que importar.

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Este es el punto de acceso al Parque Natural de Hoces del Río Riaza, uno de los espacios naturales más espléndidos de la provincia. Es un conjunto de 12 kilómetros a lo largo del curso medio del río Riaza en el que abundan las hoces y desfiladeros. En el tramo más cercano a Montejo se trata de un valle con una vega al fondo. A unos cuatro kilómetros del pueblo se descubren las ruinas de la iglesia románica de San Martín del Casuar. El enclave es delicioso pero lo bueno no ha hecho más que empezar.

MAderuelo picota

Se entra entonces en el tramo intermedio del parque, donde el río se encaja entre farallones de hasta 150 metros de altura. El tercer tramo es el ocupado por el embalse de Linares, que llega hasta la villa de Maderuelo.

Pueblo de moda en la zona, es Maderuelo, otro de los tesoros de la ruta. Pura historia rodeada de una naturaleza especial. Se encuentra sobre una loma estrecha rodeada por el río Riaza que aquí es muy ancho por ser en realidad el extremo del embalse de Linares.

Poder almorzar junto al pantano desde el restaurante Veracruz, unos callos, o unas buenas judías en esos días de otoño es un golpe de energía para cualquier endocrino.

MAderuelo iglesia santa María

Desde algunos miradores, Maderuelo parece un barco navegando las aguas. La entrada por un arco en la muralla es de las que no se olvidan. Luego se camina entre caserones antiguos en busca de las plazas, las de San Miguel y Santa María, cada una con su iglesia correspondiente.

Los días soleados, hay que empaparse de luz. Algo digno de verse es la ermita prerrománica de la Santa Cruz. Se levanta al otro lado del río, junto al puente. Allí se encontraban unos excepcionales frescos que decoraban completamente su interior, uno de los tesoros de la pintura románica castellana. En su momento fueron trasladados al Museo del Prado, donde pueden contemplarse, pero en los muros queda la impronta, el recuerdo de las formas y colores. El recuerdo de la ruta por este rincón de Segovia también permanece en la memoria.

Mapa de la ruta

El rio Riaza y las carreteras SG V 9321 y SG V 9322 marcan las bases de este recorrido con pueblos como Maderuelo, Moral de Hornuez, y Montejo de la Vega de la Serrezuela marcan los vértices de de la Ruta.

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