Ruta por Laos: Bajo el manto de Buda (II)

Escondido y misterioso, olvidado y seductor, Laos es un escurridizo país selvático en el que difícilmente se detienen las pupilas al vislumbrar un mapa de oriente. De piel esmeralda y corazón budista, hay que buscarlo para discernirlo, pero si apoyamos el dedo en ese sector del plano y finalmente oímos unas ruedas avanzar bajo este verde manto de Buda... habremos llegado a uno de los paraísos 4x4 más furtivos del mundo.


La savia de Laos

El Mekong, arteria principal que hace fluir la sangre que vivifica al país, no sólo genera y extingue la vida, es también una ruta caravanera acuática que desde tiempos inmemoriales ha sido una de las principales vías de transporte y comercio. De aguas tranquilas, su cauce aumenta cuando parte del hielo de los glaciares tibetanos se derrite y llegan las lluvias de la época húmeda. Entonces, islotes y rocas quedan sepultados bajo las riadas impetuosas del deshielo y las violentas tormentas. Las raíces de los árboles que asoman en las orillas y se estiran para alcanzar las aguas que a sus pies transcurren, volverán a ser cubiertas. Unas cotas indican a la población cuándo el nivel de las aguas alcanza niveles peligrosos. El Mekong entonces comenzará a causar la cadena de desastres que suele ocasionar cuando pierde el control de su extraordinaria fuerza.

La cúpula dorada

La estupa dorada de Pha That Luam es el monumento nacional más importante de Laos y su símbolo. Este fúlgido dedo sagrado que apunta al cielo produjo un impacto de fascinación al holandés Gerrit van Wuystoff cuando en 1641 fue enviado por la compañía de su misma nacionalidad de la Indias Orientales a Vientiane. Las hojas de oro que recubrían la gran estupa budista de 49 metros brillaban rabiosamente bajo los rayos del sol. Todo ese oro voló durante los muchos saqueos que, entre los siglos XVIII y XIX, sufrieron por parte de las fuerzas invasoras birmanas y siamesas. La siempre devoradora selva se adueñó de los profanados recintos. Pero fueron los franceses los que se encargaron de su reconstrucción durante la colonización en los años 30 del siglo XX.

BIENVENIDOS AL AÑO 2553

El «Pimai» es la fiesta del Año Nuevo budista, la más importante de Laos. Señala al mismo tiempo el inicio de la estación de lluvias y la tradición marca que sea con agua como se celebre. Todo el mundo arroja agua a todo el mundo. Cuando menos te lo esperas, desde un camión, una moto o en plena calle principal, acabas empapado. En las orillas del Mekong miles de ciudadanos se reúnen para construir estupas y templos de arena. La elegida Miss Pimai irá en una carroza (antaño a lomos de un elefante) seguida por la procesión de aspirantes con su traje típico tribal y decenas de niñas y jovencitas con la indumentaria de gala laosiana, bellezas de pelo azabache, rostros de porcelana tostada y ojos y pómulos sensualmente orientales. Monjes y novicios escoltarán a su vez las carrozas de los venerables monjes de los diferentes templos. Todo es alegría y fiesta durante días, el pueblo baila frenéticamente entre los cabezudos que representan a los genios de la naturaleza y todas las fuentes se convierten en piscinas hasta que llega la ceremonia final de la bendición del nuevo año.

el llanto del tigre

El «País del Millón de Elefantes». Su imagen está por todos sitios, pero ¿dónde está ese millón de elefantes? Laos cuenta con entre 1.100 y 1.350 cautivos o domesticados dedicados a la agricultura o a cortar árboles y entre 200 y 500 salvajes. Apenas 2.000 elefantes, cifras irrisorias para ese millón de antaño. Pero otros muchos animales salvajes están en peligro de extinción, entre ellos el tigre, el gran perseguido. Phet, la tigresa de Luang Prabang, es testigo de ello. Su madre fue asesinada por furtivos nada más nacer, ella y sus hermanos fueron hallados por unos agricultores que los entregaron en la ciudad. Sólo sobrevivió Phet, que, sin madre y en cautividad, no ha podido aprender a cazar y a protegerse. Una sociedad francesa de ayuda a la agricultura se hizo cargo de los gastos y su cuidado. Disfrutó de juegos, mimos y libertad de pequeña, pero creció desmesuradamente y fue recluida en una jaula. Le intentan conseguir un lugar más digno, pero apenas hay dinero. Y allí está, con sus movimientos de cachorro grande, con un poder sobre la vida y la muerte de otros seres que ni ella misma conoce, sin apenas espacio para moverse. Otra víctima más de la codicia por las piezas únicas y la enfermiza obsesión por el vigor sexual que tienen los orientales desde tiempos ancestrales. Esperemos que esto se arregle pronto.

Mujeres con memoria

Son muchas las tribus que componen el conjunto étnico de Laos. Los hmong son los más numerosos y algunos de ellos luchan contra la represión del gobierno comunista. Los akhas son muy humildes y las mujeres, como en todas las tribus del país, son las que conservan la indumentaria tradicional. Van con casquetes de colores adornados con enormes monedas de plata sobre la cabeza y desnudas de cintura para arriba. Son pobres, pero comida, ganado y ropa que ellos confeccionan no les falta. Desaconsejan dar camisetas o caramelos, pues trastornan su modus vivendi y les convierte en pedigüeños, son otras cosas las que necesitan. Eso fue lo que encontramos en otros poblados, una nube de niños pidiendo caramelos y dinero. Las mujeres de la tribu Thai Dam visten con ajustadas chaquetillas cortas azul eléctrico y el pelo bajo una toquilla negra finamente bordada y las Mien, con su gran casquete negro tipo turbante con bordados y una gruesa estola de lana roja al cuello.

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