Comienzo en Monfragüe
El recorrido marcado nace en las mismas puertas del Parque Nacional de la Sierra de Monfragüe y termina en la monumental Trujillo, cuna y casa de conquistadores. Sin duda, toda esta zona es tierra extrema y dura. Tanto es así, que estas dos características bien habrían podido servir para bautizar a la región donde se enclava. Pero de lo que no cabe duda es que de ese carácter duro y extremo nació gran parte del genio conquistador que daría a la incipiente España del reino católico su arranque imperialista por el Nuevo Mundo. Por eso, hoy, Trujillo no sólo es la patria de Francisco de Orellana o del propio Francisco Pizarro, sino de otros valedores de la conquista americana, como Diego García de Paredes, Alonso de Monroy o Hernando Alarcón. Todos aprovecharon su recio origen para imponerse en tierras de allende los mares. A éstos y otros muchos nombres anónimos, también trujillanos, debe Trujillo el gran impulso arquitectónico, de enorme valor histórico artístico, que han hecho de esta ciudad una de las más bellas de Extremadura y también una de las más visitadas.
Entorno único en plena madrugada
El rutómetro marcado para esta pequeña conquista natural y monumental a lomos de nuestro Hyundai Santa Fe nace a pocos kilómetros de la ciudad de Plasencia y de la autopista EX-A1. El primer punto de referencia es la Estación de la Bazagona, pero nosotros quisimos aprovechar las primeras luces del alba para disfrutar de un entorno único en su mayor esplendor. Así, decidimos hacer noche en el Hotel Rural Puerta de Monfragüe, un establecimiento sencillo, cómodo y, sobre todo, estratégicamente situado para el inicio de la ruta. Y es que nada más salir por su puerta, das dos pasos y ya estás entrando por la del parque nacional.
Bien dice el refrán que a quien madruga Dios le ayuda. Y nuestra recompensa no tardó en llegar. No sólo por los colores naturales, limpios y frescos de la mañana, sino por la llegada de los habitantes locales: los ciervos, rapaces y carroñeras que nos alegraron la vista con sus furtivas y sorpresivas apariciones. Así, con tan importante recompensa mañanera, el día prometía ser productivo.
Barrancos labrados por el Tiétar
El primer punto de parada fue el mirador de la Portilla del Tiétar. Los barrancos labrados por este caudal ofrecen farallones inaccesibles y propios para el anidamiento de aves rapaces y carroñeras. Así, el echarse unos prismáticos al coche o un especializado visor terrestre es más que obligatorio para este viaje. El tramo discurre lento, pues las vistas reclaman a cada instante asaltando al viajero con horizontes teñidos del añil del cielo o el turquesa de las aguas. Siete miradores más nos detendrán durante muchos minutos para intentar escudriñar en la horizontalidad del paisaje… o en su verticalidad aquellos moradores que, agazapados, viven en una libertad observada y protegida por el marco de este Parque Nacional.
En el centro de este paraíso natural encontramos la aldea de Villarreal de San Carlos, núcleo urbano creado por Carlos III para albergar a la milicia que protegía de bandoleros y bandidos el próximo Puente del Arzobispo. Hoy, en esta reducida población encontraremos detalles especiales del parque en varios edificios dedicados a la interpretación.
El área de Monfragüe fue declarada Parque Natural en 1979, para pasar a ser considerada Parque Nacional en 2007. Ocupa una extensión de 18.000 hectáreas y tiene censadas más de 250 parejas reproductoras de buitre negro, lo que supone la mayor colonia de esta especie en su área de reproducción. También, el parque es morada y casa de águilas imperiales, cigüeñas negras y el siempre amenazado lince ibérico.
Ocho kilómetros a pie
Tras visitar el centro de interpretación y reponer fuerzas en uno de los restaurantes de Villarreal, retomamos rumbo hacia otro importante hito del camino: El Castillo-Ermita de Nuestra Señora de Montegaudio. Para los más intrépidos existe la posibilidad de recorrer este tramo a pie, con un trazado de dificultad media-baja cuya longitud ronda los ocho kilómetros. Eso sí, posteriormente pueden ser recogidos en lo alto de esta ermita fortaleza por el 4×4. El paseo merece la pena a poco que las fuerzas o cierta costumbre de andar nos acompañe. Sólo necesitamos la paciencia de un conductor comprensivo que nos espere el tiempo que tardemos en realizar el tramo a pie.
Desde la ermita-fortaleza el rutómetro abandona los barrancos y verticalidades del Tiétar y el Tajo para dar paso a la dehesa extremeña en su más pura esencia: alcornocales, prados, horizontes ondulados, cerdos ibéricos, ganado vacuno y bovino nos acompañarán el resto del tramo hasta Trujillo, punto final de nuestro recorrido. Los hitos que nos marcarán el tramo serán: Torrejón el Rubio, el río Almonte, Aldea de Trujillo y la ciudad de Trujillo. El tránsito se hace a través de cancelas de ganado que debemos abrir y cerrar para evitar la posible fuga y daño de éste. Aunque el tramo es corto, el tiempo empleado es largo, pues la velocidad que debemos emplear es la mínima tanto por el propio paisaje como por no alterar el plácido pastar de sus moradores. Es por esto que Trujillo nos recibirá ya con los últimos rayos invernales del sol. Sobria de luz, pero majestuosa de historia y arquitectura que sus más venerables hijos dejaron para la posteridad y gloria de sus hazañas.
Trujillo
Cuando el viajero entra en su Plaza Mayor y centra sus ojos en la estatua ecuestre de Francisco Pizarro que la preside, es como si el tiempo se hubiera quedado atrapado en el pasado épico de sus más ilustres hijos. En Trujillo, además, no hay que dejar de recorrer calles y visitar su museos: el de La Coria, el de Pizarro, el del Traje, el Rural Etnográfico o el del Queso y del Vino. En todos ellos se aprende más que recibiendo clase de historia todo un año. Más info: www.trujillo.es
Mapa: Michelin
Consejos TT
Para la ruta
Serán muchos los puntos de inflexión que hallaremos durante este recorrido, y en todos ellos el viajero encontrará escondrijos para la observación de la fauna de este parque. Así, además de agua y prismáticos para la espera en el acecho de observación, si queremos hacer un poco de trekking por las rutas balizadas, el calzado deberá ser especializado.
Para el rutero
Es absolutamente imprescindible ir cargado con un buen GPS, pues perderse por las dehesas y las mil cancelas que contienen al ganado será más que fácil. Además, la cartografía no está muy actualizada, con lo que serán mucho más el instinto y la orientación los que nos salven de un extravío seguro. En cualquier caso, los barrancos y cauces no nos dejarán ir muy lejos.
Datos Útiles
Distancia
El trazado cuenta con algo más de 70 kilómetros entre asfalto y dehesas. En su primera parte discurre por el Parque Nacional y la zona de barrancos del Tiétar y el Tajo siempre guiados por el infranqueable alquitrán. El tramo final deja paso a las dehesas de alcornocales y pastizales de vacuno y ovino.
Dificultad
En ninguno de los tramos encontramos dificultades reseñables o insalvables. Pero sí es verdad que en la zona baja de las dehesas podemos toparnos con espontáneos arroyos en días de lluvia, que se pueden colmatar en zonas bajas y provocar profundas balsas de agua; precisamente en campos de ganado vacuno bravo.
Duración
Todo el recorrido, pese a lo mesurado de los tramos off road, es posible que no se pueda realizar en una sola jornada. Las constantes paradas en miradores, las observaciones de fauna, el centro de interpretación, el trekking recomendado a la ermita o la visita a Trujillo nos ocuparán ampliamente un par de días.
Fecha
Diciembre de 2008.
Climatología
Hablar del clima de Extremadura es una redundancia sobre su nombre: extremo y duro. Es el propio de nuestro clima continental, pero llevado a sus valores límite en invierno y en verano.
CARTOGRAFÍA
n I.G.N. 1:50.000
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Donde comer y dormir
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