España en Cabrio (VIII): En BMW Z4 por las curvas que guardan la calidad en las tierras de Valdeorras

Pedro Madera
Pedro Madera

Mucho y bueno se guarda en estas tierras orensanas para disfrutar del BMW Z4. El vino es la excusa para una ruta perfecta en un cabrio amigo de las carreteras sinuosas y de los cambios de tiempo rápidos. Conocer Valdeorras es mucho más que vino. Estamos en la Galicia berciana o en el Bierzo gallego. La N-120 es el hilo conductor de un paisaje donde el vino pone en valor la tierra.

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Los libros de historia hablan de cuando el Vierzo (antaño se escribía con V) era provincia y los aficionados a la montaña saben que subir a la Peña Trevinca es subir al techo de Galicia, con sus 2.126 metros. Pero lo que no todos saben es que Valdeorras es el embrión de la uva Godello y sus pueblos están marcados por muchos de sus viñedos que parecen estar vigilando todos los pueblos de la zona.

En torno a la N-120 se abren numerosas carreteras estrechas, cada vez mejor asfaltadas que lo convierten en un lugar perfecto para disfrutar de este deportivo de BMW Z4 que se ha desarrollado en paralelo con el Toyota Supra. La puesta a punto es responsabilidad de cada marca, pero el cliente tiene la última capacidad de elección. Desde un poco más de 50.000 euros se puede tener acceso a un vehículo para usar a diario y que se hace fuerte en carreteras sinuosas como las de esta zona.

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Dejando Villafranca de Bierzo, la carretera N-120 parece vincularse a la línea que marca el río Sil. El vino de la D. O. Valdeorras parece ser el vínculo de la ruta y los pueblos que se integran participan cada uno a su manera de este escenario. Creada en el año 1945, abarca casi 50 bodegas repartidas por los municipios de A Rúa, A Veiga, Carballeda de Valdeorras, Larouco, O Barco, O Bolo, Petín, Rubiá y Vilamartín.

Una de las características principales de esta D.O es la uva Godello, la variedad de uva más importante de esta comarca. Autóctona de la ribera del Sil, ofrece unos matices más complejos que otras similares, como la vecina Albariño, por su mayor capacidad de envejecimiento en barricas de madera. Los vinos que proporciona esta uva son finos y suaves, con gran cuerpo y de graduación baja, con aromas frutales y florales. Este punto de sofisticación parece transmitirse en su carretera.

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Nuestro viaje comienza, como no podía ser de otro modo en O Barco de Valdeorras, una tierra cuya historia se remonta a la época romana, de la que dan buena cuenta de ello los puentes que en su tiempo unieron vías importantes como la Vía Nova. Son varias las bodegas que podemos encontrar en la localidad y que podremos visitar para probar sus vinos.

Siguiendo el cauce del río Sil, la siguiente parada es Vilamartín de Valdeorras, el municipio de la comarca con más pazos y casas blasonadas. Los pazos de Arcos, de La Portela, de Outeiro, ostentan varios escudos de armas. Si el camino entre los dos municipios preferís realizarlo a pie al otro lado del río del que discurre la carretera, encontraréis rincones maravillosos como el Castelo de Arnado, que parece un juego arquitectónico frente al sentido común de los caminos, o el mirador O Noso Banco, y, a la altura de Vilamartín, los restos del Convento dos Trinitarios de Correxais.

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En toda ruta hay lugares obligados de parar. Uno de ello es A Rúa, con el Embalse de San Martiño presidiendo, es uno de los municipios más importantes para la D.O de Valdeorras. Aquí podremos encontrar varias de las cuevas bodega más importantes, y, además podremos visitarlas, probar sus vinos, e incluso aprender a podar caminando entre las cepas. A Rúa es la localidad con mayor número de bodegas de la D.O. Justo al otro lado del río se encuentra Petín, un pequeño municipio que pertenece a la D.O. La orilla del embalse es un perfecto disfrutar de la tranquilidad del paisaje local.

Para seguir conociendo las localidades que conforman y producen los vinos de esta D.O tenemos que desviarnos del recorrido del río hacia el municipio de Carballal, un pueblo muy pequeñito pero con el atractivo de las bodegas como principal reclamo. Más al oeste localizamos Larouco, también muy importante en la comarca por la producción de vino. De todos estos lugares por los que vamos parando salen rutas a pie preciosas por las laderas de los montes y ríos de la provincia de Ourense, por lo que si eres amante del trekking y no vienes solo por el vino no pierdas la oportunidad de conocer los maravillosos paisajes de la zona. Además muchos de los caminos vecinales están sin asfaltar por lo que dejar el coche aparcado puede ser una buena idea.

O Bolo

La penúltima parada de la ruta la realizaremos en O Bolo, volviendo un poco hacia el este y dejando a ambos lados posibles paradas para la desconexión como en la parroquia de Lentellais, o, si nos queremos perder un poco por la comarca y su naturaleza, llegar al mirador de Salesa pasando a visitar la iglesia de San Xoán de Celavente. Una vez en O Bolo, nos daremos cuenta de que no solo el vino es reclamo para venir al pueblo, el Castelo do Bolo o las vistas desde la iglesia de Santa María hacen de la localidad una parada perfecta en el camino.

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Sin embargo, todo queda en segundo lugar cuando se ve por primera vez el Santuario de As Hermidas… La llegada por las calles estrechas nos obliga a llegar con mucho cuidado, pero merece la pena. El lugar es único y la sensación de estar alejados del mundo es muy especial. Un picnic junto al río, con algunos productos locales parece casi una obligación, más aún si nos encontramos con alguno de los que parecen haberse retirado del mundo en entre piornos, viñedos y casas de piedra.

Para finalizar con el recorrido por la comarca de Valdeorras nos dirigimos a Veiga, al sur del imponente Embalse de Prada. Para los amantes de la naturaleza y de las rutas un sitio ideal por la cantidad de iglesias y parroquias que hay alrededor, las playas fluviales que se han creado a orillas del embalse y todas las opciones que el entorno ofrece. Una ruta perfecta para demostrar que los cabrio no tienen estación porque se puede usar todo el año.