El otoño es perfecto para salir de casa y descubrir un nuevo abanico de posibilidades de ocio. Lugares de la provincia de Lleida lo atestiguan, que además ofrecen una serie de deliciosos platos típicos y con identidad propia capaces de dejar un recuerdo indeleble en nuestro paladar.
La tradición ganadera y agrícola del lugar ha permitido desarrollar a su alrededor toda una serie de platos típicos basadas en la carne de caza, las setas y otros productos de la tierra que, sin duda, bien merecen un buen viaje.
Caracoles, escalivada de bacalao, platos con setas – estamos en plena temporada –, fricandó (un guiso de carne con setas realizado en cazuela de barro), deliciosos platos pasteleros como las empanadas de espinacas y piñones o las Cristinas de San Blas.
Algunos son platos sencillos de origen medieval que, sin embargo, jamás pasan de moda con un especial énfasis en la seta, materia prima de gran cantidad de platos ya sea en un papel secundario o protagonista, y cuya influencia se extiende por toda la región.
Una primera parada en Cervera, es casi obligada. Una deliciosa oferta, la micológica, que salpica toda la geografía leridana. De la denominada ruta de La Segarra, en el centro de Lérida, emanan ya no pocas bondades de la gastronomía regional. Precisamente de aquí provienen las empanadas de espinacas o panadons y otras obras pasteleras más dulces como las galletas del Campanar o Saginas, de almendra y azúcar, que encontraremos en muchos templos del buen comer leridanos. Porque no todo son setas en el plato de un leridano de pro.
Hay que subrayar que, al margen de la montaña, el interior de Lérida es, todavía, una gran desconocida que merece la pena explorar. La ruta por Terres de Lleida multitud de pequeños pueblos medievales salpicando su montañosa geografía. Una buena opción es, desde la propia Lérida, internarse en la Sierra del Monstsec, la Torre de Vallferosa o Arbeca, por ejemplo. Cada pueblo es una sorpresa. Aceite, vino y verduras de los muchos huertos caseros nos van a permitir alargar la ruta y desear un vehículo más grande.
Y cuando subimos a la montaña la oferta se vuelve más local. Cada valle ofrece multitud de rutas de senderismo por parques naturales pirenaicos como la Alta Ribagorça, la Cerdanya, el Alt Urgell, el Pallars Jussà y Sobira, el Valle de Arán….
No podemos perdernos en coche por pueblos medievales de montaña como Guimerà, en el Uriel, donde degustar deliciosos platos caseros con productos de la tierra leridana. Si encontramos un puchero con frincadó con setas y orejones, es una petición obligada. Está delicioso y gusta a todo el mundo.
Desde allí podemos optar por visitar Penelles, una pequeña villa con un gran legado de arte mural que le puede dotar a nuestra ruta de un atractivo adicional, y Montsonis, otro pueblo medieval en la comarca de la Noguera ubicado entre grandes peñas y desfiladeros. La carne de jabalí o ciervo es otra delicatessen gastronómica del valle. El camino asfaltado y revirado ayuda a hacer hambre. La recogida de la seta comienza en las zonas montañosas como la Alta Ribaborza, en el Valle de Arán, y se prolonga durante septiembre hasta finales de año, beneficiándose además de las lluvias caídas durante las últimas semanas. Un ambiente húmedo que beneficia el surgimiento de Císcalos, rebozuelos, lenguas de gato y todo tipo de deliciosos boletus están a nuestro alcance para degustar buenos platos o bien nos distraigamos en plena naturaleza con su recogida.