El freetrack sale al mercado con dos motorizaciones, una diésel y otra de gasolina, y un único acabado. Y ambas con el mismo precio, 29.900 euros, lo que le sitúa en una posición de ventaja ante su posible competencia. En su contra juega el hecho de no disponer de la tan en boga tercera fila de asientos, común en muchos de los nuevos crossover.
Carrocería 7,5 ptos.
Utiliza el mismo monocasco que el Altea XL, y la variación en las medidas se debe a las protecciones plásticas de los nuevos paragolpes y pasos de rueda, que hacen ganar un centímetro de ancho y otro de largo, mientras que los cuatro de altura se deben a las llantas de 17 pulgadas y a unas suspensiones modificadas.
En el nuevo modelo también se ha modificado la toma de aire, ahora en forma de nido de beja, y la disposición de los antiniebla. Por lo demás, guarda una total similitud con el Altea XL.
Habitáculo 7,5 ptos.
En su interior, también conserva las líneas generales del XL, aunque se han empleado colores distintos en plásticos, guarnecidos y tapicerías, siempre con una buena calidad de materiales y acabados. Una vez más, se nota la mano de Volkswagen.
Los asientos delanteros, como viene siendo habitual en la marca, presentan un carácter más deportivo y resultan muy envolventes; casi estrechos para lo habitual en los vehículos 4×4 convencionales, aunque ofrecen un elevado grado de sujeción lateral, siendo la postura de conducción óptima.
Las plazas traseras también resultan cómodas, sobre todo por los 16 centímetros que puede desplazarse la banqueta longitudinalmente. El freetrack no contempla la posibilidad de montar una tercera fila de asientos, ya que su corta batalla implicaría montar ésta por detrás del eje trasero.
Por contra, se ofrece un equipamiento de serie muy completo; incluye inlcuso una pantalla TFT para las plazas traseras con conexiones RCA para adaptar múltiples dispositivos audiovisuales.
Motor 8,5 ptos.
Seat ha elegido para animar al freetrack sendas mecánicas de dos litros, ambas de inyección directa y sobrealimentadas: una de gasóleo que rinde 170 CV de potencia y otra de gasolina que alcanza los 200. En ambos casos, con unas prestaciones brillantes y unos consumos ajustados, especialmente en el caso de la diésel, en la que no se superan los siete litros de combustible por cada 100 kilómetros recorridos.
Estos motores son utilizados por algunos de los modelos más exclusivos de la marca, como el León FR, por lo que el fabricante ha querido enfatizar el carácter deportivo del freetrack.
En breve se ampliará la gama mecánica con otro turbodiésel de 140 CV por 26.500 euros, aunque disponible en principio sólo con tracción delantera, si bien en el futuro es probable que se ofrezca en 4×4.
Transmisión 7,0 ptos.
Como otros modelos del grupo VAG que cuentan con versiones de tracción total, caso del Octavia o del Golf, para este Seat se ha optado por un sistema de embrague multidiscos de tipo Haldex para distribuir el par y hacer llegar hasta un 50% de la fuerza del motor a las ruedas traseras si se detecta pérdida de tracción en el eje delantero. El sistema se completa con el TCS y el ESP, que incluye, además, función para remolque.
Las dos motorizaciones disponibles se asocian a una caja de cambios manual de seis relaciones y no se prevé, al menos a corto plazo, que se ofrezca, ni como opción, el cambio automático.
Suspensiones 6,5 ptos.
Los esquemas de las suspensiones también son tomados del Altea de tracción delantera, es decir, conjuntos McPherson para las ruedas delanteras y diseños multibrazo en el eje posterior. Sin embargo, para mejorar el rendimiento del Altea fuera del asfalto se ha recurrido a unos amortiguadores con un depósito de aceite de mayores dimensiones y a muelles un poco más largos (tres centímetros), que elevan la altura de la carrocería y aumentan el recorrido de las suspensiones.
En cuanto al equipo de frenado, se recurre a discos autoventilados en las ruedas delanteras y macizos para las traseras, acompañados de antibloqueo, distribuidor electrónico, etc.
Por dentro y por fuera
El interior se ha diseñado en tonos bicolor (negro y tierra) y con una disposición de la instrumentación idéntica a la del Altea XL ,salvo por una palanca de cambios específica para esta versión todocamino.El freetrack incluye de serie una pantalla TFT de siete pulgdas para las plazas traseras.Las butacas delanteras ofrecen un alto grado de sujeción y la banqueta trasera se puede desplazar longitudinalmente hasta 16 centímetros. El maletero dispone de 593 litros capacidad. El navegador con pantalla de 6,5 pulgadas forma parte del equipamiento opcional.
Sobre asfalto y pistas en buen estado, la combinación de chasis y motor le dota de un gran dinamismo.Este Altea estrena una llanta exclusiva de 17 pulgadas y cinco brazos, sobre la que se monta un neumático en medida 225/55.Un embrague Haldex es el encargado de proveer de tracción al eje trasero del freetrack.
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Cómo va
Sin temor a equivocarnos, podemos aseverar que el Altea freetrack es el más deportivo de los todocamino compactos, tanto por sus mecánicas como por el tacto de su dirección.
Sobre asfalto, el comportamiento es prácticamente el de un turismo. No se detectan apenas balanceos de carrocería en el paso por curva y la mecánica de gasóleo se muestra muy dispuesta a subir de vueltas, resultando bastante elástica. De los 200 CV de la de gasolina, en la toma de contacto no llegamos a ser capaces de utilizar el 70% de los mismos.
A la hora de rodar fuera del asfalto, el freetrack nos sorprendió gratamente por la forma de desenvolverse sobre las pistas gallegas en que realizamos nuestra prueba. Si bien es cierto que no hubimos de lidiar con tramos rotos, sí es verdad que a ritmos altos le costaba perder la trazada, a pesar de que el ESP no se notaba demasiado intrusivo y las pequeñas veleidades sobreviradoras se corregían fácilmente con un leve golpe de gas.
Sobre los cortos tramos embarrados, y siempre con cierta inercia (por precaución), el Altea no presentó mayores problemas para avanzar.
Aunque no intentamos ninguna aventura trialera, la simple lógica y, sobre todo, las leyes de la física, nos indican que afrontar cualquier obstáculo de más de 15 centímetros de altura supone una grave amenaza para los bajos de este dinámico todocamino.
Derivados de turismo
El freetrack no es el primer modelo 4×4 nacido de la evolución de un turismo. Pero si nos centramos en concreto en la evolución de modelos monovolumen, el antecedente más directo es el Renault Scénic RX4, que tuvo una efímera y poco exitosa vida comercial entre 2000 y 2003 y que no se ha visto continuada con la nueva generación del Scénic. A otro nivel, podríamos señalar los casos del Skoda Octavia Combi, los Volkswagen Caravelle y California o el Alfa Romeo Crosswagon, entre otros. En el extremo opuesto encontraríamos los casos de las versiones de tracción delantera o trasera de modelos nacidos como 4×4, habituales en Estados Unidos y cada vez más en nuestro mercado, donde casi todos los todocamino y pick up disponen ya de versión 4×2. |
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Ficha Técnica
Prestaciones
Consumo
Valoración
Equipamiento, Seguridad y Funcional
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Los rivales

Nissan X-Trail
Este recién renovado todocamino cuenta con una mecánica diésel equiparable a la del freetrack y mejores aptitudes camperas, pero su precio no es tan competitivo.
Motor: 2.184 a 2.488 cm3 Potencia: de 136 a 165 CV. Par: de 192 a 314 Nm Reductora: No Velocidad máxima: 178 a 190 km/h Precio: de 28.230 a 34.320 euros.

Skoda Octavia Scout
El familiar de Skoda ofrece más espacio interior, sobre todo de maletero, pero ni el equipamiento de serie ni las mecánicas están a la altura del Seat.
Motor: 1.984 a 1.968 cm3 Potencia: de 140 a 150 CV. Par: de 200 a 320 Nm Reductora: No Velocidad máxima: de 197 a 200 km/h Precio: de 26.450 a 27.100 euros.

Toyota RAV4
Con similares prestaciones y aptitudes fuera del asfalto, el modelo japonés es sensiblemente más caro que el fabricado en Martorell.
Motor: 1.998 a 2.231 cm3 Potencia: de 136 a 177 CV. Par: de 145 a 280 Nm Reductora: No Velocidad máxima: 180 a 200 km/h Precio: de 26.100 a 36.100 euros.
Por fuera
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