Escaparse es una necesidad y un auténtico gozo al volante cuando optamos por una ruta llena de carreteras inolvidables cuyas curvas y trazos nos ofrecen buenas panorámicas y paradas en pueblos con cultura, historia y buena gastronomía. El nuevo OPEL Crossland es perfecto para esta aventura. Espacio, movilidad y bajo consumo son buenos alicientes para disfrutar de este territorio tan cercano.
El Alto Garona presume de Toulouse, pero guarda muchos otros lugares que reúnen todas estas características y nos permite salir de España sin tampoco alejarnos demasiado, con lo que cruzar la carretera D125 nos sirve para una escapada de días, un fin de semana largo o una semana reposada sin prisas.
1.- Bagnères de Luchon

Nuestro camino empieza en los Pirineos respirando entre las montañas galas en la región de Occitania, en el Alto Garona, a una hora y media de Toulouse ciudad. Aquí podemos optar por un turismo de deporte o de bienestar, ya que el pueblo se presta a numerosas actividades deportivas (escalada, esquí, senderismo, bicicleta, rafting, piragüismo) como al turismo termal. Importante en ambos sentidos es el agua, ya que de ahí viene el nombre del lugar: Luchón es Illixion, que no es sino la diosa del agua.
Pero tanto para los intrépidos como los que gustan del relax podrán complementar la visita con un paseo por sus calles con restos romanos y románicos (forma parte del camino de Santiago francés) y su estilo arquitectónico Belle Epoque con sus villas y palacetes, su casino y teatro, todo aderezado por una cocina contundente, como sugiere su alma montañera. Carnes y guisos, caza y buenos quesos son los platos fuertes aunque también destacan el pistacho, receta a base frijoles y cordero, y el peteram, hecho con tripas de cordero.
2.- Saint Bertrand de Comminges

Seguimos por las montañas y pasamos al paisaje de las bellas colinas de Comminges, coronadas por la catedral románico gótica de Sainte-Marie, que nos avisa que seguimos aún en la senda del apóstol. Aquí además de la tumba del obispo que da nombre al pueblo podremos ver un precioso claustro y unas bellas vidrieras renacentistas. Es el día perfecto para disfrutar de todo el entorno con nuestro OPEL Crossland.
El resto de la ciudad con sus huellas medievales merece la parada, pero además podemos sumergirnos en las ruinas de la ciudad romana de Lugdunum. Todo en este lugar gira en torno a la catedral, ubicada en el punto más alto, y además el pueblo amurallado está en cuesta, así que hay que ir con las pilas cargadas, aunque también hay un pequeño tren turístico que nos ahorrará la costosa subida a los más remolones.
Nuestra recomendación es la visita a la catedral, reconocida como patrimonio artístico de la Unesco y después comer en Simones o tomar un aperitivo, disfrutando de unas vistas espectaculares a las montañas. Otra de las opciones que nos dejarán buen sabor de boca es La Mesa de Saint-Bertrand.
3.- Martres-Tolosane

Estamos en una de las grandes sorpresas del camino. Esta población es muy conocida por su cerámica. Sus pintorescas casas y calles recogen construcciones mezcladas de barro, madera y ladrillos apiñadas en una aldea circular, aunque entre los hitos de la ciudad está el castillo de Martres de los siglos XVI y XVII, la Iglesia de St Pierre aux Liens y el Castillo de Aurignac, además de la iglesia de Sant Vidian, que se erige sobre una necrópolis paleocristiana. La visita a Le Gran Presbytere es la mejor manera de conocer a los artistas que se prodigan en la zona.
Si todo esto aún no nos invita a aparcar y estirar las piernas, este pequeño enclave se hace grande gracias a la Guía Michelin, que nos recomienda Maison Castet, un negocio con cocina muy cuidada pero con acento local y con platos estrellas como costillas de cochinillo, tarta de hojaldre, morcilla y manzanas a la sidra.
4.- Cazères

Puede parecer simplemente una pequeña población junto al Garona pero desde hace unos años esta población se ha convertido en un símbolo de la manera de entender el rio y su entorno.
La casa del rio es un buen ejemplo de como se puede explicar el rio a niños y mayores. Por supuesto se da conocer la historia del rio y luego se explica los problemas que ha ocasionado a la largo de la historia.
Cómo hay que creer en el futuro, se dan soluciones e indicaciones para transformar esa masa de agua en un nuevo caudal de vida que sirve para volver a plantar arroz o para practicar deporte. Eugenia y su equipo saben como aprender a amar esta tierra. La visita a su mercado también es obligada.
5.- Rieux-Volvestre

Llegando este punto, la belleza melancólica de esta ruta llena de huellas de peregrino. Todo aquí nos sumerge en el medievo más espiritual por sus monumentos, sus montes verdes y sus cocinas de obispo (aunque más que como monjes comeremos como señores).
Aquí no podemos dejar de contemplar la gótica catedral de Rieux o Sant Marie, que nos llama la atención por su ladrillo rojizo; Maison à pans de Bois, una curiosa casa señorial de madera de dos plantas del siglo XV, la torre señorial «La tourasse» del siglo XIII, que tuvo diversos usos a lo largo de la historia, y perdernos entre su arquitectura medieval con casitas de madera. Otra opción es disfrutar de los alrededores del río Arize con rutas diferentes saliendo por el puente de Auriac.
Si queremos sumergirnos en la zona podemos comer en La Halle, con trato familiar y económico, y probar una auténtica cassoulet típica de la zona, un guiso hecho con caldo de pollo, alubias, salchicha, tocino y pato y gratinado en el horno.
6.- Saint-Félix Laugarais

Llegando a Saint-Felix en la montaña negra francesa parece que entramos en un pueblo de cuento, con su plaza, su castillo y sus casitas de madera, por no mencionar su excelente colegiata del siglo XIV.
Nada de irse a Disneylandia, esto es auténtico. Pero no solo la visita es hermosa, también sus campos de trigo y girasoles a finales de verano con sus antiguos molinos cortando el horizonte. Una cura del estrés en toda regla. Nuestra propuesta es hacer una breve parada con entremeses locales en Restaurante la Cocagne y si el bolsillo nos lo permite comer en Auberge du Poids Public con vistas a la campiña con menús degustación desde 60 euros (vegetariano desde 48) y menú del día a 27 euros. Su cocina es delicada e innovadora con base en la cocina local con toques de autor. Ojo a la panadería del pueblo… Lo mejor de lo mejor.
7.- Revel

Es como un pueblo de cuento. El museo de la Madera demuestra lo bonito que es un oficio cuando se forma a los jóvenes. Es un lugar estupendo donde se puede aprender mucho sobre la madera y el mobiliario convertido en obras de arte.
La antigua Bastide da mucha personalidad a la plaza central del pueblo donde se instala un mercado muy autentico donde los agricultores locales venden todos sus productos. Además en esta población se encuentra el Lago de Saint Ferreol que a través de la llamada Rigole de la plaine alimenta el Canal del Midi, obra sublime de ingeniería.