En el funcionamiento de los motores de combustión interna se generan rozamientos internos por el desplazamiento de las piezas que lo componen. Los pistones, en su desplazamiento del P.M.S. (Punto muerto superior) al P.M.I. (Punto muerto inferior), provocan rozamiento y fricción en las paredes del cilindro a través de los segmentos, en las muñequillas de biela en el cigüeñal, etc.
Esta fricción, unida a la temperatura que se genera en el tiempo de explosión de la mezcla aire-gasolina (vehículo de combustible gasolina) o combustión aire-gasoil (vehículo de combustible diésel), provoca que en el motor se produzca un aumento progresivo de temperatura.
Para regular y controlar la temperatura del motor se utiliza un sistema de refrigeración compuesto por una bomba de líquido refrigerante, manguitos, eletroventiladores, radiadores, sensores de temperatura, termocontactos y termostato. El termostato es una pieza de vital importancia para el buen funcionamiento del motor, para controlar las emisiones contaminantes, los sistemas de inyección, entre otros.
Es una válvula con un muelle que se encarga de regular la cantidad de líquido refrigerante que pasa del bloque del motor al radiador de refrigeración del mismo, para conseguir que el motor funcione adecuadamente. Cuando el motor se pone en marcha, la temperatura comienza a subir, reflejándose en un reloj analógico o digital situado en el cuadro de instrumento.
Mientras que la temperatura del líquido refrigerante no alcanza un determinado valor, el termostato no se abrirá. Una vez que el líquido refrigerante llegue a la temperatura adecuada y a la que el termostato está fabricado para abrirse, éste abre el paso de líquido refrigerante hacia el radiador del motor, el cual está situado en la parte frontal del vehículo.
Una vez que el termostato está abierto y el motor sigue funcionando, se alcanza la temperatura idónea de funcionamiento que son 90ºC y si todos los componentes que forman el circuito de refrigeración están bien (electroventilador, sensores de temperatura, radiador de motor, bomba de agua, etc.) la temperatura se mantendrá constante.
Habitualmente el termostato tiene grabado la temperatura a la que se va a abrir. Los termostatos más antiguos indicaban la temperatura de apertura y cierre (92ºC-82ºC), esto significa que abre a 92ºC y cierra cuando el líquido refrigerante por la acción del eletroventilador del radiador baja a 82ºC.
Para que el motor funcione de una forma correcta, el termostato tiene que regular la temperatura del líquido refrigerante a 90ºC, y si notamos que la temperatura del motor no sube más de 60ºC o se pasa de los 90ºC, tenemos una avería casi segura en el termostato. Si la temperatura no es la adecuada puede provocar averías muy graves para nuestro motor. Si no sube más de 60ºC va a provocar que el vehículo consuma más combustible y si es superior a 90ºC podemos darle un calentón al motor y provocar una avería grave.
En la actualidad, existen termostatos tradicionales y termostatos controlados electrónicamente, con unas funciones más avanzadas y adaptadas a los motores que se comercializan hoy en día. Un buen mantenimiento en el sistema de refrigeración de nuestro vehículo, utilizar anticongelantes de buena calidad, no mezclar o echar agua al circuito, hará que la durabilidad de nuestro motor sea mayor y que el consumo de combustible y las emisiones contaminantes sean menores.
[sf_btn type=»newsletter» txt=»¿Quieres recibir nuestra newsletter? Haz clic aquí» url=»https://news.luike.com/registro-autofacil-luike-news»]