Pues bien, el día después de recoger este Mercedes CLS 250 CDI, estuve con David. Yo creo que él, como su tío, tiene gasolina en las venas; por eso mismo, acostumbra a insistir en que le deje sentarse al volante de cada coche con un efusivo: -¡¡a cundusí, a cundusí!!- -que, traducido, significa -a conducir–. Con el CLS, también le pasó, pero acompañó el -a cundusí- con otra sincera frase: -Mami, me gusta el coche nuevo del tío Guíguel–. Lo primero que pensé fue que mi sobrino, desde luego, no tenía mal gusto, pero tampoco le di mayor importancia hasta que, ya al volante del CLS, sentenció: -¡¡El coche del tío Guíguel es fantástico, mami!!- En ese momento, empecé a recordar las imágenes de las últimas campañas de publicidad de Mercedes, aquellas en las que quieren dejar de ser una marca de -padres- para convertirse, también, en toda una alternativa a Audi y BMW para jóvenes clientes.
Con sólo dos años y medio, David aún no puede ser una referencia para saber si Mercedes ha conseguido o no su objetivo, pero yo tengo 30 años más que él- y lo cierto es que mi percepción actual de Mercedes es mucho más juvenil que la que tenía hace siete u ocho años. Y no es por las campañas de márketing de Mercedes, sino que se debe a que los últimos Mercedes que he tenido ocasión de conducir transmitían -otras cosas-. Comportamientos más ágiles, diseños más modernos, un mayor toque de deportividad- Eso, desde luego, explica que ya haya expertos afirmando que, en tres años, la división de turismos de Mercedes -no debemos olvidar que la mayor fuente de ingreso de la marca son los vehículos industriales- superará en ventas a Audi y a BMW.
La primera piedra
El CLS es uno de esos pilares que están cambiando la percepción que tienen muchas personas de Mercedes. Ubicado entre el Clase E y el S pero con una imagen mucho más atractiva y deportiva, el CLS es una deportiva berlina de cuatro puertas y 4,94 metros de largo que se sale, en cierta forma, de lo que es la línea de un clásico Mercedes. De hecho, y siguiendo su ejemplo, Audi presentó el año pasado el A7 para hacerle frente, y BMW termina de hacer lo propio con su Serie 6 Gran Coupé.
El interior del CLS mantiene también un diseño que recuerda a muchos de sus hermanos de gama, pero el volante, la pantalla central o el avanzado ordenador de a bordo eliminan de un plumazo cualquier posible aroma a coche excesivamente -carca-. Su calidad de acabados es muy buena: los plásticos empleados son muy agradables al tacto, los botones muestran un accionamiento sólido y muy preciso y las inserciones en madera de esta unidad dan, junto al reloj analógico, un toque muy elegante al habitáculo. En marcha, además, no se percibe ningún crujido ni desajuste. Vamos, lo que uno siempre debe esperar de un Mercedes. Detrás sólo hay dos plazas independientes, pero dos adultos viajarán con total comodidad. El maletero, con 520 litros, ofrece una buena capacidad y debajo lleva una rueda de repuesto de emergencia.
Un mínimo interesante- pero con un motor poco refinado
Si hasta aquí todo eran elogios para el CLS, la cosa comienza a cambiar cuando uno inserta la llave y pone en marcha el motor 2.2 diesel de cuatro cilindros y 204 CV. ¿El motivo? Vibra y suena bastante para lo que se espera de un coche de 62.400 euros. Si no fuese porque el Grupo VW tiene un 2.0 TDI que vibra y suena considerablemente menos que éste o que, incluso, marcas generalistas como Renault o Ford también consiguen una buena nota en este apartado -eso sí, comparados con sus rivales directos-, quizá este detalle podría pasar un poco más desapercibido. Pero no es así. Y, de hecho, cada vez que vas a salir de un semáforo y el Stop&Start arranca el motor, te acordarás de que Mercedes aún debe refinar un poco más el funcionamiento de sus motores diesel de cuatro cilindros. Seguro que saben hacerlo, sobre todo porque sus motores de seis o más cilindros son una referencia en ello- Eso sí, a alta velocidad el ruido queda bastante disimulado, y en ningún caso se puede decir que sea un modelo ruidoso para viajar por autopista. Ni mucho menos.
En cambio, en los apartados de prestaciones y consumos este motor obtiene unos resultados mucho mejores. Circular con el ordenador de a bordo marcando medias de entre 6 y 6,5 l/100 km es lo más habitual -el consumo oficial es de 5,1 l/100 km-, y el motor mueve con bastante soltura al CLS, que emplea 7,5 segundos para pasar de 0 a 100 km/h con una velocidad máxima de 242 km/h. El propulsor empuja con bastante contundencia desde apenas 1.400 rpm, y sube con mucha progresividad hasta superar ligeramente las 4.000 rpm.
La caja de cambios automática 7G-Tronic ofrece un correcto funcionamiento cuando se utiliza de forma automática pero, en modo manual, resulta un tanto desobediente, de manera que normalmente no responde con la inmediatez de otras cajas automáticas cuando tú pulsas alguna de las dos levas del volante -curiosamente, es más desobediente subiendo de marchas que reduciendo, cuando lo habitual en otras marcas es que ocurra al revés-. Con todo, es un cambio muy indicado para viajar con comodidad por su suavidad, ayuda a consumir poco carburante y nunca nos fallará si aceleramos a fondo para afrontar un adelantamiento; sin embargo, para practicar una conducción un poco más deportiva, no es el mejor aliado para este 250 CDI.
Suspensión neumática de serie
En cuanto al chasis, lleva de serie la suspensión neumática Airmatic, que cuenta con dos reglajes: Comfort y Sport. En el primero de ellos, el CLS es una berlina bastante cómoda, si bien la suavidad de la suspensión no llega a comprometer la agilidad del conjunto. La opción Sport, por su parte, sacrifica un poco de esa notable comodidad -la suspensión no es mucho más seca, pero sí es verdad que notas que tu cuerpo se ve más -zarandeado- en zonas bacheadas- por un mayor control del balanceo de la carrocería que aporta una mayor agilidad si tratamos de circular deprisa.
A conseguir un buen comportamiento le ayuda una dirección precisa, con un tacto tirando a firme y un morro que muestra bastante facilidad a la hora de cambiar de dirección, mientras que el eje trasero parece que ha sido diseñado tan sólo con un objetivo: traccionar lo mejor posible y sin complicarle la vida lo más mínimo al conductor. Con todo, el CLS se encuentra muy a gusto en autopistas o carreteras secundarias de curvas rápidas en las que todo depende de lo fino que tracemos. Conforme el trazado se va retorciendo, los 1.800 kilos que pesa el CLS se empiezan a dejar notar aunque, si bien ya no se desenvuelve con tanta soltura, sigue manteniendo un comportamiento muy noble y una agilidad destacable para su peso y tamaño. Por cierto, y ya que hablamos de ir deprisa, durante nuestra prueba los frenos se han mostrado bastante potentes y, sobre todo, han soportado bastante bien la fatiga.
Llega el momento de analizar el precio, 62.400 euros. Si tenemos en cuenta que un Audi A7 Sportback 3.0 TDI de 204 CV vale, en función de tipo de cambio que lleve, 58.010 euros o 61.030 euros, nos queda que el CLS es un poco caro- si bien es cierto que el Mercedes lleva de serie la suspensión adaptativa o la tapicería mixta de tela y cuero. Por eso y, aunque en ningún caso se puede hablar de que sea un coche barato, sí se puede decir que el CLS tiene, por calidad, imagen, equipamiento- un precio bastante razonable.