
En la época de la que data el vehículo, el concesionario Jim Rathman de Chevrolet contaba con un programa que ofrecía a los astronautas de la NASA la posibilidad de estrenar Corvette año tras año. Armstrong lo aprovechó y cambió el que ahora se subasta por otra unidad. El Corvette de 1967 se lo vendió a otro empleado de la NASA.
Este hombre conservó el coche durante 44 años, momento en el que pasó a manos de su actual propietario de Florida. Su intención era restaurarlo, pero la falta de tiempo le ha obligado a deshacerse de él en las condiciones que se observan en la fotografía, por si otra persona quiere encargarse de hacer todo ese trabajo. A pesar de su estado y del gasto extra que supondrá la restauración para su futuro dueño, la última puja ya va por 230.400 dólares (unos 175.400 -).
El Corvette de Armstrong lleva sin ser conducido desde septiembre de 1981. Su motor de 390 CV está unido a una transmisión manual de cuatro velocidades, y su equipamiento incluye elevalunas eléctricos y cristales tintados. Curiosamente, al parecer a finales de los setenta se rompió un cable del cuadro de instrumentos, y eso impide conocer el kilometraje del vehículo.