Si hay una empresa que ha ‘sonado’ en el sector automovilístico por sus escándalos durante los últimos años, esa ha sido la japonesa Takata. Se trata de una compañía que dedica su actividad principal a la fabricación de airbags. Sin embargo, lleva ya una buena temporada con problemas derivados de sus airbags. Algunos de ellos cuentan con un fallo que, al desplegarse en caso de accidente, ‘proyectan’ sus metálicos mecanismos internos a la cara del ocupante del asiento al que pretenden proteger. Este inconveniente ha causado ya decenas de muertes en todo el mundo a partir de colisiones aparentemente leves.
Fruto de ello, las acciones de Takata llevan suspendida su cotización desde el pasado viernes en la Bolsa de Tokio. Esto ocurrió justo después de que uno de los periódicos más importantes de Japón informara sobre la previsión de la compañía de declararse en bancarrota antes de que finalice este mismo mes. Así las cosas, el hecho de contar con un pasivo cercano a los 8.000 millones de euros al cambio habría llevado a la empresa nipona a acogerse al Capítulo 11 de la Ley de Quiebras en Estados Unidos.
A pesar de todo, no cesará su actividad, ya que la empresa estadounidense Key Safety Systems crearía una nueva compañía encargada de comprar Takata por algo menos de 1.500 millones de euros y se encargaría de seguir suministrando los componentes fabricados hasta ahora por Takata, como airbags o cinturones de seguridad, entre otros. Aun así, Takata seguiría siendo responsable de todas las deudas contraídas en el pasado, surgidas principalmente de las indemnizaciones y reparaciones necesarias en sus dispositivos defectuosos.
De esta forma, Takata seguiría cumpliendo con los acuerdos económicos llevados a cabo con sus proveedores y los acuerdos de distribución pactados con sus clientes. Lo cierto es que resulta bastante sorprendente la quiebra de una empresa que inició su actividad hace más de 80 años y que contaba con una muy buena reputación y negocio mundial hasta el problema surgido con sus airbags.
