Abramos el navegador y escribamos en él “Sport RAE”. Veremos tres acepciones. Una de ellas, es su traducción: deporte. Otra hace referencia a la expresión vestir de sport, que hace referencia a utilizar ropa informal. En un coche, la parte Sport va siempre unida a la deportividad. Por eso, cuando uno ve que entre los modos de conducción de su coche hay uno que se denomina Sport, piensa cosas como que el coche va a ser más rápido o que su personalidad se va a radicalizar un poquito. E, indudablemente, cuando uno piensa en ir más rápido, también piensa en otra cosa: vamos a gastar más carburante.
Pues bien, lo cierto es que, en la inmensa mayoría de coches convencionales que ofrecen esta opción, no tiene porqué ser así. Es más, utilizarlo en según qué circunstancias, puede servirnos para evitar posibles y caras averías a largo plazo.
¿El modo Sport siempre consume más?
Lo cierto es que no necesariamente, sobre todo si nuestro coche tiene un cambio de marchas manual. Lo normal es que, al activar este modo, se modifique la respuesta del pedal del acelerador. Esto significa que, para obtener una misma respuesta, tienes que pisar menos el acelerador. Sin embargo, el motor no ofrece ni más par ni más potencia.
Por tanto, si aceleramos en la misma medida que lo haríamos en un modo Eco o Normal, efectivamente estaríamos gastando más carburante. Pero si nos limitamos a acelerar simplemente hasta que tengamos la aceleración deseada, el motor no tiene por qué consumir más.
Sin embargo, en los coches con cambio automático, la cosa puede ser muy diferente por una sencilla razón: el modo Sport también actúa sobre el cambio automática, cuya centralita electrónica tiende a emplear marchas más cortas para favorecer las prestaciones. Así, donde un modo Normal por ejemplo iría en quinta, o un Eco en sexta, un modo Sport es probable que fuese en cuarta a poco que vayamos acelerando. Y sí, tendríamos más respuesta, pero indudablemente el consumo será un poco más elevado.
Y es aquí donde el modo Sport tiene su sentido, y no sólo por un tema prestacional. Está más que demostrado que circular con el motor muy bajo de revoluciones ayuda a que el motor consuma menos. Pero, también, tiene grandes contraprestaciones desde el punto de la fiabilidad. Por ejemplo, acelerar en una marcha demasiado larga sin reducir, genera sobreesfuerzos internos en el motor que, a largo plazo, pueden generar daños en partes internas del motor o del cambio, como cojinetes, soportes… algo que terminará provocando vibraciones y problemas mecánicos caros de reparar (cambiar un silentblock del motor puede salir por 300 euros pero unos casquillos de biela o un cojinete del cigüeñal nos obligará a abrir el motor).
Además, también provoca que la válvula EGR o de recirculación de gases tenga que trabajar mucho más, por lo que es más fácil que termine por averiarse (avería que no baja de 300 euros). Por último, el sistema de gases de escape de un motor que va siempre muy bajo de revoluciones no alcanza tanta temperatura como el de uno que trabaje más revolucionado, algo que también puede provocar averías en catalizadores y, sobre todo, filtros de partículas (cuyo coste suele superar ampliamente los 1.800 euros).
¿Cuándo utilizar entonces el modo sport?
Estos posibles problemas pueden originarse principalmente cuando nos empeñamos en obtener una determinada aceleración a muy pocas revoluciones. En los cambios automáticos, conforme aceleras, lo normal es que él solito reduzca para solucionar el problema pero no siempre lo hace de forma inmediata y, en ocasiones, cuando ocurre, lo hace con brusquedad. Esa brusquedad y esos sobreesfuerzos, también, pueden terminar afectando al funcionamiento de la propia caja de cambios, unas averías relativamente comunes y que no suelen bajar de los 2.000 euros de reparación.
En cambio, si vamos por ejemplo subiendo una carretera de montaña, o viajamos por una autopista con frecuentes repechos, nos interesará llevar el modo Sport activado para obtener la mejor respuesta que necesitemos desde el primer momento, sin necesidad de provocar sobreesfuerzos mecánicos ni siquiera durante unos pocos segundos. Además, la conducción será más agradable y, sin duda, más segura, pues tenemos el motor en la marcha adecuada en cuanto comencemos un adelantamiento, por ejemplo.
Existe otra posibilidad también muy útil que probablemente afectará aún menos al consumo, pero te obligará a currártelo más: utilizar el cambio en modo manual. De esa manera, eres tú quién va seleccionando la marcha que mejor te venga en cada momento, ya sea una corta para ganar aceleración o bien una más larga para favorecer al consumo. Al fin y al cabo, tú vas viendo la carretera y las condiciones del tráfico, y eso siempre te permitirá anticiparte a las situaciones.