Camel Trophy (1980-1998): Amor a la aventura

El Camel Trophy nació como una acción puntual de marketing pero acabó convirtiéndose en un evento de alcance universal. La posibilidad de vivir la gran aventura, mano a mano, con otros locos, en pos de un objetivo común
La bruma del amanecer daba una atmósfera teatral a la escena, mil veces repetida, del convoy de Land Rover amarillos luchando con el pegajoso fango de la jungla: Las luces de las bacas aún encendidas; tinglados de eslingas, cables y poleas; zumbido de winches mezclado con aullidos de monos; tipos sucios cargando troncos y planchas de desatasco, armados con picos, palas, cuerdas…
Ese era el pan de cada día en el Camel Trophy, la aventura que durante las dos últimas décadas del siglo XX hizo soñar a miles de jóvenes imbuidos del espíritu de los antiguos exploradores, ansiosos por emular las hazañas de héroes legendarios, conocer lugares exóticos… o sencillamente vivir aquella experiencia única. Jugar, como niños, en el barro.

El desafío del Camel Trophy consistía en salvar la distancia entre dos poblaciones (solían ser unas mil millas) por antiguas vías de comunicación, normalmente abandonadas, rotas e invadidas por la selva. Y habitualmente en época de lluvias monzónicas. ¿Para qué ponerlo fácil?
Los expedicionarios se encontraban con continuas sorpresas que dificultaban su avance y requerían la colaboración de todos los integrantes del convoy. La propia jungla proveía de material –troncos de árboles caídos, piedras– cuando no podían emplearse los restos de los colapsados armazones de puentes, muchas veces troncos gigantescos imposibles de mover.
El Camel Trophy, que durante sus dos primeras ediciones contó solo con participantes alemanes, pronto comenzó a atraer la atención de otros mercados y ligó inmediatamente su imagen a Land Rover. Primero con el poderoso Range Rover V8, al final con el Discovery. Aunque, sin duda, fueron los Defender 90 y 110 y sus ancestros Series III, Ninety y One-Ten, quienes compusieron la imagen más auténtica de la aventura, en un principio (de 1983 a 1989) como herramienta de los participantes; siempre como vehículo de apoyo y ángel de la guarda de todos los expedicionarios.

Los vehículos-taller, con su natural sobrecarga de piezas y herramientas, tuvieron que ser objeto de un especial trabajo de refuerzo, sobre todo en el apartado de suspensión, pero todos y cada uno de los vehículos contaba con una puesta a punto magistral.
Lo más notable era la sólida barra antivuelco interior y exterior, con tornillos que atravesaban la carrocería para unir ambas estructuras. Anclada a ellas, la baca disponía de un suelo de madera, para poder pisar sin miedo y eventualmente ser utilizada para dormir aislados del suelo, y además iba preparada para llevar jerrycans de combustible, ruedas de repuesto, cajones herméticos… siendo a la vez soporte de las planchas de desatasco, la batería de faros, las luces de trabajo y un aditamento fruto de la experiencia: los cables de jungla, que se tensaban hasta los extremos del «mataburros» frontal para limitar el impacto de ramas contra el parabrisas.
En las robustas defensas delanteras, reforzadas en su sujeción al bastidor, se instalaba un potente cabrestante y sendos enganches de pasador a cada lado (buenos puntos de anclaje para trabajar con winch y polea o enganchar las barras de remolque); los bajos (dirección, depósito) también estaban protegidos con planchas de duraluminio.

Una toma de aire elevada completaba la estampa exterior del vehículo, pintado en el característico Sandglow LRC361 («amarillo Camel»). El motor disponía así mismo de un sistema eléctrico blindado para permitir un correcto funcionamiento en inmersiones prolongadas. Y doble batería para prevenir un uso exhaustivo del winch.
En conjunto, una preparación perfecta. Nada que ver con aquellos vehículos de la primera edición de 1980: tres Ford U50 (versión brasileña del Jeep CJ5) que se metieron en la Transamazónica tal cual estaban, sin siquiera cabrestante. Sufrieron lo indecible. Los mosquitos, el calor, el barro y el penoso avance también dejaron a los aventureros para el arrastre, pero a su regreso a Alemania fueron recibidos como héroes. El evento ideado por Andreas Bender en busca del duro «hombre Camel» que ilustraba la publicidad de la marca de tabaco, tuvo una tremenda repercusión. Había nacido un fenómeno.

España no tardó en lanzarse al ruedo de la aventura y en 1983 acudió al Zaire con dos participantes, uno peninsular y otro canario. La colaboración de un aventurero consagrado como Miguel de la Quadra Salcedo contribuyó a disparar el alcance de la promoción: sólo en nuestro país, los candidatos acabaron contándose por decenas de miles.
Entre los elegidos, tras durísimas pruebas de selección, figuraron nombres que más adelante cobrarían protagonismo por otros méritos personales: Jaime Puig, hoy director de Seat Sport; Moisés Torrallardona, vencedor del Dakar 2016 como navegante de De Rooy en camiones; Álvaro Bultó, popular por su participación en programas televisivos de aventura hasta su fatal e incomprensible accidente en 2013 mientras practicaba salto base en Suiza.
Para la mayoría de los participantes, el Camel Trophy fue una verdadera escuela que marcó sus vidas. Tras la experiencia, muchos de ellos orientaron sus pasos a profesiones, ocupaciones y empresas relacionadas con la naturaleza, los viajes, la competición, las actividades al aire libre€ y, por supuesto, al todoterreno. La aventura se metió en sus venas.
Las 20 ediciones del Camel Trophy
Año | Evento | Vehículo de la prueba (vehíuclo de apoyo) | Participante de España | PArticipante Canarias |
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1980 | Trans-Amazónica | Ford U50 | ||
1981 | Sumatra | Range Rover | ||
1982 | Papua-Nueva Guinea | Range Rover | ||
1983 | Zaire | Land Rover Series III 88″ (Land Rover Series III 109″) | Juan Espinosa de los Monteros Manuel Rodríguez | |
1984 | Brasil | Land Rover One-Ten | Álvaro Domínguez Alfonso Lerma | José Joaquín Moreno Armando Sosa |
1985 | Borneo | Land Rover Ninety (Land Rover One-Ten) | Javier Casasús Jaume Masferrer | Fernando Rebull José Antonio Reyes |
1986 | Australia | Land Rover Ninety (Land Rover One-Ten) | Sergio Klein Ignacio Aguirre | José Robayna Javier Mena |
1987 | Madagascar | Range Rover TD | Jaime Puig Víctor Muntané (2) | Manuel Almeida Carlos Penco |
1988 | Sulawesi | Land Rover One Ten | Francisco Pardo José Luis Esarte | Wourter Cheri José Mario Villavicencio |
1989 | Amazonía | Land Rover One Ten | Bruno Montalvo Fernando Murube | Jesús Lesmes Federico Quintilla |
1990 | Siberia URSS | Land Rover Discovery 200 Tdi (Land Rover One Ten & 127) | Alex Baylín Moisés Torrallardona | Carlos Barreto Fernando Martín (2) |
1991 | Tanzania-Burundi | Land Rover Discovery 200 Tdi (Land Rover One-Ten) | Fernando Castañeda Javier Vila | Alejandro Marrero Clemente López |
1992 | Guyana | Land Rover Discovery 200 Tdi (Land Rover Defender 110 200Tdi) | Juan Seguí Jorge Salvador | Rafael Lesmes Pablo Rivero |
1993 | Sabah-Malaysia | Land Rover Discovery 200 Tdi (Land Rover Defender 110 200Tdi) | Álvaro Bultó Sergi Valle | Ellis Martín Francisco Zárate (2) |
1994 | Argentina-Paraguay-Chile | Land Rover Discovery 200 Tdi (Land Rover Defender 110 200Tdi) | Carlos Martínez Jorge Corella (1) | Enrique Guillermo Pérez José Luis Hidalgoº |
1995 | Mundo Maya | Land Rover Discovery 300 Tdi (Land Rover Defender 110 300Tdi) | Belén Sánchez Lluis Moret | Miguel Woolmington Tomás Lorenzo |
1996 | Kalimantán | Land Rover Discovery 300 Tdi (Land Rover Defender 110 300Tdi) | Antonio Cañete Ricardo Quirós | Belén de la Fuente Adolfo Suanzes |
1997 | Mongolia | Land Rover Discovery 300 Tdi (Land Rover Defender 110 300Tdi) | Joan Oliva Ignacio Roviralta | Antonio Esteve Micael Lofgren |
1998 | Tierra del Fuego | Land Rover Freelander (Land Rover Defender 110 300Tdi) | Patricia Molina Emma Roca (3) | José Hernández Álvaro de Orleans |
2000 | Tonga-Samoa | Ribtec 655 (Land Rover Defender 110 HCPU) | Jordi Garriga Gaizka Aseguinolaza | Marcos Bermúdez Tomy López |
Vencedores: (1) Camel Trophy y Premio Pruebas Especiales. (2) Premio al Espíritu Camel Trophy. (3) Land Rover Award.