Su construcción obedece al más clásico de los patrones TT: un sólido chasis de largueros que soporta una amplia carrocería. Desde luego, la ergonomía no es su punto fuerte, pero lujos no le falta ninguno: aire acondicionado, elevalunas eléctricos, dirección asistida, radio, cinturones de seguridad enrollables y cambio de cinco velocidades; no hay que olvidar que estamos ante un vehículo que ronda los 30 años.
La conducción es cómoda y su dirección nos hace olvidar su imponente tamaño, sobredimensionado por el cabrestante mecánico, alimentado mediante una toma de fuerza acoplada a la tránsfer.
La transmisión destaca por su robustez, y tan solo la reductora suele dar problemas (más concretamente, sus rodamientos), punto que conviene controlar para evitar males mayores. El cambio mantiene un tacto extraordinario, con un guiado ejemplar y bien escalonado para hacer brillar el propulsor. Este incorpora inyección directa, a la cual hay que atribuir su buena respuesta en baja y sus contenidos consumos, entre 12 y 14 litros. Sin embargo, es el turbo el que ha hecho de este motor todo un mito, que años más tarde dio lugar al 4.2 del HJ80, icono de los aficionados al 4×4.
Fuera del asfalto, sus ejes, robustos donde los haya, son sin duda su mejor carta de presentación. Por su parte, la suspensión mediante cuatro ballestas semielípticas combina de forma notoria confort, tracción y guiado para tratarse de dicho sistema. Sin embargo, en uso intenso fuera del asfalto, es recomendable añadir una segunda hoja maestra o incorporar un kit de ballestas reforzado. También es factible el montaje de «balonas» neumáticas, que nos ofrecerán capacidad de carga adicional cuando la necesitemos, nos ayudarán a elevar el vehículo y no nos penalizarán en circunstancias normales.
CRONOLOGÍA 1967 Toyota inicia la comercialización de la serie FJ50. Es el nacimiento del concepto Station Wagon. 1980 Manteniendo el concepto anterior, el FJ50 deja paso a un totalmente nuevo FJ60, con un propulsor de gasolina. 1981 La introducción de una mecánica diésel atmosférica de inyección indirecta de 4,0 litros dio lugar al HJ60. 1986 El bloque de 3.980 cm3 recibe una culata de inyección directa y un turbocompresor, dando paso a la serie HJ61. 1989 La serie 60 deja de fabricarse. |
Los frenos de disco ventilados delanteros y tambores traseros detienen sin problemas las dos toneladas y media que puede llegar a pesar cargado. Hay que destacar la capacidad de carga; su tamaño permite alojar a toda la familia con un magnifico maletero. También es reseñable su autonomía, gracias a un depósito de 90 litros.
Si te gustan los todoterrenos clásicos, este es probablemente el mejor. Cuidado y puesto a punto, está a la altura de cualquier TT actual, tanto en asfalto como fuera de él. Si te interesa, no será fácil encontrar quien te venda uno, y restaurarlo supone un montante de dinero adicional. Ahora bien, el producto lo vale.
El motor es muy fiable y tiene suficiente fuerza. La capacidad interior es otra de sus virtudes. Aparte de las habituales palancas del cambio y la caja tránsfer, contamos con una tercera palanca con dos gatillos que permite conectar la toma de fuerza que mueve el cabrestante y un interruptor para conectar las largas y la tracción total. Bastidor, ejes, transmisiones y ballestas ofrecen una robustez a toda prueba.
El cabrestante mecánico de nuestra unidad necesitaba una completa restauración. En el completo cuadro de mandos encontramos detalles en desuso, como el bloqueo de la llave del contacto.
Te aconsejamos: Mejoras en el campo
El HJ61 es un producto de los de antes y no necesita nada para brillar en el campo. Un aspecto a mejorar es el tamaño de las ruedas originales (205/80-16), muy pequeñas para sus posibilidades fuera del asfalto. En este sentido, unas 235/80-16 le sentarían de maravilla, o tal vez unas más clásicas 7,5×16. Si además queremos explorar sus límites, un bloqueo de diferencial trasero le sentaría de maravilla, si bien hay unidades que lo llevan de serie.