Lleida es uno de esos lugares que permiten ensanchar horizontes. Su mezcla de montaña, bosques, mesetas y otros revirados atractivos rurales regala multitud de sensaciones al buen turista, ese que goza del trayecto y no solo del destino. Es un lugar para perderse en su gastronomía y cultura, para descubrir cada rincón a nuestro ritmo.
La denominada Ruta de los Puertos es una cita sobradamente conocida para los amantes de las vacaciones en furgoneta, o simplemente los ruteros más ociosos que gustan de tomar curvas con su coche o moto. En la frontera con Francia nos encontramos con Bossòst, un pequeño municipio a la orilla del Garona que alberga los habituales atractivos gastronómicos y arquitectónicos de la zona, con una Iglesia románica del siglo XII y un puente medieval que comunica las distintas áreas.
La N-230 en dirección sur nos lleva a otros municipios de interés rural como Vielha, capital de la comarca de Arán, y desde la que podemos tomar la C-28 hacia Salardú. Buenas vistas, curvas y carreteras de montaña ideales para conducir tranquilos, o en realidad, atentos. Estamos en un entorno dominado por la estación de Baqueira-Beret, cuya utilidad y fama trasciende al mero esquí, y que para nosotros esta vez es una parada más en la C-28, rumbo al municipio de Sort en la comarca de Pallars Sobirà. La L-504 nos lleva hacia La Seu d’Urgell y, después, el Parque de los Búnkeres, para recordarnos la flora y fauna del lugar.
Otro clásico es la ruta por el Valle del Boí, Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, es una de las mejores excursiones que podemos elegir si decidimos consagrarnos al turismo «camper».
Se trata de una ruta de Iglesias románicas y frondosa naturaleza proporcionada por el Parque Natural de Aigüestortes. Al valle se accede por la L-500 desde la N-230, una serpenteante ruta que atraviesa municipios como Cóll, Barruera, Durro o Taüll.
Entre medias de estas dos últimas localidades, dos visitas obligadas, la iglesia de Sant Joan de Boí, y la de Santa María de Taüll. Dos toallas románicas en las que la tradición y los hallazgos arquitectónicos son las dos caras de una misma moneda. Si preferimos la cultura a la naturaleza pirenaica podemos complementar la visita a todas estas iglesias con el Centro del Románico de Erill la Vall, que sin duda nos ayudará a contextualizar los logros de todas ellas.
Si, por el contrario, preferimos perdernos en lo agreste, podemos optar por la Ruta del Interior, que desde Gósol nos lleva por municipios como La Seu D’Urgell por carreteras de montaña como la C-563 y la C-462 y otras que atraviesan cuencas y llanos de bosques, como la L-401 que encontramos después de Coll de Nargó.
En total, algo más de 200 kilómetros para rematar un buen día de descanso y carretera y disfrutar de las bondades y la gastronomía de otros lugares como Sant Llorenç de Morunys con un recinto amurallado especialmente destacable y un claustro de gran interés, además de las vistas que proporciona su embalse Solsona.
A partir de aquí, por la gran recta que propone la C-451, nos aproximamos cada vez más a Ponts, un importante municipio de montaña que es nuestra puerta hacia la etapa final de la ruta, mucho más recta y llana que antes. Balaguer y, por la C-12, Àger, donde termina la ruta, son dos paradas de gran valor histórico y natural, con un castillo románico restaurado y un Centro de Observación del Universo que hará las delicias de los que gustan de mirar al cielo.