Una ruta con el corazón

Hay placeres que van más allá de un proyecto o una ruta. El placer de conducir está por encima de un cuenta revoluciones o los dígitos de un cuentakilómetros. Un viaje por estos rincones de Cantabria es una experiencia muy especial. Prados verdes, una primavera tardía y animales que todavía levantan la cabeza con el […]

Hay placeres que van más allá de un proyecto o una ruta. El placer de conducir está por encima de un cuenta revoluciones o los dígitos de un cuentakilómetros. Un viaje por estos rincones de Cantabria es una experiencia muy especial. Prados verdes, una primavera tardía y animales que todavía levantan la cabeza con el rugido de un motor. Nuestra Mercedes Marco Polo nos demuestra la polivalencia de este tipo de vehículos. Tan capaz de acompañarnos en el aperitivo, en la playa, como en una cata de quesos en la montaña… Acompáñanos en unos kilómetros de ocio.

No es la primera vez que usamos este tipo de vehículo y siempre hay sorpresas. En esta edición, contamos más estilo para nuestras aventuras con la edición especial de Marco Polo que te hará disfrutar de la libertad y el mundo outdoor.. Además, el techo elevable del modelo especial Art Venture tiene una gran ventana frontal. A esto se añaden otros equipos de diseño y confort, como el portón trasero EASY-PACK.

El usuario sabe que esta Marco Polo es polifacética a la hora de combinar lo práctico con lo agradable. El confort lo tienes asegurado con la cocina totalmente integrada, la mesita plegable, los prácticos armarios y compartimentos y la altura interior máxima con el techo elevable abierto es 2350 milímetros, suficiente para estirarse satisfecho.

La conducción es extremadamente, cómoda y fácil. Los sistemas de asistencia a la conducción de calidad elevada disponibles opcionalmente te ayudan al maniobrar y aparcar, los sistemas MBUX y MBAC te brindan el entretenimiento para cuando estés de viaje y en el día a día.

Esa adaptación para el ocio se demuestra desde un primer momento. Los pueblos nos hablan de aquellos veranos interminables. Cuando el descanso se contaba por meses, no por semanas. Poblaciones como Ajo, Noja, o Carriazo guardan ese sabor a veraneos con institutriz y amores imposibles. Por la costa, la conducción se puede hacer muy pesada por los constantes tramos a 50 kms por hora. Para una conducción divertida, nada mejor que los puertos del interior. La C-266, C-258 y la C-261 son las típicas carreteras de montaña, con buen firme, pero con frecuentes nieblas incluso en verano. Mucho cuidado…

Por la costa, merece la pena evitar la nueva autovía, y aprovechar la tranquilidad de pueblos que cambian de ritmo en lo que algunos llaman temporada baja. Santoña y Laredo ponen los nombres más conocidos. La parte más atractiva queda para rincones como Liendo, Cerdigo, o Hazas. Todos hablan de aquellos guisos de pescado. Marmitacos y bonitos encebollados en el barco del abuelo o en casa de esa señora que hacia las mejores rabas de la costa… Hacia el interior encontramos santuarios para el senderismo y algunas de las mejores rutas a caballo de España.

Santoña está limitada al norte por la playa de Berria, al sur por la playa de San Martín, al este por el monte Buciero y al oeste por el puerto pesquero y la nueva sección de puerto deportivo que a su vez tiene al oeste las marismas. Las playas del norte han sido siempre destino de vacaciones elegantes y aristocráticas. Muchas guardan aún la tradición del “veraneo en el norte”, con vacaciones con chaqueta para por la tarde.

Sus barcos hablan de una de las villas pesqueras con más tradición de España y uno de los grandes destinos vacacionales del norte, con algunos monumentos imprescindibles, como los fuertes de San Martín y San Carlos o la iglesia de Santa María del Puerto, y tradiciones gastronómicas imprescindibles como la anchoa en aceite

Llegar hasta las playas salvajes de Langre y Antuerta (Ajo) puede ser un lugar perfecto para aquellos que vayan buscando tranquilidad. Se encuentran alejadas de los núcleos de población y son de difícil acceso. Otra opción para los amantes de la naturaleza es visitar la Reserva Natural de las Marismas de Santoña. Presume de ser la principal zona húmeda de la cornisa cantábrica.

Su rival siempre será Castro Urdiales, que es villa, tiene ritmo de pueblo y aires de gran ciudad. Nadie sabe seguro el origen del Coso Blanco, pero sin duda es la fiesta más representativa de los veranos castreños. Siempre se celebra el primer viernes de julio, y es una fiesta de color y música, que algunos creen que fue importada por los indianos que volvieron desde Cuba. Sus blancas carrozas compiten con la misma intensidad que su trainera, La Marinera.

El siglo XIX fue un gran momento de esplendor en la población. La industria, la minería y otras industrias alternativas fueron un buen complemento a la pesca. Por supuesto, que no hay que olvidar la rivalidad de sus anchoas frente a las de Santoña. El resultado es un pueblo que crece rápidamente, sobre todo por los vizcaínos que optan por una segunda residencia fuera del País Vasco.

El contrapunto a esta zona está en los puertos de montaña. Desde Colindres sale una de las muchas carreteras que suben penosamente hacia Castilla. Ramales de la Victoria es una base de operaciones para conocer los pueblos más auténticos de la zona. Los puertos de las Alisas, de Fuentes las Varas o de la Cruz de Uznayo, nos lleva a poblaciones de Casonas olvidadas o transformadas en hoteles, donde todavía algún que otro paisano va a buscar la hierba montado en su lustrosa yegua con el potro corriendo detrás de él. Carros y caballerizas comparten caminos con lugares paradisíacos para senderistas, conductores y ciclistas… En las tabernas los paisanos hablan de las últimas nevadas, del precio de la leche y de cómo se hace un buen sobao pasiego. Nuestra Mercedes Marco Polo también acumula aventuras.

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