Para que un coche no dé problemas mecánicos, hay tres claves: primero, que sea fiable. Segundo, que hagamos un buen mantenimiento. Y, tercero, que lo usemos adecuadamente. El componente ‘suerte’ podría ser el cuarto. Pero, en esta ocasión, nos centraremos en el tercero, y lo haremos en los cinco vicios que más suelen tener los conductores y que, aunque aparentemente no tienen mayor importancia, pueden limitar la vida útil de elementos como el embrague o los frenos. Veamos.

Conducir con la mano apoyada en la palanca de cambios
Es un vició muy común y, en muchos casos, es parte de un gesto inconsciente para estirar el brazo cuando llevas un buen rato conduciendo. Tiene dos pegas. La primera es por seguridad, pues es mucho más seguro llevar siempre las dos manos en el volante. Y la segunda es por fiabilidad.
Llevar la mano apoyada en el cambio no debería ocasionar mayor problema, pero sí es cierto que el siempre peso del brazo o una leve presión sobre la palanca hará que podamos forzar el mecanismo que permite cambiar de una marcha a otra. Esto puede afectar a las holguras que puedan tener las varillas que van unidas por debajo a la propia palanca, a las rótulas y, en última instancia, también podría generar holguras incluso en el interior de la caja de cambios.
Con este vicio no romperemos el cambio, pero sí provocaremos leves desajustes que pueden provocar imprecisión a la hora de cambiar las marchas. Arreglarlo puede ir desde 200-300 euros en caso de que sea el varillaje (en algunos coches se emplean otros sistemas, pero sufren de la misma manera) hasta más de 1.500 euros si hubiese que abrir la caja de cambios (aunque esto es muy poco probable que ocurra).
‘Sujetar’ el coche en las cuestas con el embrague
También es algo muy habitual. Consiste en estar parado en una cuesta y, mientras esperamos para poder continuar la marcha (por ejemplo, porque estemos en un semáforo, o en un Stop), vamos jugando con el medio embrague para evitar que el coche caiga hacia atrás.
Pues bien, por muy suaves que seamos y por poco que aceleremos, esto provoca una desgaste acelerado del disco del embrague, e incluso podríamos quemarlo en caso de que aceleremos más de lo debido. Centrándonos en el desgaste hacer esto habitualmente puede suponer restarle más de la mitad de la vida al disco del embrague.
Sustituirlo tiene un coste variable en función del coche y del tipo de embrague, pero no nos costará menos de 600 euros.
Llevar siempre el pie izquierdo sobre el embrague
Es otra manía habitual. Consiste en circular sin necesidad de cambiar de marcha pero con el pie levemente apoyado sobre el embrague. Esto provoca un desgaste acelerado del collarín del embrague, que es la pieza que empuja al muelle de diafragma para desacoplar el embrague cuando pisamos a fondo.
Sustituirlo suele ser tan caro como cambiar el embrague, pues normalmente es un kit y se sustituye todo al tiempo. Así que, como en el caso anterior, no bajará de 600 euros.
Mantener el embrague pisado si estamos completamente detenidos
Si te paras, pon punto muerto, suelta el embrague y mantén el coche quieto con el freno. Mantener el embrague pisado por completo no sirve para nada en esos casos, y nos arriesgamos a que, por el simple hecho de tener pisado el pedal, nuestra pierna se levante levemente y hagamos que el disco del embrague pueda rozar levemente con el volante motor, algo que también aceleraría su desgaste de forma inútil. Como en los dos casos anterior, el vicio nos puede costar desde 600 euros.
No utilizar el freno motor
Otro fallo habitual, sobre todo bajando puertos. Utilizar marchas cortas nos permitirá llevar el coche más sujeto, y eso aumentará nuestra seguridad porque tendremos mayor control sobre el coche en las curvas.
Al mismo tiempo, nos permitirá frenar mucho menos, de manera que alargaremos la vida de las pastillas de freno y de los discos de freno, y también evitaremos que el líquido de frenos se sobrecaliente más de lo debido y pierda eficacia. Sustituir el líquido tiene un coste de unos 60 euros; las pastillas, unos 150-200 euros; y, por último, los discos rondan los 200-250 euros, siempre hablando de coches normales.
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