El sábado 1 de septiembre entra en vigor el ciclo de homologación en condiciones reales WLTP y, más allá de los cambios que ha obligado a realizar en las gamas de todos los fabricantes, este nuevo test europeo de medición de emisiones de dióxido de carbono traerá consecuencias en el precio de los vehículos nuevos. Y es que, según GANVAM, entre un 10% y un 20% de los vehículos que actualmente están exentos de pagar el Impuesto de Matriculación se verán ahora obligados a abonarlo.
Esto se debe a que los modelos que emiten menos de 120 gramos de CO2 por kilómetro no tienen que pagar este tributo, pero, con el ciclo WLTP, una parte de los automóviles que están a la venta pasarán a emitir más C02, superando así el tramo de los 120 gramos y pasando a pagar el Impuesto de Matriculación.
Según los ensayos realizados, entre las pruebas de laboratorio y la conducción real hay un desfase de hasta el 20%, es decir, que del anterior ciclo NEDC al nuevo WLTP, habrá un desfase en las emisiones homologadas de hasta el 20%.
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Superar el tramo de los 120 gramos supone tributar un 4,75% extra. Según Ganvam, este encarecimiento del precio retraerá hasta un 10% un mercado donde aproximadamente siete de cada diez coches matriculados se libran del pago del tributo. Para evitar esta contracción del mercado, sobre todo ahora que crece a buen ritmo, la patronal de la distribución insiste en la necesidad de eliminar el Impuesto de Matriculación, máxime cuando España es el único gran mercado europeo con un gravamen de este tipo, lo que reduce artificialmente el tamaño de su mercado potencial. Eliminándolo se dejaría de penalizar la compra, dando así un impulso a las ventas.
Alternativas a la supresión del Impuesto de Matriculación
Como alternativa a la supresión del Impuesto de Matriculación, Ganvam propone que se introduzca un coeficiente de corrección en el cálculo del impuesto para evitar el sobrecoste que supondrá en el precio del coche. En palabras del presidente de Ganvam, Lorenzo Vidal de la Peña, «lo deseable sería que, en lugar de parchear las medidas de Bruselas, se pusiera en marcha una fiscalidad vinculada realmente al medio ambiente, que trasvase la presión de la compra al uso«.
En este sentido, la propuesta de la patronal es reorientar el Impuesto Municipal de Circulación para que se base en las emisiones en lugar de en la cilindrada y la potencia, una reivindicación que hacen desde hace tiempo muchos usuarios. Al vincularlo al CO2 y a la normativa EURO, se asociará a la antigüedad del coche y, por tanto, se establece un sistema justo de discriminación del coche por su potencial contaminante.
Lo cierto es que esta propuesta tiene sentido, ya que pagarán más los vehículos más viejos y contaminantes, mientras que los más modernos y eficientes no estarán obligados a pagar tanto, cada año, como los modelos más contaminantes; al fin y al cabo, un Euro6d-Temp no emite lo mismo que un Euro2 y sería justo que tributaran de manera diferente, aunque tengan una cilindrada y potencia similar.
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