Es importante comprobar la presión de inflado de nuestras gomas como mínimo cada tres meses, con los neumáticos fríos; lo que muchos conductores no suelen tener en cuenta es que conviene mirar la presión en el mismo establecimiento y con el mismo manómetro, para evitar errores de medición causados por usar distintos aparatos.
También hay que estar atento al estado de los flancos: El caucho se endurece con el paso del tiempo, perdiendo sus propiedades de elasticidad y adherencia. De ahí que los neumáticos deban cambiarse como mínimo cada seis años, con independencia de la profundidad que conserve el dibujo. Cuidado también con los cortes y golpes en los flancos, llamados «hernias», que se suelen producir por los roces del neumático con los bordillos. Sustituye tu rueda tan pronto como detectes una hernia.
Si notas vibraciones al circular con tu coche, es muy probable que se deba al desequilibrio en tus neumáticos. Vigila siempre el equilibrado para asegurarte de que no hay problemas. Por último, en cuanto a la banda de rodadura, no sólo debes estar pendiente de que el dibujo tenga una profundidad superior a los 1,6 mm que exige la ley, sino que también hay que comprobar que no existan irregularidades a lo largo de la banda de rodadura que puedan ampliar los problemas provocados por una dirección mal alineada o defectos en la suspensión.
Además, recuerda siempre que tu estilo de conducción influye en la conservación de los neumáticos: Circular dentro de las velocidades reglamentarias y reducirla antes de entrar en curva ayudará a mantenerlos en buen estado, al igual que evitar los frenazos bruscos, ayuda en gran medida a que nuestros neumáticos duren más y conserven un buen estado.
