El Aston Martin Vanquish original, y su sucesor de 2012, son coches que no volveremos a ver jamás. Dos GT con motores V12 atmosféricos. Por eso esta prueba es tan especial.
No hace mucho tiempo me quejaba de la cantidad de sonido de viento que se colaba en el habitáculo del Vanquish a alta velocidad; parecía como si el parabrisas fuera demasiado fino, como si estuviera fallando una junta. Ahora estoy sonriendo tanto, que me duele la cara.
La carretera que tengo ante mis ojos serpentea a través de un tupido bosque, y mi compañero Ian está imponiendo un ritmo alto al volante del Vanquish S, lo que implica que los más de 600 CV del motor están rugiendo, dejándose oír en la tranquilidad del entorno y penetrando a través del fino parabrisas que me separa de su trasera, zumbando en mis oídos como si se encontrara sobre el capó de fibra de carbono del Vanquish más nuevo.
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Después, como si estuviéramos manejando una sofisticada mesa de mezclas, la banda sonora se vuelve todavía más audible cuando añado los decibelios de mi V12, creando una melodía inesperada y maravillosa. Nos movemos en un rápido convoy de 24 cilindros que se percibe como debería percibirse un Aston Martin siempre.
El Vanquish. El buque insignia de Aston. Un linaje que se extiende desde el cambio de milenio hasta el año pasado representado en las dos generaciones que tenemos aquí. Una denominación que volverá en 2020 en forma de deportivo de motor central para convertirse en rival del Ferrari F8 Tributo. Esto en sí mismo plantea un punto interesante, ya que mientras que el nombre se mantiene, la tercera generación de este modelo no compartirá nada con sus antepasados, ni siquiera el motor V12. El DBS Superleggera es el sucesor espiritual del Vanquish S de 2017 que ves en estas páginas: una mezcla de GT y supercoche, lleno de lujo y capaz de superar los 320 km/h.
Aston Martin es una compañía con, digamos, una historia emocionante. Una de esas épocas de cambios tumultuosos fue a mediados de los años 90, cuando la firma británica tuvo que afrontar el inevitable cambio de dejar de hacer obsoletos aunque adorables modelos con motores V8… para convertirse en una empresa de automóviles moderna de mayor volumen, con unas ventas que aseguraran la supervivencia de la compañía.
Cuando Ford era la dueña de la firma inglesa, el modelo puente de la época pasada a la nueva era el DB7, un automóvil basado en el Jaguar XJS y que también usó la marca TWR en un coche más simple. Esto aseguró un nivel de producción decente en la factoría británica de Bloxham, lo que salvó a Aston Martin de la extinción definitiva.
Alentada por este éxito, la empresa necesitaba reemplazar los modelos más grandes como eran el Virage y el Vantage, y la solución fue algo más sofisticada, fabricada en aluminio y con un propulsor V12. La primera vez que lo vimos fue en 1998 y se trataba de un concepto que la marca denominó, de manera confusa, Proyect Vantage. Era maravilloso. Podría decirse que ha sido el mejor trabajo del diseñador británico Ian Callum –hoy al frente del estilismo de Jaguar/Land Rover–… y se basó, en gran medida, en la relación histórica de Aston Martin con Zagato –una pequeña empresa de diseño asentada en Milán, Italia–, con claras influencias en las líneas exteriores.
Y si bien el nuevo propulsor V12 de la marca lo estrenó el DB7 –salió en 1999 como DB7 Vantage V12–, no fue hasta el año 2000 cuando se materializó el Proyect Vantage. Llamado Vanquish, lo vimos por primera vez en el Salón de Ginebra y, por fortuna, se respeto gran parte del diseño del concept.
Nuevo nombre, nuevo motor y nueva plataforma, ya que el Vanquish original fue el primer Aston en usar lo que se convertiría en la arquitectura VH de aluminio reforzado y remachado que han empleado los modelos de Aston hasta hace nada de tiempo.
El primer Vanquish se comercializó hasta el año 2007, y se fabricaron 2.589 unidades. Esa cifra no está nada mal, algo a lo que sin duda ayudó el hecho de que un famoso espía británico con licencia para matar –caracterizado en la figura del actor Pierce Brosnan– condujera uno en la película de 2002 titulada Muere otro día.
Observar un Vanquish original al lado del actual nos permite ver como se han suavizado lo que antes considerábamos unas líneas de carrocería bastante agresivas. El paso del tiempo ha convertido las prominentes aristas en suaves y sugerentes curvas; nada que ver con todos los aditamentos y detalles en brillante fibra de carbono del modelo de 2017. Visto desde una perspectiva actual, el Vanquish original no es tan bonito. De hecho, cuenta con algunos volúmenes que a día de hoy denotan su edad, por lo que más que bello digamos que es atractivo.
El original logra una imponente presencia por sus formas tan características: las suaves líneas y superficies que dibujan sus paneles de aluminio hacen de la carrocería una pieza musculada. En el Vanquish S de 2017, esa contundente presencia se consigue de una manera más artificial, con aditamentos y adornos. Eso sí, de fibra de carbono.
¿Y qué pasa con ese otro gran vínculo entre los dos, como es el motor 5.9 V12? ¿Cuántas veces has escuchado que este propulsor no es otra cosa que el resultado de unir dos mecánicas Ford Duractec V6? En realidad, las raíces del V12 sí tienen que ver con la marca del óvalo azul, ya que Ford y Cosworth diseñaron un V6 para el Ford Indigo Concept, y Aston Martin lo desarrolló a partir de ese punto. En el DB7 se alcanzaron unos conservadores 420 CV; en el Vanquish original, como el que tenemos aquí, la cifra llegó a los 466 CV, subiendo a los 525 CV en la versión S de 2007. Sea como fuere, están lejos de los 605 CV del Vanquish S de segunda generación –también conocido como AM310– que completa esta historia.
La segunda generación del Vanquish salió al mercado en 2012, y si bien parecía una evolución del DBS, era una máquina bien distinta. La plataforma VH de cuarta generación era considerablemente más rígida y ligera, y el V12 iba montado más cerca del asfalto y se potenciaba hasta los 565 CV. Disponible sólo con una transmisión automática, la original de ZF y seis marchas pronto dejó paso a una de ocho relaciones… con una puesta a punto del chasis mucho más deportiva para el modelo de 2014, con un paso de 0 a 100 km/h por debajo de 4 segundos.
En 2017, y con el DB11 ya a la venta, el Vanquish se mejoró con la variante S para distanciarlo del nuevo modelo de la firma, alcanzando los 605 CV y con una serie de mejoras en el chasis y a nivel aerodinámico. El sistema de Launch Control ayudó a que el registro de 0 a 100 km/h bajara hasta los 3,5 segundos, mientras que la velocidad máxima se mantuvo en los 324 km/h.
De vuelta al coche más viejo, hay una cosa específica de esta unidad de 2002 y pintada en azul Mendip… y es que cuenta con una transmisión manual. La única caja de cambio que se ofrecía en este modelo cuando se vendía nuevo era una manual robotizada de un solo embrague, que se manejaba a través de las levas situadas detrás del volante. De hecho, fue de los primeros en utilizar una transmisión muy relacionada con las que se empleaban en competición. Sin embargo, los primeros Vanquish cogieron fama de ser coches con un mantenimiento muy caro, y gran parte de la factura estaba provocada por problemas con el cambio. Por eso, la marca llegó a ofrecer un kit para adaptar un cambio manual tradicional, con tres pedales. Y el dueño de esta unidad lo instaló… lo cual no hace sino que tenga todavía más ganas de probarlo.
Puede que haga menos de 20 años que este modelo saliera al mercado pero, echando un vistazo al interior del Vanquish, podría parecer incluso más. Toda la consola central, con todos sus botoncitos y mandos, proviene de un Jaguar XJ de la época; mientras que el volante, con un diseño algo primitivo y ortopédico –provocado por la exigencia de montar un airbag–, sólo permitía un ajuste en altura. Hay que decir que las últimas versiones del coche recibieron una consola mucho más moderna similar a la que empleaba el Aston Martin DB9.
Como otras cajas manuales de Aston Martin, tanto el acelerador como el embrague ofrecen un recorrido muy largo y no demasiado preciso, por lo que cuesta un poco cogerle el tranquillo a este coche a la hora de circular a baja velocidad. Además, los recorridos de la palanca no son precisamente cortos, por lo que tampoco es sencillo manejarla con rapidez… y tampoco es difícil pegarle con los nudillos al salpicadero si metes tercera con un exceso de ímpetu. Al final te adaptas, y disfrutas de poder controlar esos maravillosos 12 cilindros a través de una caja manual, algo imposible de experimentar en un coche nuevo en el mercado actual.
Como es natural, el Vanquish de 2002 no ofrece las prestaciones de un coche equivalente en el panorama actual, pero tampoco tengo ningún problema en que mi avance resulte un poco más lento. Es lo suficientemente rápido como para no echar de menos una mayor cantidad de fuerza; y sin contar con el apoyo de un par de turbos, no te queda más remedio que usar toda la banda de revoluciones del V12, lo cual es un placer. Al cambiarme al Vanquish más nuevo, en comparación al coche más viejo es frenético en su entrega de potencia, lo cual supone experimentar una gran emoción inicial, aunque pronto te acostumbras.
Ambos coches se conducen de una forma muy similar, algo que no es sorprendente dado su ADN compartido: la rápida dirección enmascara su elevado peso y transmiten con claridad que estamos al volante de vehículos de tracción trasera. No obstante, el coche viejo exhibe movimientos más lentos e imprecisos. Es lógico que un coche con 17 años más sea menos directo, por lo que como conductor tienes que trabajar más a la hora de enlazar curvas, ya que las transferencias de masas son importantes. Además, hay que saber con certeza cuando está bien asentado para pisar el acelerador a la salida de los giros.
Si tienes claro esto, la conducción es placentera, una experiencia mecánica exquisita. Los grandes momentos en el Vanquish original llegan cuando consigues que todo funcione en sincronía. Puede que se perciba algo torpe en ciudad, y que la postura de conducción resulte incómoda como para circular todo el rato rápido en una carretera secundaria; pero, por encima de todo, resulta emotivo ponerse a sus mandos. Es el tipo de automóvil en el que siempre te apetece dar una vuelta y perderte por carreteras de paisajes bucólicos, escuchando el V12 cada vez que pisamos el acelerador.
En la actualidad no es complicado encontrar alguna unidad por unos 85.000 euros, aunque tienes que tener en cuenta que resulta caro de mantener y que, si exige algo de restauración, las piezas no son precisamente baratas. Ahora bien, es un coche que subirá de valor casi seguro.
Un estallido de revoluciones cuando arrancas el motor, esas aristas repartidas por toda la carrocería… todo en el Vanquish S es más llamativo, algo que contrasta con la elegancia de su precedesor. Se ve que es lo que demanda el mercado en la actualidad, y lo cierto es que exhibe un diseño que tiene pinta de que va a aguantar bien el paso de los años. En el interior la cosa mejora bastante, con una calidad superior y una estética que se asemeja mucho a los tiempos que corren, aunque también se le nota un poco el paso del tiempo en el hecho de montar una pantalla para el sistema multimedia algo pequeña y abatible.
Puede que la postura de conducción ultra baja y el color negro provoquen algo de claustrofobia en algunos conductores, pero a mí lo único que me da ganas es de recorrer grandes distancias. Sentado aquí, eres consciente de que llevas un coche largo; uno con un enorme capó y capaz de atravesar el aire por encima de los 300 km/h.
El Vanquish S hace que la primera generación del modelo parezca un automóvil cómicamente pintoresco, no sólo porque ofrece mucho más empuje en línea recta, sino también una mayor capacidad de frenada, de giro, de agilidad… es decir, una mayor precisión en general, lo que genera confianza y entusiasmo en el conductor. Que el eje trasero deslice es algo que sólo se produce si te pasas con el acelerador, aunque en ningún momento se percibe como una reacción intimidante.
Resulta complicado criticar el funcionamiento de la transmisión automática de convertidor de par y ocho marchas, sobre todo por la manera que tiene de combinar facilidad de uso en modo automático y eficacia cuando se emplea el modo manual y las levas. Ahora bien, después de lo atractivo que resulta manejar el cambio manual del Vanquish original, da la sensación de que en el más moderno falta algo; y no hablo sólo de un pedal extra o de una palanca de cambios, sino de la conexión emocional con el motor V12 que descansa delante de mí.
Circulamos a buen ritmo por carreteras secundarias y resulta muy instructivo seguir al Vanquish de primera generación. Su carrocería está lejos del asfalto, se percibe sorprendentemente estrecho y las preciosas llantas de 19» parecen meterse dentro de los prominentes pasos de rueda. Y también resulta muy sencillo seguirlo al volante del coche moderno. De hecho, a pesar de que estamos ante la versión S, teóricamente de enfoque deportivo, lo cierto es que estamos ante un confortable GT que admite una conducción agresiva cuando es necesario, con un tacto de dirección fantástico y un gran control de los movimientos de la carrocería.
Por encima de todo, probar estos coches es una maravillosa celebración; son los útlimos Aston Martin V12 de aspiración natural. Dejando a un lado al Valkyrie, no volveremos a verlos jamás con esta configuración mecánica, y aunque el V6 turboalimentado del nuevo Vanquish mejorará sin duda las prestaciones de estos modelos, siempre habrá un lugar especial en nuestros corazones –y oídos– para estos dos grandes GT de la firma inglesa.
Aston Martin Vanquish (2002)
Motor | V12, 5.935 cc, atmosférico |
Potencia | 466 CV a 6.500 rpm |
Par | 542 Nm a 5.000 rpm |
Velocidad máxima | 306 km/h |
0-100 km/h | 5,4 segundos |
Peso | 1.820 kg (3,90 kg/CV) |
Precio | 264.080 euros (nuevo) – 85.000 euros (valor actual) |
Cambio | Manual robotizada, 6 velocidades (Manual en esta unidad) |
Tracción | Trasera |
Aston Martin Vanquish S (2017)
Motor | V12, 5.935 cc, atmosférico |
Potencia | 605 CV a 7.000 rpm |
Par | 630 Nm a 5.500 rpm |
Velocidad máxima | 324 km/h |
0-100 km/h | 3,5 segundos |
Peso | 1.739 kg (2,87 kg/CV) |
Precio | 295.435 euros (nuevo) – 245.000 euros (valor actual) |
Cambio | Automático, 8 velocidades |
Tracción | Trasera |
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