Audi Ice Experience: Jugando con hielo

El invierno es frío, largo y oscuro en las latitudes cercanas al Círculo Polar. Los lagos se congelan. Algunos, hasta se hacen transitables al tráfico rodado. Muchos se convierten en patio de recreo para los espíritus más traviesos.


La experimentación, el método prueba-error, es, sin duda, la mejor forma de asimilar el aprendizaje. Y si se añade un componente lúdico, entonces el éxito está asegurado. Con estos ingredientes y una máquina como el S5 Sportback de 333 CV, los alumnos de la Audi Ice Experience se divierten hasta la extenuación y, casi sin darse cuenta, descubren habilidades insospechadas. En apenas un par de días adquieren un nivel de control, intuición y sensibilidad al volante que a ellos mismos sorprende.

Audi S5 Sportback

Precio

 66.680€

Motor

 Gasolina, V6, 2.995 cc

Potencia

 333 CV a 5.500 rpm

Par

 440 Nm de 2.900 a 5.300 rpm

Velocidad

 250 km/h 

0 a 100 km/h

 4,9 seg.

Consumo

 8,1 litros/100 km

CO2

 190 g/km

Transmisión

 4×4

Cambio

 Automático, 7 vel. doble embrague

Puertas

5

Plazas

4

Dimensiones

 

Peso

 1.745 kg

Depósito

 63 litros

Maletero

 480 litros

Neumáticos

 

Clavos

220

Claro está que, para hacer travesuras sobre el hielo es necesario un mínimo de preparación. Para empezar, hay que contar con un buen calzado: unos neumáticos de invierno con laminillas y clavos son decididamente la mejor solución para proporcionar tracción, frenada, dirección y agarre lateral en términos razonables.

Y, desde luego, la tracción Quattro es también un excelente aliado para sumar diversión y emociones sobre superficies de baja adherencia.

Primeros resbalones

Casi veinte bajo cero. Sobre el hielo, los sistemas de control de tracción y estabilidad suponen una garantía de seguridad añadida: perdonan los errores y mantienen el coche en su sitio en todo momento, sin perder los modales. Pero no es eso lo que queremos. No hemos llegado hasta el Círculo Polar Ártico para que la electrónica nos saque las castañas del fuego. Así que ¡Fuera! Apretamos el botón de desconexión del ESP y nos lanzamos, sencillamente, a descubrir qué pasa a los mandos de nuestro nuevo juguete.

Sobre el hielo, la frontera entre el control y el ´ay-ay-ay-ay-ay´ es una delgada línea tremendamente fácil de superar. Cualquier error se acentúa y, si practicamos lo que creemos una conducción normal, pronto descubriremos nuestros fallos.

Así que vamos poco a poco. Y, como a baja velocidad no pasa nada, decidimos aumentar el ritmo. Ah, pero aquí ya empiezan las sorpresas. Aún realizando una conducción suave, en la primera curva cerrada las ruedas delanteras comienzan a perder su agarre y se produce un marcado subviraje que nos lleva de morro casi hasta el pretil de nieve; llegamos a un tramo de curvas enlazadas y, en el primer giro, de nuevo el subviraje deja el coche tan descolocado que lo que sigue es una enloquecida y torpe secuencia de volantazos a derecha e izquierda; por fin llega una larga curva abierta.

Hacer de lado, y a toda velocidad, una larguísima curva de casi 360º requiere técnica y tacto exquisitos. Es fácil pasarse. Aunque si rozamos el muro de nieve con la trasera tendremos una foto espectacular. Al final del invierno los días comienzan a disponer de más horas de luz solar y la experiencia es aún más grata. Además, cada jornada se remata con actividades antes de volver al confortable resguardo del hotel. El aprendizaje consiste en probar y probar. Descubrir dónde están los límites. Por suerte, cuando los superamos, ahí está nuestro amigo tractor. Enganche rápido, suave tirón y agujero en la tarjeta.

Sencilla. Todo va bien hasta que las ruedas traseras comienzan a vivir su propia aventura: el coche inicia entonces una leve cruzada que se acentúa progresivamente hasta convertirse en un trompo. Vale. Tranquilo.
 

ICE-DRIFT

Incluso unos neumáticos de invierno erizados de clavos tienen sus límites y, si se superan, bien por un exceso de aceleración, una frenada demasiado brusca o un apoyo lateral fuerte, sencillamente deslizan. Esto puede convertirse en una pérdida de control pero también en un efecto útil. Nos servirá, por ejemplo, para acentuar el sobreviraje y ayudarnos a realizar un giro. Los pilotos de rallyes lo saben bien. Y, desde luego, los conductores escandinavos. Cambios de carga, toques de acelerador o freno, incluso frenada y aceleración simultánea provocan reacciones que, si saben utilizarse, permiten controlar mejor la máquina.

Efecto de la suma de fuerzas

Aunque las fuerzas longitudinales (aceleración y retención) y transversales (apoyo lateral) se mantengan dentro del límite teórico de adherencia, la resultante de ambas puede superarlo.

Efecto de la carga

La transferencia de masas (en aceleración, frenada o viraje) puede incrementar o disminuir la carga sobre un neumático y variar su capacidad de adherencia, aumentándola o llevándola a un nivel crítico (óvalo rojo).

Secretos descongelados

Bastan unas cuantas vueltas para ir averiguando, por ejemplo, que un toquecito de freno justo antes de la curva ayuda a desplazar la carga hacia las ruedas delanteras, aumentando su agarre, y lo alivia de las traseras, que deslizan hacia el exterior en cuanto comienza a manifestarse la fuerza lateral del viraje.

Y ya es sólo cuestión de dosificar el gas para mantener la cruzada sin pasarnos. Si aceleramos suave, acompañaremos el derrapaje sin permitir que la zaga nos adelante; si aceleramos más aún, provocaremos un mayor deslizamiento y el coche tenderá a resbalar fuera de su trayectoria. Menos gas tiene el efecto contrario: las ruedas agarran y el coche se acerca al interior de la curva. Sorprendente.

Enseguida descubrimos que estos efectos tienen muchas más aplicaciones y aprendemos a realizar los giros con una simple insinuación del volante (no más de un cuarto de vuelta) y aplicando una correcta dosis de presión sobre el pedal del acelerador. ¡Empezamos a controlar!

Incluso las curvas enlazadas son pan comido: un vals de elegantes cruzadas a base de aflojar y apretar el gas, casi sin mover el volante, aprovechando el momento del leve coletazo al témino de un giro para iniciar el siguiente hacia el lado contrario. Claro que ¡sólo vamos a 30 por hora!

A partir de este momento pasamos a un nivel superior: un circuito mucho más largo y rápido, aunque con algunas trampas; curvas con un radio que se cierra progresivamente y en las que hay que esmerarse en trazado y anticipación.

La prueba de hielo

Aquí se aprende ya a realizar cruzadas largas, espectaculares, con el coche absolutamente de lado. Y empiezan los trompos de verdad y las excursiones a la nieve. No pasa nada. Si uno se sale, ahí está el tractor, pero mejor mantenerse en la pista y aprovechar cada minuto.

Poco a poco aprendemos a balancear el coche, a tirarlo hacia el interior de la curva mucho antes, para llegar ya cruzados.

Trazar lamiendo el vértice con el paragolpes delantero, mirando hacia la siguiente curva por la ventanilla. Los manoteos sobre el volante son cada vez menos; apenas hace falta recurrir a fuertes contravirajes y las ruedas están casi todo el tiempo rectas.

El momento mágico surge de pronto, cuando el coche parece flotar sobre la superficie helada como un hover-craft; cuando conseguimos cambiar el apoyo de curva a contracurva con suavidad, sin latigazos violentos; cuando somos capaces de mantener una larguísima cruzada de casi 360º de una vez, en una trayectoria uniforme y limpia, para terminarla con una progresiva vuelta a la ‘normalidad’.

En realidad, aún queda mucho por aprender. Mucho que entrenar para mecanizar totalmente la técnica, descubrir trucos, aumentar la efectividad, ir más rápido. Pero no es necesario llegar a la altura de un piloto de rallyes para alcanzar un nivel muy por encima de la media en cuanto a seguridad y control. Al llegar a este punto, el hielo es ya nuestro nuevo elemento.

¿Quieres participar?

Cada año, desde noviembre hasta abril, la Ice Experience de Audi ofrece una oportunidad única de vivir a tope la conducción sobre hielo. Hay dos opciones básicas: curso de dos días y medio, por 3.400 euros, o de cuatro días y medio, por 4.400.

En ambos casos están incluidos los vuelos desde Alemania y tres y cinco noches de hotel, respectivamente.

En España, la Winter Driving Experience, propone una experiencia a tiro de piedra, en la estación de esquí de Baqueira Beret.Más info: www.audidrivingexperience.es (en alemán); www.audi.com/driving (en inglés); www.audidrivingexperience.es (en español).

La pista sobre el lago

El circuito de la Ice Experience está trazado con quitanieves sobre la superficie helada del lago Muonio, unos 200 km al norte de Rovaniemi. El curso empieza en una pista corta, estrecha y ratonera antes de pasar a combinaciones más largas y rápidas que pueden enlazarse para construir un trazado de hasta 7 km. A los lados, blandos colchones amortiguan eventuales salidas. La nieve, esponjosa y suelta, es capaz de frenar cualquier pérdida de control. Pero si el coche se sale, la única manera de devolverlo a la pista es la eslinga y el tractor, a costa, eso sí, de una perforación en la tarjeta del conductor. Siete agujeros y estás ´out´.

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