Distinguir el nuevo Audi A1 es una labor de observación que requiere paciencia y tranquilidad pues sus cambios estéticos tanto en el interior como en el exterior son tan mínimos que es necesario tener un ojo bien entrenado para percibirlo.
Y si andas bien de vista, de tacto y sensaciones -aunque sean intangibles- deberás andar mejor. Porque lo realmente novedoso del urbano alemán se esconde bajo su capó. Sí, el reestilizado A1 incorpora hasta seis mecánicas nuevas, de las cuales la mitad han sido retocadas para hacer frente a la nueva normativa Euro6 y la otra mitad son completamente nuevas.
Las tres mecánicas conocidas son el 1.4 TFSI que aumenta su potencia hasta los 125 y 150 CV –este último con la tecnología COD de desconexión de cilindros- y el 1.6 TDI que hace lo propio para llegar ahora a los 116 CV. El consumo de los tres, obviamente, se reduce hasta los 4,9, 4,7 y 3,5 l/100 km, respectivamente.
Por su parte, los nuevos motores se dividen en dos de gasolina y uno diesel. El primero es el nuevo tope de gama, el 1.8 TFSI que entrega 192 CV, gasta 5,6 l/100 km y se encarga de sustituir al 1.4 TFSI de 185 CV y se convierte en una opción muy recomendable para aquellos que busquen deportividad sin verse en la obligación de tener que pasarse al S1, el cual mantiene su 2.0 TFSI de 231 CV.
Aunque el protagonismo se lo llevan, claramente sus dos mecánicas más pequeñas y que se convertirán en las de acceso. Ambas comparten el sufijo Ultra –con el que se hace referencia al bajo consumo- y, del mismo modo, ambas tienen un motor de tres cilindros? aunque lo cierto es que, tras bajarte de uno y subirte en el otro, te das cuenta que es ahí donde se quedan sus similitudes.
Por un lado, el 1.4 TDI Ultra de 90 CV –sustituye al 1.6 TDI de la misma potencia- se muestra como un motor tranquilo, con buena respuesta a la pasar de 1.600 rpm pero que peca de lento y ´vibrón´ cuando se circula en un régimen más bajo. Se asocia a un cambio manual de cinco marchas que tiene un tacto correcto y unos recorridos algo más largos para así no echar en falta una sexta marcha. Por ciudad, ofrece un comportamiento muy digno pero es al salir de la misma cuando se empiezan a ver sus carencias, sobre todo si afrontamos tramos de largas subidas, como las que nos encontramos durante nuestra prueba por Niza y Mónaco. Eso sí, lo bueno es que es un mechero rodante y, aunque es casi imposible acercarse a los 3,4 l/100 km que homologa, si realizas una conducción sosegada es más que factible que logres cerca de 5,1 l/100 km.
El 1.0 TFSI Ultra de 95 CV es la otra gran novedad y, aunque también es un tres cilindros y está enfocado a reducir consumo, lo cierto es que da la impresión contraria. Sí, el coche vibra -aunque bastante menos- cuando sales en primera, pero a medida que la aguja de revoluciones va subiendo –cierto es que parece costarle-, la impresión que te da es de estar montando en un coche de mayor potencia. La sonoridad del motor nada tiene que envidiar a la del 1.8 TFSI –no petardea tanto- y la agilidad con la que se mueve nos sorprende gratamente.
Durante la prueba, escogimos el que se asociaba al cambio automático S tronic de siete velocidades con el que subimos cual coche de rallyes por los tramos del Rally de Montecarlo. Sólo en las cuestas más empinadas el motor daba síntomas de agotamiento pero sus 95 CV responden a la perfección a las exigencias del día a día, no así sus frenos, los cuales, al acabar uno de los primeros tramos sinuosos, empezaron a echar humo. No notamos pérdida de eficacia pero sí una preocupante fatiga prematura –los discos resultan bastante pequeños-.
Por lo demás, el coche no varía un ápice su dinamismo. Todo lo contrario, lo aumenta gracias a la inclusión de sistema de conducción Drive Select, que se estrena en este modelo y que es de serie en el acabado Sport. Con él, podemos variar la gestión de acelerador, dirección, climatización entre tres modos: efficiency, auto y dynamic.