Actualmente existe un gran número de modelos de coche en el mercado que son auténticos ordenadores con motor y ruedas. Además, esta tendencia apunta hacia una masificación que llegará más pronto que tarde. Y es que la conectividad, sistemas de infoentretenimiento, seguridad y otros elementos relacionados con la tecnología cada vez son más importantes para el funcionamiento del vehículo y más poderosos como argumento de ventas para los fabricantes. No obstante, además de los lógicos beneficios que reportan estos adelantos a los usuarios, también tienen inconvenientes.
Uno de los más importantes es el hipotético prejuicio que podría causar a las compañías aseguradoras. Con este incremento tecnológico, las empresas de seguros podrían ver cómo sube la factura en caso de que el coche asegurado sufriese un accidente de tráfico, pues este tipo de sistemas son delicados€ y caros. Asimismo, toda la industria automovilística espera que en un futuro próximo lleguen los coches autónomos, con lo que el asunto se maximiza. De este modo, lo que antaño sería un simple cambio del paragolpes se podría convertir en una multitud de sensores y cámaras dañados.
Debido a las razones anteriores, muchas de las compañías de seguros del automóvil estarían planteándose una subida de la cuota anual. De hecho, ya se cuenta con antecedentes, pues en Estados Unidos la empresa State Farm ha aumentado sus tarifas en un 5,9% de media por este tema. Y no ha sido la única, ya que detrás de State Farm han ido Allstate y Geico, otras dos aseguradoras que han modificado sus precios al alza en un 6,9% y en un 3,5%, respectivamente. Por ello, no es descabellado pensar que estas subidas pronto crucen ´el charco´.
