Prueba del BMW M850i Cabrio, la versión más deportiva

Eduardo Alonso
Eduardo Alonso


Recortar el techo a un coche de diseño tan agraciado como el Serie 8 tiene sus riesgos. Sin embargo, el resultado es arrebatador. Veamos si conserva el resto de sus cualidades.

Pensaba comenzar este artículo con algo así como «Si eres de mi generación, seguro que recuerdas con gran cariño bla, bla, bla…». Pero me lo voy a ahorrar porque estoy seguro de que, tengas los años que tengas, te acordarás del BMW Serie 8 de 1989. Voy a dejarte unos segundos para que lo dibujes en tu cabeza, con sus anchas aletas traseras, su ausencia de pilar B y sus inconfundibles faros escamoteables de forma rectangular. ¿Ya? Bonito, eh… Bien, pues continúa leyendo.

Ciertamente, quizá salvando a su versión CSI, aquel Serie 8, conocido en lenguaje BMW como E31, nunca fue una maravilla en términos dinámicos, pero tampoco lo pretendía. Era un GT de lujo de fascinante diseño que generaba una atracción magnética a todo al que se acercaba a él. Y conducirlo –tuve la ocasión de hacerlo hace quince años– era como una especie de sofrito de excelso confort y derroche de par del que parecía imposible empacharse. Era uno de esos coches que no necesitabas llevar al límite para disfrutarlo.

Diez años más tarde de su lanzamiento, fue descatalogado y no tuvo sucesor directo. El BMW Serie 6 intentó ocupar parcialmente ese lugar en 2003, pero a pesar de sus virtudes, sobre todo prestacionales, nunca fue un coupé de tanto caché como el E31. Y es que, sin duda alguna, reemplazar a uno de los diseños más logrados de la historia, como es el del E31, era una tarea más que compleja.

BMW Serie 8 Cabrio

Y con estas nos vamos a junio de 2018, cuando BMW anunció la llegada de la segunda generación del Serie 8. Poco después presentó el modelo definitivo, digno sucesor del E31 por su fascinante diseño. Y confirmó que, a diferencia de aquel E31, del nuevo Serie 8 existiría una versión descapotable, que es la que tengo ahora mismo a mis pies.

En verdad no me gusta ahondar demasiado en los aspectos estéticos, pues es algo muy personal, pero para mí el Serie 8, con su impecablemente integrada capota de lona, es el mejor diseño del último año. Es estiloso, extravagante, y tiene tanta clase que, a ver cómo puedo decirlo sin que se ofenda nadie: a diferencia de la primera generación del Serie 6 Cabrio, el Serie 8 Cabrio transmite la sensación de que, aunque pasen los años y su cotización baje, siempre será un coche exclusivo para las clases más distinguidas de la sociedad.

El interior apenas cambia respecto al del Serie 8 Coupé. Es igualmente seductor y conserva esa ultrabaja postura de conducción que nos fascinó cuando probamos el coupé. Las plazas traseras aún ofrecen un espacio decente, y tras ellas hay 350 litros de maletero, 70 L menos que en el Serie 8 Coupé.

La gama mecánica se compone de un 840d con motor diésel de 320 CV, con toda seguridad más que suficiente para el propósito de un gran turismo descapotable, y de un M850i con propulsor de gasolina de 530 CV, que es del que disponemos hoy. En ambos casos, la transmisión es automática de convertidor de par y ocho velocidades, mientras que la tracción es total xDrive, es decir, trasera con eje delantero conectable. En esta más ambiciosa versión M850i, el diferencial autoblocante M Sport viene de serie, y esta unidad en concreto equipa las barras estabilizadoras activas, opcionales por 3.386 euros.

BMW M850i Cabrio

Mis primeros kilómetros transcurren a ritmo tranquilo. Aunque las prestaciones de este bloque 4.4 V8 biturbo están fuera de toda duda –no en vano, puede acelerar de 0 a 100 km/h en 3,9 segundos–, el Serie 8 Cabrio no es un coche que te invite a ‘fundir’, como coloquialmente decimos entre amigos. El confort de marcha es elevadísimo, la dirección es ligera y el habitáculo está perfectamente aislado de ruido y vibraciones. Además, se complementa con un deflector de aire de accionamiento manual que funciona a las mil maravillas, permitiéndote conducir descapotado sin demasiadas turbulencias mientras un conducto en el respaldo del asiento dispara a tu nuca un agradable chorro de aire caliente, creando una especie de microclima en el que se está francamente a gusto.

El motor está lleno de par desde sólo 1.800 rpm, a las cuales ya entrega 750 Nm, por lo que no hace falta salirse del medio régimen para desplazarse muuuuuy rápido. Este propulsor N63 cuenta con un par de turbos twin scroll, cigüeñal de aleación de aluminio y pistones reforzados con un recubrimiento Grafal para reducir la fricción que producen. Además, la respuesta del acelerador es casi instantánea, y por encima de 4.500 rpm es un avión.

En el sur de Portugal hay algunas buenas carreteras para probar a fondo un coche. Si te soy sincero, a pesar de haber constatado un par de veces lo bien que va el Serie 8 Coupé, no tenía unas expectativas demasiado exigentes sobre el Serie 8 Cabrio al adentrarme en un entorno tan a priori desfavorable como es un tramo de curvas. Pero qué gran verdad es que no debes juzgar a nadie antes de conocerlo. Un peso en vacío de 2.015 kg no es muy compatible con un buen resultado aquí, pero en marcha parece como si se desprendiese de 300 kg. Por lógica, cuando seleccionas el modo Sport+ no puedes esperar que esto se convierta en un M4 Cabrio, sin embargo, el M850i tensa sus músculos de forma patente.

Comienzo a incrementar el ritmo y empiezo a apreciar más virtudes. La dirección marca con precisión por dónde tienen que pisar las ruedas delanteras, mientras que el eje trasero direccional proporciona una agilidad asombrosa. Es cierto que sus reacciones no son demasiado naturales, pero desde luego son efectivas. El M850i se lanza sobre el vértice y, aprovechando la gran motricidad que le proporciona el diferencial autoblocante, sale catapultado del giro derramando toda la inmensa fuerza del motor. Realmente, a pesar del aumento de peso en 125 kg respecto al coupé, la pérdida de dinamismo no es ni mucho menos trágica, simplemente, todo sucede con una casi inapreciable menor inmediatez.

BMW M950i Cabrio

Y continúa girando muy plano, favorecido por el bajo centro de gravedad y la eficiente suspensión adaptativa M. Despacha las curvas con una destreza desafiante para la física, si bien es cierto que el conductor queda algo fuera de la experiencia si hablamos de sensaciones, cosa que también pasa con el M850i Coupé y que es constitutivo de su naturaleza de GT. Sin embargo, eso no quita para que proporcione bastante confianza, condimentada por la notable fuerza y resistencia que manifiesta el equipo de frenos con discos de 395 mm en ambos ejes.

El M850i Cabrio cuesta 149.200 euros, lo que supone un sobreprecio de 8.800 euros respecto al coupé. No es el tipo de coche que a mí me seduce, pero sí me parece el mejor entre sus rivales y la compra propicia para quien su sueño sea un descapotable de lujo en el que desplazarse cómodo, rápido y observado. Prestacionalmente alcanza un nivel inaudito para su competencia, pero además ofrece un comportamiento claramente más lustroso si te gusta conducir. Obviamente no es divertido, no genera ansias por volver a conducirlo una y otra vez, pero en cuanto a la experiencia de conducción, es el que más preparado está para satisfacerte.

Y existen pocas alternativas, ninguna realmente directa. El Mercedes-AMG E 53 Cabrio de 435 CV cuesta menos –112.200 euros–, pero en cualquier apartado que valores se encuentra por detrás del M850i. Y los Mercedes S 560 Cabrio y Bentley Continental GT Convertible son para otra clase de cliente, uno que probablemente se fijaría antes en un Maserati GranCabrio de 170.450 euros, inframotorizado pero de diseño innegablemente cautivador. Quizá el modelo con el que la comparación sería más justa es con el Aston Martin DB11 Volante de 510 CV, sin embargo, saldría perdedor en cualquier aspecto objetivo, incluyendo el precio: 230.000 euros.

De algún modo me gustaría que, dentro de 30 años, nuestros hijos tuvieran al Serie 8, y por supuesto al Cabrio, la estima que hoy le tengo yo al Serie 8 original de 1989. Desde luego, razones no les van a faltar.

Tecno

La capota de lona, todo su mecanismo de accionamiento, y el paquete de refuerzos estructurales que incluye la carrocería para no perder demasiada rigidez respecto a la versión coupé, incrementan el peso del M850i Cabrio en 125 kg, superando por poco la barrera de las dos toneladas: 2.015 kg.

Aunque a priori el aumento de peso puede parecer algo elevado, en su defensa hay que decir que la capota ofrece un aislamiento térmico y acústico impecable. Además, se abre o cierra en sólo 15 segundos, operación que puede realizarse en marcha circulando por debajo de 50 km/h.

BMW Serie 8 Cabrio

Versión probada: M850i Cabrio 530 CV

Motor 8 cilindros en V, biturbo 4.395 cc, 4 válvulas por cilindro
Potencia 530 CV de 5.500 a 6.000 rpm
Par 750 Nm de 1.800 a 4.600 rpm
Largo / ancho / alto 4,85 m / 1,90 m / 1,34 m
Velocidad máxima 250 km/h (limitada)
0-100 km/h 3,9 segundos
Consumo mixto 10,0 l/100 km
Emisiones CO2 229 g/km
Maletero 350 litros
Peso 2.015 kg
Cambio Automático, 8 velocidades
Tracción Total

 


 

BMW Serie 8