Los más bocazas de la Fórmula 1

En la Fórmula 1, no todo el mundo mide sus palabras como debería. A veces, se producen arrranques de sinceridad, bravuconadas, pronósticos fallidos, declaraciones políticamente incorrectas... estas son las mejores 'perlas' del gran circo.


Sabemos que está poblado por una abrumadora mayoría de hombres y que las pocas mujeres que trabajan en él suelen ser jefas de prensa, chicas de pit lane, camareras… Pero ¿qué piensan algunos de que una mujer corra en la Fórmula 1?

¿Es machista el paddock?

Bernie Ecclestone se mostraba ‘encantado’ en el año 2000: «Lo que de verdad me gustaría encontrar es una chica negra de apariencia espectacular, preferiblemente judía o musulmana, y que hablara español», pero no tanto en 2005, cuando se rumoreaba que la piloto estadounidense Danica Patrick podría dar el salto a la F1: «Vi a Danica y pensé que las mujeres deberían vestir de blanco, como todos los electrodomésticos». Ese mismo año, Jenson Button manifestaba que «una chica con grandes tetas nunca se sentiría cómoda en el coche. Y los mecánicos no se concentrarían. Imagínate abrochándole los cinturones…» y, sin embargo, hoy día, ha cambiado de opinión: «Es posible. El problema [con las pilotos] es que no se les da la oportunidad a una edad temprana».
Eso sí, los hay aún más `carcas´… como el ex-piloto Stirling Moss –a la dcha.–: «No sé si tienen aptitudes para luchar rueda con rueda. Creo que soportar la fatiga mental [de la F1] sería muy dificil para una mujer y que serían incapaces de ganar una carrera».

De lo que callas eres el amo; de lo que dices, el esclavo». Es un proverbio que deberían recordar con más frecuencia las estrellas de la Fórmula 1. Y es que, con el interés por esta especialidad creciendo año tras año, cada vez son más los periodistas que intentan ‘arrancar titulares’ a los personajes del paddock y, además, hoy día, Internet actúa de altavoz para cualquier metedura de pata.

Los pilotos más ‘parlanchines’

¿Es Fernando Alonso un ‘bocazas’? «Llevamos cuatro años a medio segundo de Red Bull, esperando y recogiendo lo que nos dejan los demás, haciéndolo relativamente bien para quedar subcampeones del mundo», manifestó el asturiano después del GP de Hungría de este año. La opinión pública está dividida entre los que creen que Alonso no debería haber criticado a Ferrari, y los que opinan que ya ha tenido demasiada paciencia. Pero si Alonso no ha dudado nunca en ‘rajar’ sobre algo a lo largo de su carrera, ha sido sobre la falta de ayuda que se ha encontrado: ya en 2005, y apenas unos minutos después de proclamarse campeón del mundo, dejó claro que era algo que sólo les debía «a tres o cuatro». Y, justo antes de aquel triunfal fin de semana en Brasil, ya esperaba que algunos se le acercaran «a hacerse la foto». El de Oviedo tampoco ha ocultado nunca la opinión que le merecen algunos pilotos, como Ralf Schumacher, al que culpó de empotrarle contra el túnel de Mónaco en 2004: «No se merece estar donde está. Hay muchos pilotos jugándose aquí la vida para que un idiota acabe con tu carrera». Poco después, Ralf tuvo que recuperarse de una lesión y, cuando regresó a las carreras, Alonso advirtió: «el domingo habrá un peligro más en pista».

Lewis Hamilton también es de los que ‘no se corta’ al hablar de otros pilotos y, para muestra, declaraciones como «sé que soy tan bueno como Ayrton Senna» o «Alonso tiene envidia y vive en otro mundo». Pero sin duda fue en el año de su único campeonato, 2008, cuando el británico estuvo más ‘sembrado’. Al principio de la temporada y tras un mal resultado en el GP de Bahrein, soltó: «ahora voy a encandenar quince podios consecutivos». En realidad, le quedaba mucho por sufrir, a pesar de que al final ganara el campeonato ‘por los pelos’. En el GP de Canadá, provocó un accidente por no darse cuenta de que el semáforo de la calle de bóxes estaba en rojo –él siguió y embistió a los monoplazas detenidos–, pero no reconoció su error: «¿cómo puedes ver un semáforo al final del pit lane?», se preguntaba. Pero los que se llevan la palma son sus comentarios durante el GP de Brasil 2007: allí, Hamilton llegaba confiado –»he corrido muchas veces en Brasil con la Play Station, y siempre he ganado yo»– pero fue en ese GP cuando perdió el título –tras salirse de pista en el primer giro y, más tarde, pulsar por descuido el limitador de velocidad en plena recta–. Aún así, y pese a que su remontada hasta el 7º puesto no le sirviera de nada, no dudó en manifestar que «sin contar la primera vuelta, he disputado una de mis mejores carreras». El que no se consuela… es porque no quiere.

Mark Webber es otro piloto ‘sin pelos en la lengua’. Sólo hay que recordar algunas de sus manifestaciones. La más famosa fue ese «no está mal para el segundo piloto» que soltó por radio tras vencer en el GP de Gran Bretaña de 2010… motivado por que, el día antes de la carrera, su equipo había retirado de su coche un nuevo alerón para dárselo a su compañero Vettel –que había perdido el suyo en un incidente–. No ha sido la única: de hecho, no se ha cortado lo más mínimo a la hora de expresar lo que pensaba de algunos rivales –»cuando he conseguido un buen coche, he tenido a Vettel como compañero. Jenson Button no tuvo ese problema en Brawn; él tenía a Rubens Barrichello»– o de algunos circuitos, como el trazado urbano de Valencia: «es como el párking de un supermercado».

Cuando la bola de cristal se avería

Dicen que, si no quieres decepcionar, es mejor que no generes expectativas. Por eso, tal vez Adrian Reynard –en la foto central superior– sea el mayor ‘bocazas’ de la historia de la F1. En 1999, y como socio fundador de la recién fundada escudería BAR, Reynard declaró en su presentación que el equipo ganaría su primera carrera. No sólo no la ganaron… sino que su monoplaza se averío en multitud de ocasiones a lo largo de esa temporada, en la que no consiguieron ni un solo punto.

Otro pronóstico de lo más equivocado lo dio el ex-piloto David Coulthard a finales de 2006, cuando opinando sobre la llegada de Alonso a McLaren, indicó: «el compañero de equipo de Hamilton va a ser un campeón del mundo, y eso puede destruir su confianza». La historia y los resultados de Hamilton –que batió al asturiano en alguna ocasión ese mismo año– demostraron que Coulthard hubiera acertado… callándose.

Pero no creas que el hablar ‘demasiado’ es un hábito propio de la F1 contemporánea. Una de las meteduras de pata más famosas aconteció en 1984 cuando, tras despedir a Nigel Mansell de la escudería Lotus, su ex-jefe, Peter Warr –en la foto central inferior–, afirmó que «Mansell jamás ganará una carrera mientras yo tenga un agujero en el culo»: lo malo es que, a lo largo de su carrera, Mansell ganó 31 GP’s… El británico también fue objeto de una sonada polémica cuando, años después, y mientras pilotaba para Williams, su compañero de equipo, Nelson Piquet, quiso jugar a la guerra psicológica diciendo que «Mansell es un paleto estúpido con una mujer fea». Pero el inglés, con su flema británica, nunca quiso entrar al trapo y acabó derrotando a Piquet en la pista.

El próximo 24 de noviembre, con la disputa del GP de Brasil, finalizará la temporada de F1 y comenzarán los pronósticos de cara a 2014. ¿Qué te apuestas a que, dentro de un año, se habrán realizado otro montón de declaraciones totalmente equivocadas?

A bernie le pierden las formas

Muchos critican a Bernie Ecclestone por su personalidad autoritaria, que se refleja tanto a la hora de llevar el negocio de la Fórmula 1 –casi siempre ‘hace su voluntad’ sin tener en cuenta la opinión de las otras partes–… como en muchas de sus declaraciones. Por ej., Ecclestone no dudó en declarar a la revista Times que «si echas un vistazo a la democracia, en la mayoría de países no ha hecho mucho bien, incluido éste [refiriéndose a Gran Bretaña]». En el mismo reportaje, el mandamás de la F1 también soltó esta ‘perla’: «con independencia de que Hitler fuera persuadido a hacer cosas con las que no estoy seguro que estuviera de acuerdo, él las sacaba adelante –porque era capaz de liderar a un gran número de personas–». A raíz de aquello, el Congreso Mundial Judío solicitó su dimisión… y Ecclestone tuvo que disculparse en el periódico semita The Jewish Chronicle.

 

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