A pesar de que los vehículos eléctricos son ya una realidad en España, aún hay preguntas que frenan a muchos consumidores. Al margen de la autonomía o el precio, existe otra gran duda: ¿se podría sobrecargar la red si todos tuviéramos un coche eléctrico?
La posibilidad de que se produjera un apagón cuando millones de coches estuvieran enchufados puede resolverse gracias a la carga lenta.
Actualmente, la carga lenta es la más habitual en el mercado por su seguridad y sostenibilidad. Es la opción más recomendada por marcas como BMW, Volkswagen, Nissan o Hyundai para mantener la batería en condiciones óptimas y alargar su vida útil.
Puede realizarse en modo 2, conectando el vehículo a la corriente con un conector doméstico tipo Schuko, donde se producirá una carga con corriente alterna monofásica a 230V, que como máximo alcanzará los 3,7 kW de potencia.
Sin embargo, es más recomendable el modo 3, que permite recarga tanto a 3,7 kW como 7,4 kW, ya que admite hasta 32A. En este caso, la recarga se realiza a través de un punto fijo de recarga o wallbox, que está equipado con un conector tipo Mennekes o similar. Este sistema cuenta con una serie de características clave para cuidar la batería del coche y el sistema eléctrico al que se conecta. Destaca, frente al modo 2, en la incorporación de sistemas avanzados de protección contra posibles descargas eléctricas y la armonización de potencia durante todo el proceso para evitar picos de tensión. Algunos modelos incluso pueden programar la carga en los horarios en los que el consumo es más económico.
Los puntos fijos de recarga necesarios para el modo 3 se instalan habitualmente en el garaje de la vivienda, en centros de trabajo, aparcamientos de centros comerciales, hoteles, edificios públicos… La oferta es cada vez más amplia. Aprovechando los puntos públicos no necesitaremos realizar ningún tipo de inversión en la instalación y podremos recargar el vehículo mientras estamos ocupados en otras tareas.
Como vemos, la potencia utilizada en la carga lenta es menor que la carga rápida, por lo que constituye la mejor opción para evitar problemas en la distribución eléctrica. Con este tipo de carga, la red no sufrirá una demanda mucho mayor a la habitual si tenemos en cuenta que una carga lenta a 16 amperios es casi el equivalente al consumo máximo de una vivienda.
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