La gran sequía que estamos sufriendo en estos meses es una gran desgracia para el campo, para nuestras reservas de agua, etc. Por eso, todos estamos deseando que empiece a llover. O, al menos, deberíamos estar deseándolo…

La cuestión es que en muchos lugares lleva tanto tiempo sin llover que, cuando lo haga, de van a dar unas circunstancias que nos obligarán a extremar aún más las precauciones cuando nos pongamos al volante.
Sí, todos sabemos que un neumático no agarra igual en seco que en mojado. Es lógico. Sin embargo, además del agua, hay multitud de factores que influyen en que ese agarre sea todavía menor del que podamos a esperar. Por eso, vamos a pasar a enumerar a algunos de ellos para que, en esas circunstancias, seas especialmente cuidadoso.
Y no es tanto porque te vayas a salir en una curva, que también, es que las distancias de frenada se puede alargar considerablemente, y eso podemos notarlo incluso en ciudad, donde podremos notar que los pasos de peatones, por ejemplo, se vuelven especialmente resbaladizos.
¿Qué factores influyen en el agarre del neumático? Primero, el agua, está claro. Pero, también, hay que tener cuidado con la temperatura. Estamos en plena primavera, y eso también puede provocar grandes cambios de temperatura. Si vemos que el termómetro está por debajo de los 10ºC, es nivel de adherencia también puede ser aún más bajo.

Otro factor clave, sin duda, es el tipo de asfalto. Tanto por el asfalto en sí como por lo bacheado que esté. Quédate con tres claves: ojo con los asfalto muy lisos y brillantes, de esos que parecen espejos, y también con los que parecen muy rugosos pero el asfalto está desgastado y formado por una especie de pequeños cantos rodados: son especialmente resbaladizos cuando se mojan. De estos últimos cada vez hay menos carreteras, pero aún es posible encontrarlo sobre todo en carreteras asfaltadas hace muchos años.
En cuanto a los baches, ten en cuenta que las irregularidades del asfalto provocan que la suspensión se comprima y, que, después se descomprima. Esas oscilaciones inciden directamente sobre el peso que recae sobre cada rueda, y eso hace que su nivel de adherencia vaya variando constantemente, Cuando más bacheado esté el asfalto, más riesgo hay de que se produzcan pérdidas de agarre.
Sin embargo, hay otros factores que, en una época de sequía como la que vivimos, tienen todavía más importancia. Por ejemplo, que no llueva significa que la carretera no se ‘lava’. En ella se va acumulando todo tipo de suciedad, desde arenilla a polen, y toda esa suciedad, al mojarse, termina formando un barrillo que reduce de forma muy sustancial el agarre del neumático. Por tanto, si circulas por carretera con árboles y caminos cercanos, extrema la precaución.

Hay otra cuestión muy importante. En las carreteras secundarias de curvas por las que suelen circular camiones de gran tonelaje o autobuses, debemos ser especialmente cuidadosos. ¿El motivo? Imagina un tráiler de 40 toneladas. Si has circulado alguna vez detrás de uno, habrás visto cómo las ruedas traseras se van retorciendo sobre el asfalto de forma mucho más notable que en un coche, algo lógico por el peso. Pues bien, eso supone un desgaste del neumático. Pequeñas partículas de goma que se van quedando en el asfalto y que, a base de pasar camiones y camiones, termina creando una especie de carril de goma invisible.
Esa goma, en seco, incluso puede hacer que el agarre sea un poquito mayor que si sólo hubiese asfalto. En cambio, cuando empieza a llover, esa goma se vuelve especialmente resbaladiza. Mucha gente piensa que eso se debe a la pérdida de aceite o de grasa de los camiones, pero lo cierto es que es la goma de los neumáticos la que tiene gran parte de la culpa. Por tanto, extrema mucho también la precaución en ese tipo de vías.
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