Elegir un buen neumático es importante, pero cuidarlo como se merece lo es aún más. Y es que, aunque muchas veces pasen desapercibidos, los neumáticos son los únicos puntos de contacto entre el coche y el asfalto. De su estado depende buena parte del comportamiento dinámico, la seguridad y hasta el consumo de combustible del vehículo. Estos son los errores más comunes que solemos cometer con las ruedas… y cómo evitarlos.
¿Cuándo fue la última vez que revisaste la presión?
Es uno de los descuidos más habituales: circular con una presión inadecuada. Si es demasiado baja, el neumático se fatiga más, sobre todo por los flancos, y el riesgo de reventón aumenta considerablemente. Además, se incrementa el consumo y se reduce la vida útil del neumático. Si, por el contrario, la presión está por encima de lo recomendado, el contacto con el suelo es menor, lo que perjudica la adherencia y acelera el desgaste en la zona central de la banda de rodadura.
La solución es sencilla: comprobar la presión (con los neumáticos en frío) al menos una vez al mes y siempre antes de un viaje largo. El valor correcto viene especificado en el manual del coche, e incluso suele aparecer en la tapa del depósito o el marco de la puerta.
Rotar para rodar mejor
Otro de los errores comunes es no rotar los neumáticos. Los delanteros y los traseros no se desgastan igual: los primeros suelen sufrir más, especialmente en vehículos con tracción delantera. Hacer rotaciones periódicas entre ejes (cada 10.000 km o según recomiende el fabricante) permite que el desgaste sea más uniforme y, en consecuencia, que las cubiertas duren más. Además, mejora la estabilidad y el comportamiento del coche, ya que los ejes reaccionan de forma más equilibrada.
Ojo al desgaste… también por dentro
La profundidad mínima legal del dibujo es de 1,6 mm, pero lo ideal es no apurar tanto. Los testigos de desgaste te indican si el neumático ha llegado a su límite, aunque también puedes usar el famoso “truco del euro”: si ves el borde dorado al introducir la moneda en la ranura, toca cambiar.
Pero más allá de eso, es vital comprobar que el desgaste sea homogéneo. Una rueda que parece perfecta por fuera puede estar muy degradada por el interior. Y si el desgaste es irregular o excesivo, puede deberse a problemas en la alineación, el equilibrado o incluso los amortiguadores. Los neumáticos, en ese caso, actúan como chivatos de averías ocultas.
Alineación, paralelo y equilibrado: los grandes olvidados
Un coche bien alineado y equilibrado no solo es más cómodo y seguro de conducir, sino que también desgasta menos los neumáticos. Si notas que el volante vibra, el coche se va hacia un lado o los neumáticos se “comen” por zonas extrañas, conviene pasar por el taller. Lo ideal es revisar la alineación y el equilibrado una vez al año, al cambiar o rotar neumáticos, o si haces más de 15.000 km.
Daños visibles y envejecimiento
Subir bordillos, pasar baches o simplemente el paso del tiempo pueden afectar a la estructura del neumático. Revisar cada cierto tiempo si hay cortes, abultamientos o grietas es fundamental. Y aunque aún conserven dibujo, si tienen más de cinco años, se recomienda al menos una revisión anual por parte de un especialista. Superados los 10 años, directamente hay que reemplazarlos, incluso aunque parezcan en buen estado.
Puedes saber la edad exacta del neumático mirando el código DOT que aparece en el lateral: los cuatro últimos números indican la semana y el año de fabricación.
No te olvides de la rueda de repuesto
La gran olvidada. Sea una rueda de emergencia o un kit antipinchazos, asegúrate de que esté en buen estado y lista para entrar en acción si hace falta. Un simple descuido puede arruinarte un viaje.
Síguenos en nuestras redes X, Facebook, TikTok e Instagram, o en nuestro canal de YouTube donde te ofrecemos contenidos exclusivos. Y si te apuntas a nuestra Newsletter recibirás las noticias más destacadas del motor.
