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Las claves para que tus neumáticos duren más

El desgaste de un neumático depende de tanta variables que siempre hay cosas que se pueden hacer para que, al menos, no se desgasten antes de tiempo.

Seguro que a lo largo de tu vida te has caído más de una vez al suelo sobre asfalto y has comprobado lo abrasivo que resulta sobre piel. Pues bien, como bien sabes los neumáticos son de goma, así que tener que lidiar con el roce constante de la goma sobre el asfalto es algo que, lógicamente, no debe ser muy agradable para el neumático.

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Hay multitud de variables que influyen en el desgaste del neumático, desde su propia construcción hasta el tipo de coche, la clase de asfalto por la que circulemos, el clima, nuestra conducción… Por eso, es imposible saber cuánto va a durar un neumático. Sin embargo, hay  una serie de trucos que, independientemente del coche que tengamos, puede alargar muchísimo su vida.

Os voy a poner un ejemplo: en mi casa tenemos un coche en el que los neumáticos delanteros llevan ya 103.000 kilómetros y todavía no han llegado a los testigos de desgaste. Con este coche no se ha conducido pensando en que los neumáticos duren lo máximo posible, así que seguro que algunos de vosotros podrías haberlo hecho mejor aún. Pero sí es un caso un tanto extraño que tiene su explicación. En este caso en concreto, son unos neumáticos ecológicos (los que venían de serie; Michelin Energy Saver) montados en un coche con un motor pequeño y de poco peso en el eje delantero (Seat León 1.4 TGI) con el que se realiza una conducción suave en la que el 80% del recorrido es por autopista a velocidad legal.

Lógicamente, con lo que os vamos a explicar ahora no os vamos a asegurar que los neumáticos os vayan a durar 100.000 kilómetros, pero sí es muy probable que consigas aumentar su vida útil en un 20-25%. O, visto del lado opuesto, evitarás que se desgasten un 20-25% antes de lo previsto. Vamos a ello.

Elige el adecuado

Es la clave. Un neumático de corte deportivo o uno de invierno jamás te durarán tanto como uno ecológico. Por eso, es muy importante que analices bien qué uso le vas a dar a tu coche para optar por uno u otro. Mucha gente sigue siendo de la opinión que lo mejor es montar un neumático deportivo porque son los que más agarran. Creen que, aunque conducen despacio, eso siempre es sinónimo de seguridad.

Error. Al menos en parte. Un neumático deportivo está pensado para ofrecer un mayor agarre, pero también hacen que el comportamiento del coche sea diferente. También están pensados para soportar más temperatura cuando en práctica una conducción deportiva. Sin embargo, eso no significa que en mojado, o en asfalto seco pero frío, tengan que ser siempre más seguros.

Un caso extremo son los semislicks, el neumático deportivo más extremo que se puede llevar por la calle. Sí, en circuito y cuando cogen temperatura son excelentes; pero en una carretera y en mojado, tienen mucho más peligro que un neumático normal.

Por eso, si vamos a hacer una conducción normal y queremos la máxima duración, lo más probable es que nos interese montar un neumático ecológico o uno de verano más tradicional, como puede ser un Michelin Primacy 4, un Bridgestone Turanza, un Pirelli Cinturato P7, un Continental UltraContact, un Hankook Ventus Prime 4… Lo que sí te recomendamos es que optes por neumáticos de primera marca, pues son lo que suelen asegurar una mayor durabilidad.

También hay que tener en cuenta que un neumático de perfil bajo puede tener mayor tendencia al desgate, pues los flancos del neumático suelen ser más duros por tener menos ‘balón’ y eso fuerza más la banda de rodadura en los apoyos. De nuevo, también suele ocurrir con los neumáticos deportivos, pues su carcasa suele ser más rígida.

Si ya eres un poco friki, puedes ponerte a investigar qué treadwear tiene el neumático. El treadwear es un dato que va impreso en el perfil del neumático y que puede servir de orientación sobre la duración del neumático. Por no complicaros mucho la vida, el valor de referencia del treadwear es 100. Si tenemos un neumático con treadwear 500, significa que debería durar cinco veces más que uno que tenga un treadwear de 100. En la práctica, y teniendo en cuenta el tipo de neumáticos que hemos señalado, las diferencias no suelen ser tan grandes como para que nos volvamos locos buscando un treadwear u otro.

Vigila las presiones

Es un aspecto clave. Llevar las presiones bajas supone que la banda de rodadura alcance más temperatura, y eso acelerará su desgaste, además de que se producirá de una forma más irregular. Y ni qué decir tiene que éste es el principal riesgo de reventón en carretera. Llevarlos demasiado inflados también provocará un desgaste irregular, sobre todo por la zona central, además de un comportamiento más reventón.

Por eso, no te compliques: ajusta las presiones a los datos facilitados por el fabricante y revísalos al menos una vez cada mes. Y sí, da igual que tu coche tenga presión de neumáticos, pues en muchos casos sólo detectan pérdidas bruscas de presión o de diferencia grande entre neumáticos, y no se ‘dan cuenta’ de que la presión puede haber bajado poco a poco. Así que no seas vago: revísalos una vez al mes, al menos.

Rótalos

Es un consejo habitual sobre todo para coches de tracción delantera. Consiste en poner lo de delante en el eje trasero y viceversa, para ir igualando el desgaste y cambiarlos así todos al mismo tiempo. En coches normales y corrientes, como quien dice, es una buena opción siempre que se realice cada 10.000 kilómetros.

A modo de curiosidad, en mi Seat León no los hemos rotado. A los delanteros les quedará en torno a un 10% de vida, mientras que a los traseros todavía les resta un 40-50%. ¿Qué hiciese si los hubiésemos rotado? Probablemente habríamos cambiado los cuatro a unos 150.000 kilómetros. Así, ahora sólo cambiaremos los dos delanteros… y, probablemente, a los 150.000 kilómetros cambiemos los otros dos.

La conducción, fundamental

Sí, sé que es de perogrullo, pero es lo que hay: la forma de conducir es fundamental en el desgaste de la rueda, y hay que tener en cuenta otras cosas que no son sólo el hecho de hacer las glorietas de lado… Por ejemplo, ir muy deprisa en autopista, aunque sea en línea recta, provoca que la temperatura del neumático suba más de lo habitual, y eso acelera el desgaste. Al mismo tiempo, no es lo mismo tomar una misma curva en cuarta velocidad y dejando que el coche derive, a hacerlo en tercera y llevarlo más sujeto; en el segundo caso, además de que nuestro control del coche es mayor, el neumático también sufre menos.

Por lo demás, y si tu objetivo es alargar la vida de los neumáticos tanto como sea posible, nada que tu sentido común no vaya descubrir por sí solo: evita los acelerones, los frenazos, trazar las curvas a demasiada velocidad…

¿Por dónde conduces?

Otra perogrullada, pero es lo que hay. No es lo mismo ir por autopista en línea recta que por una carretera de curvas. Y tampoco lo es hacer cinco kilómetros por una vía rápida a 100 km/h que hacerlos por una vía de servicio paralela plagada de rotondas. Siempre que sea posible, opta por la vía más recta y por la que te permita llevar siempre una velocidad más constante.

Más allá de esto, otro factor que influye muchísimo es el tipo de asfalto. Por ejemplo, las vías de cemento que se emplean en muchos pueblos son mucho más abrasivas con los neumáticos, igual que el asfalto más granulado y descarnado. De hecho, las carreteras más rotas pueden provocar leves desgastes irregulares. Si las podemos evitar, genial; si no es así, trata de conducir con especial suavidad por ellas.

Haz un paralelo

Gastarnos 50 euros cuando cambiemos los neumáticos para comprobar el correcto ajuste de las cotas de dirección es fundamental para asegurarnos de que el coche pisa como debe. Y esto es clave para asegurarnos de dos cosas: una, que el comportamiento es tan bueno como de be ser, al menos por el guiado; y otra, que el desgaste de los neumáticos va a ser lo más regular posible.

Ojo a la suspensión

Hacer un paralelo perfecto no servirá de mucho si nuestros amortiguadores están ya pensando en jubilarse y marchar a Benidorm de vacaciones. A partir de los 100.000-120.000 kilómetros, conviene revisar su estado y cambiarlos si es necesario.

Sí, seguro que te gastas más cambiando los cuatro amortiguadores que lo que ahorrarás en neumáticos, pero tu seguridad aumentará de forma considerable. Y eso no tiene precio.

Evita los golpes

De nada sirve hacer todo lo anterior para que nuestros neumáticos duren 60.000 kilómetros, por ejemplo, si después circulamos sin evitar los cortes más profundos de la carretera, o aparcamos siempre apoyándonos contra los bordillos, o pasamos por encima de los guardias tumbados como si fuéramos Carlos Sainz cuando ganó en el Rally de Los 1000 Lagos de 1990, con sus innumerables saltos.

Si detectas daños en el neumático, ya sea en la parte lateral del neumático o incluso por la falta de trozos en la banda de rodadura, acude a un taller especializado en ruedas para ver si es hora de cambiarlos. Si aprecias un ‘huevo’ en alguna parte de la rueda no hace falta ni que les consultes; más bien, pide hora directamente para que te cambien, al menos, esa rueda.

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