En abril de 2002, se produjo uno de los mayores duelos entre vehículos urbanos de toda la historia; éste lo protagonizaban dos modelos completamente renvoados dentro de sus respectivas gamas. Por un lado estaba el Citroën C3, que vino a reemplazar al mítico Saxo; y, por otro, el Ford Fiesta, que aunque tenía un nombre conocido, en realidad era un vehículo que no guardaba nada en común con sus numerosos antecesores. El carácter de cada uno era bien distinto; mientras que el coche francés apostaba por un diseño llamativo, original, muy redondeado y con una elevada altura de carrocería, su oponente apostaba por líneas más cuadradas y ‘funcionales’. En el interior pasaba un poco lo mismo: el C3 era muy ‘atrevido’ -con su original instrumentación analógica-digital- y el Fiesta resultaba sobrio pero de una calidad indiscutible para la época, además de estar mejor aprovechado en cuanto a espacio. Por lo que se refiere a los motores, el C3 nació con tres mecánicas de gasolina -con 60, 75 y 110 CV– y un diesel de 68 CV… un propulsor que también empleaba el Fiesta, aparte de tres motores gasolina de 70 a 100 CV. En carretera, el Ford era el urbano ágil, divertido, con un cambio rápido y preciso… mientras que el Citroën apostaba por la comodidad, una mejor insonorización y, a pesar de ofrecer la misma potencia que su oponente, unas mejores prestaciones.
En abril de 2002 también sucedieron otras cosas; entre ellas, una de las decisiones de márketing más acertada de todos los tiempos. La tomó Seat cuando creó un nuevo acabado para su modelo León y lo llamó FR. Estas dos letras -cuyo significado es Fórmula Rácing y que aún se mantienen en la oferta de la marca- representaban dentro de Seat el segundo escalón en deportividad, sólo por detrás de las versiones Cupra. En el caso del León, se emplearon para el motor 1.8 turbo gasolina de 180 CV y el mítico 1.9 TDI diesel de 150 CV -que se ofrecía con tracción delantera o a las cuatro ruedas-. Reconocer un FR era sencillo porque incluía un llamativo kit aerodinámico. El éxito de este nuevo acabado fue tal, que a pesar de combinarse con motores muy potentes dentro de la gama llegó a suponer un tercio de las ventas de toda la gama León.
Por otra parte, justo hace ahora 10 años, Fiat presentó la nueva generación de su monovolumen grande: el Ullyse. Un modelo de 4,72 m de largo, hasta siete plazas, puertas traseras corredizas, motores diesel de 110 y 128 CV… y que fue construido conjuntamente con Lancia -que fabricaba el Phedra-, Peugeot -con el 807– y Citroën -con el C8-.
Dentro de las berlinas, lo más destacable fue sin duda la comercialización en nuestro país del nuevo Mercedes Clase E; un modelo de lujo que se estrenó con motores gasolina de seis y ocho cilindros con 177, 224 ó 306 CV, así como dos diesel de cuatro y cinco cilindros con 150 y 177 CV. Lo que más llamó la atención de aquel modelo fue su increible confort en carretera, sobre todo si se instalaba la suspensión neumática opcional. También llamaba la atención su atractivo diseño, una calidad interior muy buena -aunque no tanto como la de su predecesor- y sus amplias posibilidades de equipamiento.
Otra berlina interesante del 2002 fue… el Audi RS6; en su época, esta versión ‘tope’ del Audi A6 era la berlina más potente del mercado europeo, gracias a su motor 4.2 V8 de 450 CV, que se combinaba con el eficaz sistema de tracción total Quattro de la marca y un cambio automático Tiptronic… de sólo cinco velocidades. Se vendió también con carrocería familiar y era un modelo fácil de identificar por su doble salida trasera de escape ovalada, sus ensanchadísimos pasos de rueda, sus llantas de hasta 19″… En su época, el precio de partida se aproximaba a los 100.000 euros.
Pero 2002 fue también el momento en el que conocimos en nuestro país el nuevo urbano minivolumen de Honda -el Jazz-, el Audi A2 con su nuevo motor gasolina de inyección directa 1.6 FSI, la versión básica del BMW Serie 3 -el 316i con su motor gasolina de 116 CV-…
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