No hace falta ser muy perspicaz para darse cuenta de que los coches automáticos tienen sólo dos pedales. No hay pedal del embrague, pues no es necesario. Y eso hace que aquellas personas que nunca han conducido un coche automático pero sí hayan llevado coches manuales tengan la misma duda: ¿y qué hago con el pie izquierdo?
La respuesta es fácil: nada. No hay que hacer nada. Como haces con un coche con caja de cambios manual, acelerarás y frenarás sólo con el pie derecho. Ahora bien, como siempre hemos utilizado el pie izquierdo, nuestro instinto puede llevarnos a pisar un pedal que no existe.

Esto no sería ningún problema si no fuese porque, en los coches con caja de cambios automática, el pedal del freno es más ancho que en un coche con cambio manual. ¿Por qué? Originariamente, como en los coches con cambio automático no se podía utilizar el freno motor como en uno manual, se optó por poner un pedal de freno más ancho para poder utilizarlo en un momento dado también con el pie izquierdo, por ejemplo para sujetar un poco el coche cuando se bajaba un puerto… algo que terminaba siendo un problema porque al final se sobrecalentaba el sistema de frenado y perdía eficacia.
Aún así, el pedal de freno ancho se mantiene hoy día, y por eso es muy probable que si instintivamente tramos de pisar el embrague, le demos un fuerte pisotón al pedal del freno, con los peligros que ello conlleva.
Mejor no mover el pie izquierdo…
Por eso, ¿cuál es el mejor truco para asegurarnos de que no vamos a usar el pie izquierdo cuando, por ejemplo, nos vayamos a detener por completo? Una mala solución podría ser atarse el pie izquierdo a la base del asiento, pero además de probablemente ilegal no sería demasiado seguro en caso de accidente…
Por eso, os vamos a dar dos trucos que le han funcionado a todos los que se lo hemos propuesto. El primero es tan sencillo como descalzarse el pie izquierdo. Al ir descalzo, nuestro cerebro enseguida sabrá que pasa algo ‘raro’, y eso hará que se controle ese momento instintivo de pisar el embrague.
La otra opción también es sencilla: llevar la pierna izquierda encogida, con el pie cerca de la banqueta. Como en el caso anterior, cuando nuestro cerebro quiera que el pie izquierdo vaya al inexistente pedal del embrague, enseguida recordará que no debe hacerlo porque no hay pedal.