Redbull

En la dehesa de Red Bull

Y es que la directiva de RBR, de Christian Horner a Matezschitz pasando por Helmut Marko, son los verdaderos damnificados. Hay que entenderlos: el Programa de Jóvenes Pilotos de Red Bull fue uno de los impulsos para comprar Jaguar y montar no uno, sino dos equipos en el plazo de un año. Red Bull mantiene […]


Redbull

Y es que la directiva de RBR, de Christian Horner a Matezschitz pasando por Helmut Marko, son los verdaderos damnificados. Hay que entenderlos: el Programa de Jóvenes Pilotos de Red Bull fue uno de los impulsos para comprar Jaguar y montar no uno, sino dos equipos en el plazo de un año. Red Bull mantiene dos programas como éste: uno en América y otro en Europa. En el primer caso, sólo Scott Speed llegó a subirse a un F1 en carrera. Y, para lo que ha deparado el programa europeo -creado cuatro años antes que el primer equipo-, con uno también habría sido más que suficiente, uno que responda al apellido de Vettel -ya que a Red Bull le sobran pilotos que respondan al nombre de Sebastian: A Vettel y Buemi, se suman otro malogrado en Red Bull F1, Sébastien Bourdais, y el campeonísimo de rallies Sébastien Loeb, quien el año pasado flirteó con la F1 a través de los equipos de la bebida austriaca-.

Así es, señores. Siéntanlo por Webber, pero siéntanlo aún más por todos los responsables de un proyecto que iba a llenar de talento la F1 y la ha llenado de despedidos por la puerta de atrás: Klien en 2006, Speed y Liuzzi en 2007… De entre todos los chotos criados por la ganadería Marko-Red Bull, sólo uno ha salido digno de Las Ventas. Sebastian Vettel está llamado a justificar todos los millones invertidos en monoplazas por la firma de bebidas, y ahora resulta que Mark Webber, ya tan maduro que le daremos el papel de Curro Romero, puede ponerle en evidencia en una novillada.

Vayamos más despacio. ¿Cuántos millones al año cuesta al equipo el piloto australiano? ¿6, 8, 10, 12? Ahora pensemos lo mismo con Vettel, y sumémosle el impuesto determinado por un mayor caché. Sí, seguramente Vettel les sale más caro que Webber. Pero hay que seguir sumando: el dinero que haya puesto Red Bull para ir financiando su carrera hasta la F1; el dinero que haya puesto Red Bull para la búsqueda de un Vettel entre las decenas de pilotos en sus filas desde edades tempranas; indirectamente, hay que sumar de alguna manera el dinero de levantar equipos a lo largo y ancho del deporte del motor. Y, sí, tal vez deberíamos añadir el dinero en indemnizaciónes, finiquitos, abogados laborales… Gastos generados por ese par de pilotos apeados de Toro Rosso a media temporada.

Porque ésa es otra. ¿Es el Programa Red Bull un programa formativo? ¿O se limitan a «aflojar la pasta» y exigir que rindan? Desde luego, el proceso de selección desde los equipos Junior tiene que ser duro, pero, ¿trabajan por hacer de esos chavales unos mejores pilotos que el día de mañana les devuelvan lo que Red Bull les ha dado?

Pero todas esas preguntas podían quedar aparcadas. ¡Por fin les había salido un piloto brillante! ¡Trompetas y fanfarrias! ¡Que corra el champán! Y tú, Mark Webber, de vez en cuando haces que su Mesías parezca ordinario. Compréndelos. Comprende que para tus jefes Sebastian Vettel es la luz al final del túnel y tú sólo eres un extintor junto a la salida de emergencia.

Anda, venga, Mark. Perdónales lo del alerón y las pataletas en Turquía. Simplemente tus jefes están con el agua al cuello. Si fueras Helmut Marko, ¿qué habrías hecho tú con un piloto respondón pero no criado por Red Bull? Además, si sigues rindiendo así, quién sabe: con tal de que no chafes más planes, a lo mejor te ganas una vida como semental.

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