McRae, Schumacher, Gasol, Gené, Espargaró? Cuando se trata de escoger al mejor de entre dos hermanos, la elección siempre se torna difícil. Siempre, incluso cuando es obvia, ya que no puedes evitar tener la impresión de que al hacerlo abres la veda de cualquier tipo de rencilla familiar latente.
Sin embargo, y dado que Subaru y Toyota han decidido hacer dos coches idénticos pero ponerlos a punto de forma diferente, la cosa resulta aún más complicada, ya que más que hermanos son gemelos. Así que no queda otra salida que decidir cuál es el mejor de los dos, haciendo que resulte imposible justificar la adquisición del perdedor.
La importancia de unos buenos reglajes
Gemelos, e idénticos. Ambos modelos comparten el mismo motor, con la misma programación y declarando las mismas cifras. También disponen de la misma caja de cambios y relaciones de transmisión. Los dos han escogido como neumáticos de origen unos Michelin Primacy HP. Y, aunque el interior de ambos pueda parecer distinto, si te fijas verás que los logotipos y todos los mandos e instrumentos ocupan los mismos lugares.
Entonces… ¿en qué se diferencian? Las parrillas delanteras son claramente distintas. Una de ellas parece estar al revés… aunque lo cierto es que no estamos seguros de cuál. El gran listón de plástico gris que luce el Subaru tras la placa de matrícula hace que parezca que tiene una especie de bigote, lo cual puede ser bueno o malo… en función de qué cara se te ponga al imaginar a Groucho Marx con una pequeña matrícula atornillada en la parte inferior de su rostro.
El Subaru se vende en el legendario azul Mica de los Impreza del WRC y, probablemente, para algunos eso será motivo suficiente como para covertirlo en el ganador absoluto de forma instantánea. Pero, si nos fijamos exclusivamente en el diseño exterior, la selección sería tan arbitraria como preferir a una gemela idéntica a su hermana tan sólo por el color de su vestido…
Así que la elección se circunscribe a cuál se mueve mejor. Si los conduces simplemente deprisa, lo cierto es que no importa en cuál te montes. Ambos ofrecen un montón de adherencia, transmiten una agradable sensación de neutralidad y en los dos es imprescindible coger ‘carrerilla’ durante un buen puñado de metros si pretendes pasar muy deprisa por una sucesión de curvas porque sus 200 CV nunca parecen ser tantos. Y, en mojado, una situación en la que el balanceo de un coche se reduce, en términos prácticos, en un 50% –dado que el vehículo empieza a deslizar antes de que llegue ese balanceo–, ambos resultan divertidos en cuanto desconectas el control de estabilidad.
Por eso, la personalidad de los dos coches no empieza a divergir hasta que comienzas a conducirlos realmente deprisa y en seco, aprovechando el 100% de sus cualidades dinámicas. Es ahí, y sólo ahí, cuando descubres que la diferencia está en el set-up de ambas suspensiones… y que ambos vehículos son muy diferentes. El Toyota tiene una suspensión delantera ligeramente más blanda y una suspensión trasera algo más dura que la del Subaru. Esto significa que, en el Subaru BRZ, a la entrada de la curva, tienes una impresión inicial más positiva, porque el coche parece agarrar más y muestra una mayor facilidad para cambiar de dirección que el Toyota GT-86. Este ´agarre extra´ no parece disminuir y, cuanto más violento eres con el volante, más parece agarrarse el BRZ, gracias también a un eje trasero que sigue fielmente lo que marca el tren delantero. El subviraje*, simplemente, jamás se materializa.
Qué ‘mal’ va… ¡pero qué bien me lo paso!
En comparación, el Toyota transmite la impresión de tener una dirección menos efectiva y más blanda. Entra en una curva a demasiada velocidad, y el morro comenzará a deslizar mientras la dirección adquiere un tacto progresivamente más ligero. En resumen, cuando llegues al límite, subvirará. Sin embargo, esto no es malo. Y no lo es por dos motivos. El primero es que la dirección siempre te informa con una precisión absoluta de cuánto agarre te queda en las ruedas delanteras. La segunda es que, además, basta con que dejes de acelerar de golpe en la curva para que el morro se hunda un poquito y ‘descargue’ parte del peso del eje trasero. Entonces, llega la diversión: el ‘culo’ del GT-86 comienza a derrapar con una facilidad pasmosa, tanto que puedes alargar la derrapada tanto como quieras… o como te permitan los 200 CV del motor.
Por eso, puede que lo que voy a decirte a continuación te deje perplejo: preferimos el Toyota. Sí, la ‘imperfección’ del GT-86 es nuestra elección… Y eso que su tarifa oficial de 30.900e supone desembolsar por él 1.000e más que por su ‘gemelo’–Subaru no ha subido el IVA–. El motivo es que, cuando las ruedas delanteras comienzan a deslizar, es tranquilizador. Sabes dónde estás. Sabes dónde se acaba tu terreno de juego. Sabes hasta dónde puedes apurar tu suerte. Y sabes que, si quieres, todo terminará con una bonita y controlada derrapada. En el BRZ, saber cuánto agarre le quedan a tus ruedas delanteras es un misterio y, disfrutar de una buena ‘cruzada’, casi un milagro.
Gracias a una suspensión trasera más firme, el GT-86 es capaz de ponerse ‘de costado’ más fácil y con más progresividad que el Subaru.En contra de lo que pudiera parecer, unos amortiguadores más blandos permiten jugar con las inercias en los apoyos, además de hacer el coche más cómodo.
Con el BRZ no debes de tener ningún miedo a entrar rápido en cualquier curva, ya que el límite de adherencia del tren delantero es altísimo.El BRZ es un coche más seguro en términos de eficacia en curva… aunque esto arruina la diversión que se presupone a este tipo de vehículos