Existe muy poca gente que mantenga la calma en un momento tan crucial como el examen práctico para obtener el carnet de conducir. Sin embargo, se trata de una situación en la que es preferible dejar los nervios a un lado y concentrarse en conducir, independientemente de los estímulos externos que se tengan -como la presión por el examen o el resto del tráfico-.
De hecho, según un estudio elaborado por Goodyear, el 43% de los alumnos menores de 25 años en España suspenden la prueba práctica al primer intento -la teórica es superada en la primera ocasión por el 83% del alumnado-. En cualquier caso, los examinadores comprenden que es una situación de tensión y ´pasan la mano´ ante algunos pequeños fallos comprensibles, pero los siguientes son imperdonables e implican ´caer´ en el examen:
- No mirar por los espejos retrovisores ni girar la cabeza para sortear los ángulos muertos antes de realizar una maniobra.
- Obviar las señales que emiten los semáforos, la presencia de peatones en los pasos de peatones o la de otros vehículos en situaciones de incorporación.
- Llegar a una rotonda con una velocidad superior a la adecuada, no realizar las pertinentes reducciones de marchas, no ceder correctamente el paso u obstaculizar a los coches que están circulando por ésta.
- Ir a una velocidad inadecuada en los carriles de incorporación sin adaptar la velocidad a la vía rápida o hacer que los vehículos que circulan por ella tengan que reducir su marcha o sortearnos al ser un obstáculo.
- Frenar demasiado o reducir considerablemente la marcha -obligando a los demás coches a frenar también- antes de introducirse en un carril de deceleración.
- Estacionar en una zona prohibida -vado, zona de carga y descarga, etc.-, elegir un lugar un correcto para hacerlo -líneas continuas amarillas, carriles de circulación restringida, etc.-, golpear otro automóvil, no tomar bien las referencias o subirse al bordillo.