¿Por qué se favorece a los coches menos vendidos?

El Gobierno ha aprobado nuevas ayudas a la compra de coches eléctricos -que se suman al Plan PIVE II y PIMA Aire-. Después de los malos resultados de planes anteriores, ¿a qué se debe el empeño en seguir incentivando estos vehículos?


La semana pasada, el Consejo de Ministros aprobó una partida de diez millones de euros para fomentar la compra de vehículos eléctricos. Dependiendo de su autonomía, los coches recibirán una ayuda de entre 2.500 y 5.500 euros, que se puede solicitar antes del 30 de octubre para vehículos ya matriculados en el momento de pedirla, y hasta el 31 de agosto para aquellos que no lo estén. La lista de ayudas es la siguiente:

– Turismos y furgonetas con una autonomía de entre 15 y 40 km: 2.500 €
– Con autonomía de entre 40 y 90 km: 3.500 €
– Con autonomía de más de 90 km: 5.500 €
– Cuadriciclos ligeros: 1.800 €
– Cuadriciclos pesados: 2.200 €
– Autobuses, autocares (M2) y furgones: 8.000 €
– Autobuses y autocares (M3): 20.000 €

El texto del Real Decreto argumenta que se fomentan estos automóviles «por su contribución a la mejora del sector del transporte, mejorar la eficiencia energética, la medioambiental y una menor dependencia del petróleo«. Sin embargo, un estudio de la firma de alquiler de flotas Lease Plan revela que rara vez compensa adquirir un eléctrico, ya que el consumo es sólo uno de los muchos costes a los que hay que hacer frente con un coche.

Cuando se tienen en cuenta otros gastos -la compra, seguros, mantenimiento, etc- y el tipo de trayecto que se realiza -si se hacen más kilómetros por ciudad o por carretera-, los coches eléctricos siempre salen más caros, a pesar de su menor gasto energético. Lease Plan escogió una serie de vehículos compactos y berlinas medias, de entre 110 y 120 CV de potencia, y realizó los mismos recorridos con versiones eléctricas, híbridas, diésel y gasolina. El resultado fue que, para un uso de un 70 % de autopista, un 20 % de zonas urbanas y un 10 % de carreteras secundarias, un coche con motor diésel sale de media unos 20.000 euros más barato que un eléctrico si se usa a lo largo de seis años; si, por el contrario, realizamos el 65 % de nuestra conducción por ciudad, el 30 % por vías secundarias y sólo un 5 % por autopista, el eléctrico apenas sale mejor parado frente a un coche de gasolina, que nos costaría 16.000 euros menos pasados esos seis años; incluso con un 95 % de recorridos por ciudad, son los híbridos y no los eléctricos los que más compensan: Suponen un gasto 16.000 euros inferior.

Ante estos datos, los descuentos y las subvenciones a la compra resultan ser el único remedio para que adquirir un vehículo eléctrico llegue a compensar económicamente. De ahí que el Gobierno, para tratar de incentivar las ventas de vehículos con cero emisiones, haya vuelto a destinar dinero a las ayudas a la compra de eléctricos.

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