Vaya cinco años traumáticos que nos ha tocado vivir…
«Estos cinco años han sido revulsivos para el sector. Primero la pandemia, luego la crisis de Ucrania… Y luego todo esto en medio de una transformación que le pedíamos a la industria para llegar a tener esas emisiones netas en el año 2050 y poniéndoles deberes en el año 2040, que era la intención inicial de la Comisión, pero que luego, en medio de esta vorágine legislativa, acabamos con un reglamento que significaba que para el sector en el año 2035 tenía que acabar con los coches de combustión, donde Europa ha sido siempre pionera y donde éramos los líderes. En este entorno, de repente, tener que decir que tu core business en los próximos años va a ser el coche eléctrico y que te tienes que transformar, pues conlleva una transformación enorme, mucho esfuerzo por parte de la industria y en este viaje hay que acompañarles, no hay que ponerles palos con más legislación o con legislación que no sea coherente».
¿Se está legislando con la razón o con el corazón desde Europa?
«Empezamos con la razón y acabamos con el corazón. Ha habido mucho sectarismo y no solo en el sector del automóvil, hay mucho sectarismo en otros temas como el de la energía. Lo estamos viendo y creo que hay que poner razón porque realmente nos estamos jugando el futuro de nuestra industria. De hecho, nos estamos jugando la competitividad de Europa y estamos hablando de un sector que da empleo a 13 millones de trabajadores. Por tanto, hay que hacerlo con mucha cabeza y con reglamentos y con normas que sean digeribles».
«Yo siempre digo que todos sabemos hacia dónde tenemos que ir, hay un compromiso absoluto, no vale negacionismo. Algo que me molesta mucho es cuando aparecen grupos negacionistas que no ayudan, sino que entorpecen. Sabemos cuál es el futuro, sabemos cuál es el camino. Pero este camino hay que hacerlo de una forma ordenada y sin poner en riesgo ni los empleos ni la competitividad del sector».
¿Tenía sentido esa Euro7 tal y cómo se concibió?
«Veníamos de un antecedente que fue la prohibición de los motores de combustión en el 2035, que no se entendió cómo se hizo, donde todavía los ciudadanos no entienden lo que hemos hecho y donde realmente tampoco tuvimos en cuenta la neutralidad tecnológica. Hubo cosas que con las que no me sentía muy cómoda y desde luego no podía seguir poniendo palos en las ruedas para ese 2035«.

¿Ves camino para biocombustibles, hidrógeno y lo que pueda venir?
«En los turismos creo que el camino está marcado con el 2035 y el fin de los vehículos de combustión y ahí Europa ha dado una señal clara. Nos guste o no, hemos apostado por la electrificación porque es la tecnología más madura, más económica y que hoy en día tiene más futuro para ponerse en marcha, aunque hayamos dejado una puerta abierta a otras tecnologías. Cuando hablamos del transporte pesado no tiene por qué ser eléctrica. Y es más, estamos ahora con un reglamento para camiones y autobuses que a mí me preocupa mucho, porque de nuevo se vuelve a apostar por la electrificación, cuando ahí no está claro que tengamos la tecnología madura, por ejemplo, para electrificar el transporte pesado y donde España se juega mucho. Volvemos otra vez a cometer el error de la electrificación cuando realmente tenemos que abrirnos a la tecnología«.
«Yo siempre pongo el ejemplo de que es la primera vez que este cambio tecnológico se hace a través de la regulación. En Europa hemos sido punteros, hemos sido pioneros en la industria del automóvil, pero siempre a través de la innovación. Y es la primera vez que se impone el cambio tecnológico a través de la regulación, con lo cual yo, como liberal, tampoco es lo que lo que más defiendo. Pero bueno, tenemos para 2035 coches eléctricos, pero por favor, el resto de la movilidad no tiene por qué ser así«.
¿Se lograrán las ventas y cuotas que se nos anuncian?
«El problema que tenemos ahora no es un problema de tecnología, es un problema de demanda, de que hoy en día los coches son caros y los ciudadanos tampoco tienen la seguridad a la hora de poder adquirir un coche eléctrico, ni financieramente ni en seguridad tecnológica, porque tampoco confían en que ésta sea la tecnología que les va a servir. Tendremos que ver si llegamos, si se muestran las condiciones habilitantes, porque esto va unido a un despliegue de puntos de recarga que tampoco se está acompasando».
«Cuando aprobamos este reglamento sobre 2035 hay una cláusula de revisión en el año 2027 y yo insistía mucho. Fue una de las cosas que aporté por mi parte en esa cláusula de revisión donde se viesen, si estaban las condiciones habilitantes o no, es decir, si tenemos puntos de recarga, si estamos preparados, si tenemos las materias primas… En 2027 la Comisión debe evaluar cómo se está haciendo esta transición, cómo estamos cumpliendo los objetivos y si no, habrá que rectificar ante lo que está pasando».
¿Cómo se puede legislar para dos realidades o velocidades de electrificación como sucede en Europa?
«Y España está por debajo de la media, tanto en puntos de recarga como en movilidad eléctrica. También es que nuestro poder adquisitivo no es el de un sueco, ni un danés, ni un alemán. Eso tiene mucho que ver y hasta que no hagamos coches eléctricos asequibles, el ciudadano no va a cambiar. Potra parte, nos están inundando de coches chinos y tenemos un problema de competitividad en Europa importante, con puestos de trabajo que están en riesgo. A este sector hay que apoyarlo sin demonizarlo, porque se está demonizando, porque son muchos puestos de trabajo».
«La movilidad del ciudadano tiene que ser libre. El transporte privado nos da libertad, sobre todo porque hoy, cuando hablamos de movilidad sostenible, de transporte público, tiene que mejorarse, tiene que reforzarse, pero también esto tiene que ir unido al coche privado. Muchas veces me reúno con gente de las zonas rurales que necesitan el vehículo particular, pero un vehículo asequible y sostenible. Los mensajes han confundido mucho a los ciudadanos, y aunque puedan tener o no la capacidad económica de cambiar el coche, necesitamos coches más baratos. Hay que hacer una movilidad sostenible, inclusiva y eso quiere decir que nos la podamos permitir todos. Hoy en día sólo pueden entrar en el centro de las ciudades quienes se pueden permitir un coche un coche caro».
¿Nos ha robado China la cartera o nos la hemos dejado robar?
«Nos la hemos dejado robar, nos la está robando… China lleva más de 12 años con esta planificación estratégica de su economía y lleva 12 años planificando el coche eléctrico. Y mientras, nosotros seguíamos con nuestro motor de combustión. Ahora mismo tenemos un problema, no sólo porque China fabrica coches eléctricos y buenos, sino porque controla las materias primas, controla las baterías y además no es un socio fiable; hay una competencia desleal a base de subsidios aunque creo que lo han hecho muy bien, muy planificado, primero con su mercado interno y una vez que ya tiene su mercado interno ha saltado al exterior. Por lo tanto hay que despertar y acelerar».
Medidas como la francesa de penalizar las emisiones totales de CO2 y por lo tanto coches realizados lejos, ¿sirven para algo?
«Tenemos que buscar nuestra respuesta europea a un reto que es para nuestro continente y ahí tenemos que buscar medidas concretas. Por eso yo creo que lo que estamos pidiendo todos es que haya una política industrial en Europa que no la ha habido y para mí los próximos cinco años van a ser los cinco años de pacto industrial. Hasta ahora hemos hablado mucho del Pacto Verde; en estos cinco años toca Pacto industrial y toca que pongamos medidas encima de la mesa: cómo vamos a recuperar nuestra competitividad y esas medidas yo creo que tienen que hacerse a nivel europeo, porque luchar contra China a nivel de estados independientes, no tiene sentido».
Europa hasta ahora ha querido nadar y guardar la ropa. También a nivel de materias primas necesarias para el coche eléctrico…
«Pues así es. Estamos haciendo una serie de jornadas en las comunidades autónomas precisamente para tratar el potencial de los recursos que tenemos en Europa, sobre todo con recursos que tenemos de litio, de tierras raras, de wolframio. Y aquí tenemos que cambiar. Creo que es el momento de dejar de demonizar también a la minería, de explorar los recursos minerales que tenemos en Europa. Hay que facilitar las explotaciones».

¿Y qué pasa con el peaje para acceder a las ciudades? Pedro Sánchez dice que la movilidad es un derecho social…
«No se puede, por una parte, hablar de derecho social refiriéndose a la movilidad y por otra parte demonizarlo de esta manera. Yo creo que el presidente del Gobierno haría muy bien en defender esta industria. Yo me he quejado mucho porque no he sentido el respaldo del Gobierno en temas tan importantes como lo que nos jugábamos con Euro7, que podíamos cerrar plantas en España y cómo es ahora, por ejemplo, la legislación sobre camiones o autobuses, que también es importantísimo y donde si encarecemos el coste de los camiones, también se penaliza nuestra logística, nuestras exportaciones… Está bien que nuestro presidente diga esto, pero si luego hace algo, fenomenal».
¿Cómo ves nuestra industria a finales de esta década?
«Hay talento, tenemos capacidad… Podemos hacerlo bien, pero hay que tener el respaldo de una política industrial que ayude. Y para eso creo que es fundamental la legislación, tener una legislación coherente. Otro de los grandes problemas que tenemos es el de los trabajadores capacitados, porque esto va a cambiar la cadena de producción y necesitamos grandes inversiones y atraer inversiones. Y para eso España tiene que ser un país atractivo para atraer inversiones público privadas. También depende mucho de nuestro gobierno que seamos capaces de ser un país con certidumbre política».
Luca de Meo decía hace unos días que “mientras Europa baila chachachá, el resto del mundo no se anda con chiquitas. Los europeos regulamos como lobos y no con criterio”…
«Es una crítica que creo que tiene cierta razón al exceso de regulatorio que hemos tenido en Europa. Y hay que hacérselo mirar. Los próximos años van a ser decisivos pero no para más regulación. Veamos cómo vamos a implementar todas estas normativas, veamos la coherencia entre ellas. Hay que simplificar mucho en Europa y desde luego esto pasa por no regular más, sino regulando menos».
¿Sigue siendo atractivo este sector para los jóvenes?
«Pienso que es un sector atractivo. Quizá en la minería no sea atractivo. Es atractivo para la gente que trabaja en él, porque son empleos muy estables y donde se vive la innovación alrededor de las baterías, del reciclaje, del software, del coche conectado, del coche eléctrico. Es cierto que debe ser más atractivo para las mujeres porque hay pocas«.
¿Es consciente nuestro gobierno de lo poco que se ha ayudado al sector de la automoción?
«Creo que ha tenido un peso demasiado grande el Ministerio de Transición Ecológica sobre el Ministerio de Industria y espero que ahora, con este nuevo ministro, esto se corrija porque creo que ha estado muy descompensado y las decisiones que eran cruciales para España no se tomaban en el Ministerio de Industria, que era un poco mi queja y creo que esto tiene que cambiar. Queremos apostar por la autonomía estratégica y esto significa una política industrial fuerte. Sin industria del automóvil, pues no tenemos esa industria fuerte».
Termina una legislatura europea…
«Creo que al final podemos estar orgullosos de muchas de las cosas que hemos hecho en Europa pero hay otras que se pueden mejorar. Creo que hay que ser más ágiles, más flexibles. Creo que en Europa tenemos que acercar mucho la política al ciudadano. Creo que hay que escuchar más y si hay algo que yo corregiría es escuchar más, estar en el terreno en el día a día. Pero me quedo con un mensaje de optimismo, porque yo creo que Europa ha despertado tarde, pero hemos despertado. Ahora mismo la geopolítica nos ha hecho que la seguridad y la defensa sea el centro de nuestras políticas, pero nuestras prioridades para los próximos cinco años deben pasar por recuperar la industria, la competitividad y la autonomía estratégica. Por lo tanto, vamos a ser protagonistas. Empiezan unos cinco años muy importantes para Europa y me quedo con que hay que seguir trabajando».
