Hasta ahora, habíamos podido ver el exterior del Ineos Grenadier de forma estática, habíamos visto fotos del interior e incluso algunas imágenes de vídeo del vehículo en marcha, pero nos faltaba tocarlo, subirnos a bordo y ver cómo evolucionaba en un entorno todoterreno real.
Finalmente, el momento ha llegado. Ineos nos ha convocado en el monte de Cutamilla, en Sigüenza, para copilotar una de las más de cien unidades que en la actualidad se encuentran completando el extenso programa de pruebas con el que Ineos pretende detectar fallos, afinar todos los sistemas e, incluso, mejorar algunas prestaciones del vehículo que en el pliego inicial de condiciones eran menos ambiciosas.

Copilotamos el Ineos Grenadier
En esta primera toma de contacto no vamos a poder conducirlo y, de hecho, ni siquiera se trata de modelos con especificaciones definitivas, sino de unidades de preserie que han sido ensambladas en Austria por Steyr, quien, aparte de fabricar el Mercedes Clase G desde sus inicios, ha participado en el desarrollo de la cadena cinemática de este todoterreno.
Se prevé un precio base de 40.000 libras, equivalentes a unos 47.000 euros, pero probablemente la cifra final sea algo mayor
A un primer golpe de vista, se trata de vehículos sólidos, relativamente bien acabados, con puertas consistentes que abren y cierran de manera correcta; una sensación muy diferente a la del Land Rover Defender clásico, el Jeep Wrangler y hasta el Mercedes Clase G, modelos en los que es imprescindible acompañar el movimiento completo de las puertas para que no reboten.

En vivo, las similitudes con el viejo Defender son obvias, aunque nos llama la atención la larga distancia entre ejes del Grenadier, lo que no impide que el acceso a las plazas traseras deje poco espacio para introducir las piernas. El piso, además, se encuentra bastante elevado respecto al suelo, algo que en la unidad que estamos manipulando se soluciona con unos estribos laterales que perjudican claramente el ángulo ventral. Esta unidad monta también unas aparatosas protecciones inferiores que tampoco pasarán a la producción en serie tal y como las vemos en el prototipo. De hecho, los responsables de Ineos nos confirman que están trabajando en unas taloneras reforzadas (al estilo de las que montan los Jeep Wrangler Rubicon) para los usuarios más todoterreneros.
Parece un avión
Ya en el interior, numerosos detalles llaman nuestra atención. No hay un cuadro de mandos frente al volante, sino únicamente un pequeño hueco en el que supuestamente se encontrarán los principales testigos luminosos. La instrumentación se desplaza a la zona central del salpicadero, compartiendo espacio con el resto de informaciones típicas de un equipo multimedia que promete compatibilidad con Android Auto y Apple CarPlay, así como actualizaciones OTG.

Pero lo verdaderamente llamativo es la batería de mandos de inspiración aeronáutica ubicados en el techo, donde encontramos interruptores para accesorios (al estilo del módulo opcional que ofrece Jeep en el Wrangler JL), junto con otros mandos relacionados directamente con la conducción, como los conmutadores de los bloqueos de los diferenciales, lo que no parece una buena decisión, ya que su accionamiento obliga a desviar bastante la vista de la carretera.

A ambos lados de esta consola encontramos dos cristales practicables con cierre de compás que podrán desmontarse por completo y guardarse en un lugar habilitado en el maletero. Y si miramos a la zona inferior de la masiva consola central nos chocará ver conviviendo una moderna palanca del selector del cambio (idéntica a la empleada por BMW) con una clásica palanca corta con bola de pasta negra para gobernar la caja tránsfer.
En marcha con el Ineos Grenadier
Gerard se presenta, se sube al puesto del conductor y arranca el vehículo, que se pone en marcha con bastante suavidad y comienza a circular por una pista de tierra. El Ineos Grenadier se siente razonablemente cómodo para tratarse de un vehículo de largueros y dos ejes rígidos, y Gerard nos explica que se trata de un prototipo de segunda generación, que incorpora ya las soluciones desarrolladas en la primera tanda de unidades de preserie. Eso no evita que en los descensos más pronunciados nuestra unidad se ponga en punto muerto, algo que a juicio de Gerard no supone un gran problema ya que, según nos explica, aunque se calase por completo el servofreno seguiría funcionando durante bastante tiempo.

Circulamos por pistas de tierra, una subida y una bajada con buena pendiente, cruces de puente y una especie de poza seca en la que realmente me sorprende que el Grenadier no roce. Es un recorrido breve en el que también hay un tramo algo más rápido donde Gerard conduce a un ritmo alegre que no se percibe “antinatural” para el Ineos desde nuestra posición de acompañantes.

Poco más se puede decir sobre el comportamiento o las capacidades del Ineos Grenadier tras este breve copilotaje. Sí nos sirve para comprobar la solidez del proyecto y lo avanzado del desarrollo del vehículo, que por el momento va cumpliendo todos sus plazos. En cuanto a la pregunta del millón, se prevé un precio base de 40.000 libras, equivalentes a unos 47.000 euros, pero probablemente la cifra final sea algo mayor. Lo que sí nos han dejado saber sus responsables es que quien quiera comprar un Ineos Grenadier no tendrá que pagar por cosas que no quiere o renunciar a ellas por estar integradas en costosos paquetes de equipamiento, ya que todos los elementos opcionales se ofrecerán por separado, una decisión que aplaudimos fervorosamente.
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